Nuestra Vida Juntos

Capítulo 2

Aurora le cuenta a Alonso con entusiasmo, cómo la abuela la llevo al taller de costura y admiro todo a su alrededor, también que le hicieron un vestido de color fucsia.

Termino de preparar su merienda para la escuela e intento prestar mucha atención a todas las historias de Aurora, aunque no es a mí a quien se la esté contando.

—Papá, ¿cuándo vuelve el abuelo? — un tono de curiosidad sale de su voz.

Sigo de espaldas a ellos, sin poder ver la expresión de Alonso, escucho cómo se aclara la garganta, estoy segura de que sus hombros se han tensado porque no sabe que responder, prefiero no meterme en la conversación.

—No lo sé, costalito, seguro tu abuela sí sabe cuándo vuelve —su voz suave me hace creer que el está bien con el tema, pero sé que no es así.

—¿Cuándo vuelve quién?

Un escalofrío me recorre al escuchar la voz de mi madre, a pesar de que vivamos juntos, sé que ella nunca podrá perdonarnos o aceptar las cosas.

Cierro la lonchera de Aurora volteándome en el proceso para ponerla en la encimera de la cocina donde están mi pequeña, Alonso y ahora nuestra madre.

—Alonso, te hice una pregunta —con su tono de voz claramente brusco.

Mi inocente hija le regala a su abuela una sonrisa de felicidad, pura y radiante.

—¡Abuelita! —Grita desde la encimera del comedor de la cocina.

Cualquier rastro de seriedad de su rostro se esfuma al ver a la niña, se acerca a ella levantándola de la encimera para llenar su rostro de besos, mientras que mi ángel se ríe a carcajadas.

—¿Desayunaste, Aurora?

—No, abu, le dije a mi mami que lo voy a hacer con mis compañeros de clase.

Voltea a verme desafiante, no aparto la mirada de la de suya, no lo vale.

—No es raro en ti, ¿no, Adara? A veces olvido como eres —dice lo último con desagrado.

Exhalo desviando la mirada hacia donde se encuentra Alonso.

—No comencemos con un problema tan temprano, madre.

—Solo decía, Adara.

—Tú siempre dices. —el cansancio se hizo presente al decirlo.

Le dedico una mirada a Alonso, advirtiéndole que esté atento a la bebé, me dirijo a la salida de la cocina para ir a acomodar las cosas de Aurora, paso a lado de mi madre sin prestar mucha atención y esperando que no diga nada desagradable, pero como siempre, no soy escuchada.

—¿Vas a dejar a tu hija sola, Adara?

Intentando no rodar los ojos, inhalo y exhalo para no contestar de una manera tan desagradable como quiero.

—Ahí está su padre, iré a arreglarle el bolso para la escuela.

Con eso, salgo de la cocina antes de que se le ocurra algo más que decir.

Siempre es lo mismo con ella, no hay día que pase en que ella no me recuerde algo desagradable o diga algo sobre mi maternidad.

A veces desearía que ella fuera como antes, que me dedicara miradas de amor y no de odio o fastidio cuando estoy a su alrededor.

Sé que cometimos un grave error que destruyo a la familia, pero a veces hay casas que no se puede hacer cuando dos personas se quieren, y ella debería de saberlo.

Muchas veces me pregunto qué habría sido de mi vida si nunca hubiera tenido a mi pequeño ángel.

Mi niña llegó a mi vida cuando apenas estaba entrando a la adolescencia, Alonso se sentía tan culpable por lo sucedido y yo destrozada sin poder imaginarme mi vida como lo había soñado.

Ella llegó a darnos una esperanza que habíamos perdido, ahora me arrepiento de no haber disfrutado mi embarazo como era debido, pero era solo una niña que detestaba la idea de tener una bebé en su vientre.

Mi pequeña es lo más hermoso que me ha regalado la vida y agradezco tanto no tomar decisiones tan precipitadas que terminarían por dañarme.

A veces pienso en que hubiera sido de mi vida, si nunca hubiera tenido a mi pequeño ángel, mi niña llegó a mi vida muy temprano cuando Alonso sentía la culpa y yo estaba quebrada por lo sucedido, ella llegó como una luz de esperanza a nuestras vidas, a pesar de que muchas veces la rechacé cuando la llevaba en mi vientre, ahora es lo que más amo.

Termino de recoger todas las cosas de Aurora, agarro su bolso y con cuidado me apoyo en el barandal para bajar las escaleras.

Siento un movimiento a mi lado, indicándome que alguien también estaba bajando conmigo

Por el rabillo de mi ojo distingo quién es, aunque una parte de mí ya sabía.

Buenos días, hermana. —habla en francés.

Dante Sanper, uno de mis hermanos mayores, también el penúltimo que sigue viviendo bajo el techo de nuestros padres. Su cabello rubio y ojos verdes azulados lo hacían resaltar en cualquier parte.

Él, Alonso y yo nos llevamos bien, en lo que se puede decir.

—Eh, hola, tú —Eso es lo único que había aprendido con Dante en sus clases de francés, nunca me gustó mucho el idioma, es muy complicado.

—No volviste a estudiar el idioma por lo visto.

—Me gusta más el italiano, aunque se parezca un poco al español que es igual de complicado que el francés.

No me contesto más a lo que di por terminada la conversación, al decir que teníamos buena relación, es que podemos comunicarnos sin sentir incomodidad, o al menos eso es por mi parte.

Voy hacia la cocina con los pasos de Dante detrás, ya que me imagino que también se dirige hacia allá.

—Qué raro que no te has ido a clase, Ada —hablo de pronto.

—Tenía primera hora libre.

Conversaciones normales como está siempre tenemos, también es muy raro verlo temprano en la mañana porque a veces se queda dormido o se levanta muy temprano para ir a tomar sus fotografías.

—¡Por favor, mamá!

Al escuchar la voz de Alonso termino de ingresar a la cocina para saber que está sucediendo.

Lo primero que observo es a mi madre dándome la espalda mientras Alonso tiene a la niña en brazos mostrando también una cara de cansancio total.

—Basta del tema —la voz de él sonó pesada de cansancio igual que la mía antes de subir a la habitación.



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En el texto hay: familia, bebes, amor

Editado: 25.08.2025

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