Mis padres hace media hora que se fueron de la casa para ir a buscar a Dellen y a su prometida.
Alonso, Dante, Aurora y yo nos iremos en el carro de Alonso hasta el restaurante que mis padres habían reservado para cenar.
Decidiendo por las escaleras con cuidado ayudando a mi hija a bajarlas también, al final de las escaleras puedo ver a Dante y Alonso esperándonos.
-¡Tío Dante!
Cuando termina de bajar las escaleras va corriendo a los brazos de Dante con su hermoso vestido azul de mariposas blancas.
-Princesa, estás hermosa.
-Sí, tío ya quiero montarme en el carro, vamos, vamos.
Dante nos da una mirada a Alonso y a mí y nosotros asentimos en señal de respuesta.
Alonso me espera al final de las escaleras extendiendo su mano hacia mí y al llegar agarro su mano y nos a partamos de las escaleras.
-Hoy está muy preciosa, señora Sanper.
Una risa traviesa se escapa de mí y le contesto:
-Oh, muchas gracias, señor Sanper, tengo que decirle que usted también luce muy bien.
Él me hace dar una vuelta y suelta un chiflido, me sonrojo por eso.
-No tanto como tú, amor mío, te lo aseguro.
Nos quedamos mirando el uno al otro, amo el color de sus ojos, sus mejillas, sus labios, todo de él.
No me importa lo que los demás piensen porque nunca sabrán lo que pasa detrás de una fotografía que se ve bien.
-Bueno, vamos al coche qué seguro nos están esperando.
-Tienes razón vamos al coche.
Salimos de la casa y en la acera estaba el carro de Alonso que por hoy lo iba a manejar Dante.
Yo me ubico en la parte de adelante como copiloto y Alonso en la parte de atrás con nuestra hija.
[...]
Veinte minutos más tarde Aurora no paraba de preguntar que si ya íbamos a llegar.
-Mama, ¿ya vamos más cerca?, es que, ¿levamos?, no, no, no, ¿llevamos?, ajá, eso, muchas horas.
Alonso y Dante se ríen de Aurora y a mí ya me está comenzando a doler la cabeza, no porque mi niña pregunte mucho si no porque estoy a nada que me viene mi periodo.
-Mi amor, debe faltar lo mismo que te dije hace un minuto.
-Está bien, mami -se resigna, para después ver por la ventana del coche.
El coche sé que da aproximadamente nueve minutos en silencio y ya no falta mucho para llegar al restaurante que mis padres eligieron para conocer a la futura esposa de Dellen.
Según Alonso y Dante, ella fué la mejor amiga de Dellen, sin embargo, hace años se fué al extranjero a estudiar, dicen que todos las conocimos, pero yo no me acuerdo de ella.
Bueno, no recuerdo lo que no es importante para mí.
Solo espero que ella logre integrarse de nuevo a nosotros y no haga que él se aparte más de lo que está.
-Oigan, ustedes no han pensado que es raro que un día para el otro Dellen, con lo mujeriego que es, ¿se comprometiera?, con una chica que hace años nadie ve.
Pues en eso tenía razón Dante, Dellen no es del que esconce su relación con alguna mujer.
-Puede ser que no quisiera que los medios supieran, ya saben, cómo él es prácticamente la cara de las empresas seguro quería su relación más privada.
Lo de Alonso tiene lógica, pero esta vez apoyo a Dante.
Volteo a mirar Alonso y con una mirada de disculpa explico:
-Lo siento mi amor, pero ésta vez con cuerdo con Dante, es muy raro que mantuviera su relación escondida durante tanto tiempo.
-A la vez ustedes tienen razón, pero nunca sabremos por qué la ocultó durante tanto tiempo.
-Y por qué le monto tantos cuernos -agregamos Dante y yo a la vez.
Nos reímos los tres juntos, para mí fue un poco extraño después de tanto tiempo volver a reírnos juntos como hermanos.
«Extrañe mucho esto».
[...]
Hace treinta minutos o menos desde que llegamos al restaurante.
Las cosas se sienten un poco incomoda, pero más se nota la tensión que hay entre Dellen y Monica.
Monica no es la típica niña que creí que podía ser, es muy amable y a Aurora le agradó, que eso para mí es una de las cosas más importantes.
Si a ella alguien no le cae bien a mí tampoco, o alguien la trata mal inmediatamente comienzo a detestarlo, creo que a todas las madres nos pasa esto.
-¿Cuándo se van a casar? -preguntó Dante a Dellen.
Con descuido y moviendo la copa en sus manos Monica es la que contesta:
-En cuatro meses.
Para una persona que se iba a casar dentro de poco no se le veía ni se escuchaba contenta.
Creo que Alonso pensó lo mismo que yo porque no miramos sabiendo que algo no andaba bien entre esos dos.
-Querida -habla mi madre-. ¿Ya sabes cuándo comenzaras a buscar el vestido?
Ella se gira un poco para mirar a mi madre regalándole una sonrisa, pero sé seguía viendo sumamente forzada.
-No, todavía no sé, pensaba llamar a una amiga para que me ayudara con eso, Señora Sanper.
Mi madre suelta una pequeña risa.
-Ay no, querida, no llames a nadie, Adara y yo te ayudaremos a encontrar el vestido de novia.
-Gracias -masculla, regresando su mirada al plato de comida.
Siento como alguien toca mi mano y me volteo a ver a Aurora.
-¿Dime, mi amor?
Ella mira hacia los lados como si no quisiera que nadie la escuche.
Me hace una seña para que me agache y ella pueda decirme aquello en mi oído.
-Quiero ir al baño, mami.
Ruedo la mi silla para levantarme y hago lo mismo con la de Aurora, agarro su mano dispuesta a irnos al baño, pero una voz me interrumpe.
-¿Para dónde van, Adara?
Me volteo un poco para decirle:
-Voy a llevar a la niña al baño.
Y vuelvo a retomar mi camino con la niña, sin embargo, antes de estar apartadas lo suficiente escucho como Monica se levanta y les dice que también va para el baño.
A paso apresurado Aurora y yo entramos al baño y le digo que entre en el primero que nos encontramos.
Mientras la espero me miro al espejo sin interés.
Monica entra unos segundos después y me dedica una sonrisa.