Nuestra historia

El primer mensaje

Tercer capítulo (Julián)

El parque estaba casi vacío, solo algunas hojas moviéndose con el viento. Me recosté en el banco, mochila a un lado y móvil en mano, observando cómo el sol caía lentamente entre los árboles. La notificación seguía brillando en la pantalla: Katya. El perfil anónimo que había aparecido de la nada, y que había respondido a mi nota sobre el amor a distancia.

"Yo creo que sí existe. Solo que a veces es más complicado, y requiere valentía y confianza… pero cuando hay conexión, el lugar o la distancia no importan tanto."

Leí el mensaje dos veces, dejándome atrapar por la seguridad y el misterio que transmitía. Esa respuesta no era casual; había intención, algo que desafiaba mi indiferencia natural.

Teclée con calma, como si no me importara demasiado:

Nunca lo había visto de esa forma. Admito que me sorprendes, Katia. No mucha gente responde mis notas, y menos con tanta seguridad.

Su respuesta llegó casi de inmediato:

"Puede que tengas razón en parte, pero creo que todo depende de las personas. Si algo vale la pena, uno encuentra la manera. No es fácil, pero lo fácil nunca deja huella."

Solté una sonrisa, cruzando los brazos. Me gustaba cómo jugaba con las palabras, cómo podía provocarme sin mostrar nada. Como si ya supiera exactamente cómo llamar mi atención.

Interesante lo que dices… pero yo pienso que la distancia siempre termina matando cualquier intento. Al final, las personas necesitan estar cerca para sentir que todo es real. —tecleé, dejando mi opinión, como siempre, directa y sin adornos.

"Puede que tengas razón en parte, pero no siempre es así… depende de quién esté del otro lado. Algunos juegos valen la pena, aunque duelan."

Sentí un hormigueo extraño recorriéndome la espalda. Esa Katya invisible tenía algo que pocas chicas habían logrado: provocarme curiosidad, intrigarme y hacerme bajar la guardia, aunque fuera un poco.

Entonces, Katya… —tecleé, dejando caer su nombre como un juego—. ¿Tú crees que el amor a distancia podría ser un juego… o solo un engaño que nos hacemos a nosotros mismos?

"Tal vez ambos. Pero algunos juegos valen la pena."

Sonreí con esa mueca que usaba cuando sabía que un juego estaba a punto de empezar. Ella no mostraba su rostro, no daba pistas, pero cada palabra que escribía tenía filo y tensión. Como si me estuviera retando.

Dejé pasar unos segundos antes de responder, jugando con la espera para aumentar la curiosidad:

Tienes una forma muy peligrosa de decir las cosas… me pregunto si tus intenciones son tan claras como tus palabras.

"¿Peligrosa? No sé si lo soy… quizá solo sé cómo mantener a alguien intrigado."

Leí eso y no pude evitar reír. Esa respuesta tenía un tono que me picaba la curiosidad, como si estuviera tanteando mi terreno.

Intrigado es decir poco… —tecleé—. Normalmente ignoro a los perfiles vacíos, pero contigo es diferente.

"Eso es porque no soy como los demás."

Suspiré, apoyando el móvil sobre mi pecho, cruzando los brazos. Esa Katya invisible estaba rompiendo todas mis reglas sin siquiera mostrar su rostro. Cada mensaje tenía un doble filo: provocación y desafío, un juego que me hacía sonreír y, al mismo tiempo, mantenerme alerta.

Entonces, Katya… —tecleé de nuevo—. Si esto es un juego, quiero saber quién escribe las reglas.

"Yo no escribo reglas… solo las rompo."

Sonreí. Finalmente, algo o alguien había logrado que la pantalla de mi móvil se convirtiera en un campo de batalla de palabras y tensión. Nunca me había interesado tanto alguien que solo existía detrás de una pantalla. Pero KatyaKatya tenía un aura que prometía peligro y tentación al mismo tiempo.

Y, por primera vez en mucho tiempo, no estaba seguro de querer ganar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.