—Mami, mami, ¿sabes que hicimos hoy en el jardín?
La emoción que refleja su rostro es tan hermoso que no dudo que algo que ella crea que es interesante le ocurriera.
—Voy a intentar adivinar…— guardó silencio como si supiera que es eso que me quiere contar —La verdad, no he adivinado mi aura, ¿me dices que hiciste hoy?
Su risa llena la sala al rodear la mesa para poder subirse en el sofá conmigo y estar más cómoda.
—Bueno mammá, pasaron muchas cosas.
Con eso comienza a relatar todo lo que le pareció importante de su día en la guardería.
—Ay mami, se me estaba olvidando decirte que la maestra dijo que el lunes se iba a celebrar algo, está escrito en mi cuaderno.
acarició sus mejillas rosadas porque no puedo resistirme mucho a la ternura de mi hija.
—Está bien Aurora, después vamos a revisar tu cuaderno para ver que escribió la maestra.
Mueve su cabeza de arriba y abajo en modo de afirmación, coloca sus manos en las mías, extendiendo una sonrisa que me deja notar la ausencia de uno de sus dientes delanteros.
—¿Mamá?
—Dime, costalito.
Al moverse, apartó mis manos de sus mejillas, una expresión de horror aparece en su rostro.
—¡Mami! No me puedes decir así, solo papá lo puede hacer.
niego con asombro e incredulidad por lo firme que ha sonado al decir eso.
El favoritismo no tiene tiempo libre.
No me importa tanto, que siempre lo eliga a él, me encanta cuando hace eso porque me hace saber cuánto lo quiere o cuanto quiere a cada uno de la familia.
—Oh, no sabía que solo tu padre podría decirte de esa forma, mi vida.
—Sí, mamá, solo él me puede decir así —termina con un puchero en sus labios.
—Entonces te pido disculpas por usar la misma palabra de tu padre, mi aura —un poco de gracia se puede escuchar en mi voz.
La conversación para cualquiera no tiene importancia, ya que todos puedemos usar las palabras de otra persona, pero prefiero que ella tenga en cuenta que no es malo pedir disculpas por cosas que otras personas vean como algo sin importancia.
Aurora empezó a jugar con sus manos moviéndolas al igual que sus pies como si estuviera inquieta por algo.
—¿Me quieres decir algo, aura? —suelto intentando ser sutil.
Deja de moverse para ladear un poco la cabeza mordiéndose el labio.
—Hum.
—Aurora —pronunció despacio su nombre.
Un suspiro largo sale de sus labios a la vez que levanta su rostro, sus ojos azules se encuentran con los míos.
—Eh, papá no ha llegado mamá, ya son más de la cinco, hasta se fue, Lina.
La niñera de Aurora, Elina ha trabajado para nosotros desde que mi hija era una bebé de seis meses, ya que entre en una crisis por no saber qué más hacer, todo el rato mi madre me hacía sentir que estaba haciendo las cosas mal, más lo estudios en esa época los sentía muy difíciles, creo que todo era porque me estaba acostumbrando al nuevo cambio que dio mi vida.
Muchas veces ella se va cuando Alonso o yo llegamos a casa, algunas veces cuando mi madre la corre.
—Mi aura de alegría, hoy papá va a llegar más tarde porque tiene que trabajar.
El brillo que estaba creciendo en sus ojos se apago con mis palabras.
Sin saber qué hacer para que vuelva a sentirse animada sugiero lo primero que me viene a la mente:
—¿Te parece si llamamos a tú papá?
—¿Si lo podemos llamar, mamá?
Sus ojos vuelven a estar iluminados por la emoción, una tranquilidad se extiende por mi pecho al saber que mi hija está otra vez feliz.
—Sí, mi amor. —hago una breve pausa para seguir —Puede ser que tu padre esté un poco ocupado y no pueda hablar mucho, ¿no importa?
Rápido, niega varias veces.
—No, mami, no importa.
Marco en el celular el número de Alonso y en unos cuantos segundos se escucha su voz a través de la línea.
—¿Ocurre algo malo, Adara? —inquiere con voz preocupada.
—No ha ocurrido nada malo, Alonso —me apresure a decir para que no se preocupe — es que Aurora quería hablar contigo.
Su respiración comienza a regularse, un sentimiento de culpa se instala por a verlo asustado cuando estaba ocupado, aunque él debería de saber que no siempre que lo llame es por algo malo.
—Está bien, Adara, pásame a nuestra hija para que hablemos.
Coloco el celular en altavoz, se lo pasó a Aurora para saber qué le dice Alonso.
Ella lo agarra con cuidado colocándolo en la oreja pensando que ella sola va a escuchar la conversación.
—Hola, papá —una risa que escapa de sus labios.
—Hola, costalito, ¿Cómo has estado?
Su sonrisa se extiende más al balancearse un poco de adelante y atrás en el sillón, una pequeña sonrisa también se instala en mis labios al saber que ella está feliz.
—Todo está bien, papi, igual estoy con mamá, con ella siempre estoy bien y nada me pasara.
una pequeña presión se instala en mi pecho al saber que no he estado haciendo tan mal mi rol de madre como algunos de me dicen, si ella supiera cuanto me llenan esas palabras tan hermosas.
—Eso es verdad, pero dime costalito, ¿Qué me querías decir?
Recuesta su cuerpo en el respaldo del sillón cruzando sus piernas, para concentrarse en la conversación.
—Pue…
Sin poder contenerme la corrijo:
—Es, pues, Aurora.
Me observa un momento para poner los ojos en blanco e ignorar la corrección que hice.
—PUE —repite firme antes de seguir — quería ir con mamá y contigo al parque hoy.
Cruzo mis brazos a la altura de mi pecho por como ella fue de terca y a pesar que la corregí volvió a decir la palabra mal; a veces tiene un carácter complicado que me pregunto a quién se parece, pero rápido se descarta la idea de saber, es mucho mejor así.
—Costalito, hoy no vamos a poder porque como ya te dijo tu mamá estoy trabajando, pero el domingo prometo que saldremos los tres al parque, ¿te parece?
Los ojos azules de Aurora vuelven a brillar con más fuerza al emocionarse por las palabras de su padre.