Nuestra vida como Archiduques

Capitulo 13: Nellis

Desde que llegó aquí, solo se había sentido cómodo en dos ocasiones. La primera, cuando Cedret, Eggie y él se enfrentaron a los guardias del palacio (es decir, eran clases de espada, pero ellos no contaban con que habían tenido duelos clandestinos durante toda su vida). Y la segunda, en este viaje. Ya habían tenido la experiencia juntos, así que fue casi reconfortante pasar las dos semanas de viaje con ellos.

Sin mencionar que ahora podían disfrutarlo más ya que tenían guardias encargados de su seguridad por lo que no desperdiciaban tiempo en vigilancias por rondas.

Cuando entraron en tierras del Bosque, a Theo, Cedret y Eggie se les cayó el alma al piso al ver tantos soldados de armaduras grises esperándolos.

—¿Qué carajo es esto?

—Un recibimiento— respondió Ralin con tranquilidad—. Debería bajar a saludar. Es una buena oportunidad para que lo conozcan, mi señor.

Ah. Claro.

Ya no eran criminales del mar. Marinos que actuaban como piratas.

Ya no tenían que temer a quienes usaran armaduras.

En realidad, nunca lo hicieron, salvo por aquella vez en Aurum cuando un soldado de capa magenta identificó la cara de Cedret y los persiguió hasta sacarlos de las costas. Fue una experiencia llena de emoción que los había dejado sensibles y asustadizos desde que pasó, unos cuantos años atrás.

—¿De verdad te….? Estoy bajando.

La mirada de Ralin era la de alguien que nunca aceptaría un no. Ni un no, ni un nada, para ser sinceros

Y nada más poner un pie sobre el suelo terroso de los Bosques, se escucharon las espadas tocar escudos como si fueran tambores.

—Damos la bienvenida a su alteza, el Archiduque.

—Gracias…—carraspeó, para limpiar la garganta y poder hablar más fuerte—. Gracias. ¿Nos escoltarán hasta Nellis?

Detrás de Theo, además de sus amigos, ya se encontraba Ralin, quien se mantenía en silencio. Cuando notó que Theo lo miraba a él, el hombre asintió en respuesta.

Theo copió el gesto, porque no sabía qué más hacer. Intentó pensar en algo rápido y la única pregunta que se le ocurrió fue la misma que todos los oficiales hacían al subir a la cubierta del MediaLuna.

—¿Quién es el Capitán?

El soldado entendió mal, porque esa era una pregunta, no una orden de llamar a su superior… Qué fue lo que hizo. Y aquel a quien llamó Capitán Natrelion, apareció frente a Theodore enseguida. Resulta que no estaba tan lejos.

—Mi señor Archiduque, aquí está su sirvienta— le hizo una reverencia con el casco todavía puesto.

Theo no supo qué decir.

—Gracias por esperarme… aunque no era necesario y bueno, Capitán… ¿no os da calor con tanta malla?

Sabía que Ralin lo estaba viendo mal en ese preciso momento. Peor aún, podía sentirlo.

El capitán levantó la cabeza al momento y Theo temió haberlo ofendido, pero lo que el hombre le dijo fue inesperado sin duda, y muy desconcertante.

—¿Theo?

Otra de las muchas cosas que su madre se había llevado consigo fueron los guardias. Terrence Van Eck quería asegurar el bienestar de su hija con los mejores caballeros que este país de no guerreros tenía, por ello mandó a una familia de casa Natrelion. La hermana mayor de la Matriarca, su esposo y sus dos hijos.

Una familia de caballeros para cuidar de la hija del Archiduque de Adamas. Theo recordaba que siempre le pareció curioso el hecho de que tenían cabello rojo como los rubíes, hablando de forma literal.

Aunque ellos salieron del país con dos hijos varones ya crecidos, con el tiempo la mujer quedó encinta y dió a luz a una niña. Una joya hermosa, fuerte y voluntariosa como “solo podía ser una Natrelion” y que rápidamente se ganó un lugar bajo el ala de su padre, como su maestro y al mismo tiempo como la compañera de armas de Teddy.

Era de sangre adamasí, pero era fuerte, por eso merecía ser llamada ferruana. Por lo menos por los dieciocho años que vivió ahí.

Y como todo muchacho con ojos y virilidad, Theo cayó ante la belleza de aquella fuerte mujer de cabello rojo.

Mismo cabello lacio y largo que se reveló al momento de levantar el casco del Capitán.

—Karina…

La voz le salió envenenada de rencor y molestia. Contrajo la expresión con las mismas emociones. Ella tuvo la decencia de bajar la cabeza de nuevo, sus hombros tensos.

Sabía lo que había hecho y claro que estaba avergonzada.

Mira como nos volvemos a encontrar.

Theo reaccionó en ese momento a una verdad nueva.

Las cosas ahora estaban invertidas.

Ella había sido superior a Theo por su fuerza en su país, pero ahora Theodore es superior a ella por su poder aquí. Así que le sonrió, con la misma prepotencia que había visto a Danell usar en cada clase y junta de nobles.

—¿Entonces? ¿Nos llevarán a la Fortaleza?

—Sí. Eso haré, su alteza.

—Oh, pero antes de eso— Theo se giró, dirigiéndose al mayordomo—. Ralin, necesito una casa en el puerto para la familia que vino conmigo, lo más rápido que puedas.




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