Mi padre, Daniel Sanper, ha llegado después de ir a hacer negocios con un ex socio de la empresa.
Lo más curioso y lo que me tiene con los nervios de punta que es también viene mi hermano mayor, Dellen.
Hace más de dos años que no lo veo, nos hemos distanciado mucho por el nacimiento de Aurora y no voy a decir que él no la quiere, pero su comportamiento con Alonso y conmigo no es igual.
Dante a pesar de que también estamos distanciados, nos habla, nos apoya y nos ayuda cada vez que lo necesitamos, pero con Dellen no, Aurora nació y fue como poner una barrera entre nosotros como hermanos y eso es igual con Ashton.
A ninguno le gusto la idea de que fuéramos a tener un bebe, más porque yo en ese momento era muy joven y pesaron lo peor de Alonso por ser mayor que yo.
Estaba muerta de los nervios, no sabía como iban a reaccionar mis padres cuando les contara que estaba embarazada.
Alonso había salido a comprarme un dulce porque no me quedaba quieta, aquí en mi habitación sigo igual de ansiosa, no es mi culpa tener miedo por las reacciones de todos.
Siento como la puerta de mi habitación abre y sé que es Alonso, él siempre entra sin tocar las puertas, muy pocas veces la ha tocado.
-¿Estás lista? -siento su voz detrás de mí, pero prefiero no contestar.
Me volteo para dejar de ver la ventana y verlo a él, ver sus ojos azul claro me trasmite una tranquilidad asombrosa.
Un día escuche que los ojos son la puerta del alma y tiene mucha razón, aunque él no me diga lo que le atormenta, sé muy bien que es, está grabado en sus ojos que se siente culpable por lo sucedido.
Veo como se lleva la mano a la parte de atrás de su cuello rascándose un poco por los nervios, lo sé porque lo conozco muy bien.
-Adara, ¿me estás escuchando? -pregunta con una mirada interrogativa.
Ruedo los ojos y me acerco más a él.
-Si, si te escuché.
-¿Entonces?
Termino de acercarme a él y lo empujo con mis manos haciendo que se mueva un poco hacia atrás.
-Deja de hacer preguntas, Alonso -digo con diversión-. ¿Me trajiste mi dulce?
Una expresión de tranquilidad pasa por su rostro y una sonrisa.
-Sabes que sí.
Eso fueron momentos que mi mente nunca va a olvidar.
Fue la última cena que tuvimos como familia, después cada vez que nos sentábamos en la mesa solo nos miraban con reproche y no nos dejaban comer bien en lo que cabe, porque cuando comenzaban a sacarnos en cara mi embarazo me daban náuseas así que me iba y Alonso también.
Creo que los únicos que se tomaron todo con calma fueron nuestros abuelos, fueron los únicos que nos apoyaron incondicionalmente de lo que pasaba en casa.
La otra parte de la familia a enterarse del embarazo fué peor, criticándonos y diciendo que nuestra hija podía padecer de alguna enfermedad porque nosotros llevábamos la misma sangre.
Si ellos supieran la verdad en ese momento nunca hubieran dicho nada, mucho menos crear inseguridades en mí.
Eran tan fuertes todo lo que decían que de verdad no entiendo como es que sigo aquí, pero cuando veo a mi pequeña siento que todo mis esfuerzos valieron la pena y nunca me arrepentiría de haberla traído al mundo.
Consejo de la vida, no importa que digan de ti, las personas siempre van a hablar, hagas algo bien o hagas algo mal, sigue con tu vida, omite las críticas o lo que sea que te estén diciendo, eso no tiene importancia al menos que tú le pongas atención.
Nunca lo olviden, esto me hubiera gustado saberlo hace muchos años.