PoV: Theo y Lorena
Durante esa semana en la casa de Aldi, Theo pasó mucho tiempo adaptándose a su nuevo entorno, sintiendo la constante tensión que lo acompañaba debido a las diferencias culturales y las costumbres que chocan con todo lo que él solía conover. La vida en Ferrum era diferente, mucho más fría y calculadora. Aquí, la calidez humana parecía ser la norma, y eso todavía le repelía.
Además de su estudio social, hizo más cosas. Es decir, hicieron. Mientras que Cedret prefería irse con Alaric y Eldin a su puesto de comida al otro lado de la cuadra, Eggie y él decidieron ayudar a Aldi con sus artilugios de madera. Pensaron que no debería de ser tan difícil siendo que varias veces habían dado cuidado a la madera del MediaLuna. Estaban muy equivocados.
¿Cómo podrían saber ellos que la madera pasa hasta por siete procesos distintos antes de poder ser manipulable?
Aprendieron poco del oficio de Aldi, y seguramente le fueron más un problema que una ayuda al hombre. Entre que se astillaban, cortaban o quemaban, y Aldi tenía que atenderlos ya que Liora salía a vender su pan por las calles, le quitaban tiempo valioso de trabajo.
Eso era por las mañanas. Cuando sentían que era suficiente se ofrecían a ir al mercado y comprar lo que se necesitara para el día.
Eso era otro detalle curioso que Theo había notado recientemente. La gente en esta parte de Adamas parecía vivir al día, no hacían reservas de nada, todo siempre era fresco y perecedero. Era como si no se preocupara que la comida escaseara de repente, como si las crisis económicas no existieran.
—Aldi… ¿sabrá usted dónde puedo encontrar información sobre la nobleza del país? ¿habrá alguien con quién pueda hablar?— preguntó el tercer día de estancia en su casa.
Aldi dejó el martillo sobre la mesa y se cruzó de brazos, observando a Theo con curiosidad.
—Oh, claro, casi se me olvidaba que tenías un trabajo que hacer.
—Sí… necesito encontrar información sobre la nobleza del país.
Aldi frunció el ceño por un momento, pensativo.
Al final le dió la idea de preguntar a la gente del mercado cuando fueran por el recubrimiento para madera que les había encargado. Dijo que seguramente los comerciantes le serían de ayuda siendo que ellos recorrían país por temporadas.
Theodore accedió de buena gana y salió con Eggie unos momentos después, pero no encontraron muchas respuestas. La gente era tan habladora que siempre terminaban cambiando el tema, casualmente, todos llegaban al mismo: la Convención de Artesanías.
Parecía ser algo muy importante por aquí. Todos estaban ocupados con sus ropas finamente bordadas, sus figuras talladas en joyas, sus instrumentos brillantes, las velas mágicas… y un sin fin de cosas que ni siquiera ellos habían oído nombrar antes en ningún lugar del mundo.
Cumplieron con el encargo de Aldi, pero no con el de Tessa. Y no tuvo más alternativa que molestar a la familia que los alojaba con el tema. Intentaron ser discretos, pero cuando los vió querer repetir el patrón de la demás gente, tuvo que ser directo.
—El Archiduque... —repitió el hombre lentamente—. Falleció hace poco y, la muerte de un hombre tan viejo… Era algo que ya se esperaba, ¿saben? Ejerció el título dos veces, el pobre hombre debió estar tan agotado.
Theodore lo miró, sin saber si las palabras lo tranquilizaban o lo dejaban más intranquilo.
—Ya... ya veo. —Se sintió estúpido por preguntar, pero había algo en esa simple respuesta que no lo dejaba tranquilo.
El comerciante pareció notarlo, ya no como una simple respuesta a su curiosidad, sino como una oportunidad para aliviar la ansiedad evidente en Theodore. Su tono cambió de inmediato, un poco más suave.
—Fue un buen hombre, sin duda, siempre estaba al tanto de la gente aunque no fueran de su región. Todos nuestros líderes son buenos, pero él se destacó por su imparcialidad. Siempre lo hizo, desde aquel día en que se volvió padre de una dama y no de un varón.
—¡Oh!— interrumpió Eggie—, ¿tiene hijos?
Theo se tensó ante la pregunta, algo inevitable cada que pensaba en su familia, pero sabía que sus amigos eran lo suficientemente prudentes para no revelar nada.
—Una nada más—les informó Liora—. La princesa Tessa Van Eck, aunque ella se casó hace mucho tiempo y se fue del país… Me pregunto si habrá vuelto para despedir a su padre.
Después de dos días evadiendo el tema, a Theo ya le habían parecido suficientes mentiras. No le gustaba y además no era bueno ocultando cosas, así que, antes de notarlo, ya estaba hablando.
—En realidad, somos enviados por ella… ya que no puede dejar el país de su marido.
Theodore cerró los ojos, esperando las preguntas que podrían surgir. Pero no escuchó nada. Cuando abrió los ojos, notó que todos seguían completamente normales, a excepción de Eldin, que de repente estaba muy concentrado en su comida.
Quizá su mirada había sido demasiado insistente, porque no pasó nada de tiempo antes de que Eldin levantara la cabeza y sus miradas se encontraran. Ambos forzaron una sonrisa y también una plática.
—¿No puede? Eso es muy triste.
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Editado: 12.05.2025