Me despierto sobresaltada y con la respiración acelerada, cubierta de sudor por todos los lados de mi cuerpo, paso una de mis manos por mi frente para quitar un poco el sudor y después la paso por mi cuello para hacer lo mismo.
Estiro mi brazo izquierda para agarrar mi celular que está en la mesita de noche, cuando lo tengo en mis manos lo enciendo para ver la hora y me doy cuenta que apenas son las tres y media de la madrugada.
Suelto un suspiro, vuelvo a ubicar el celular en la mesita de noche, con cuidado me quito las sabanas y pongo mis pies en el suelo buscando mis pantuflas para colocármelas, cuando me las coloco me pongo de pie intentado hacer el menor ruido posible.
Me volteo y acomodo mi almohada para que ocupe mi lugar y así evitar que Aurora se caiga de la cama cuando de vueltas, le doy una mirada a mi hija que duerme plácidamente casi encima de su padre con sus labios medio abiertos y sus brazos extendidos, en cambio Alonso duerme boca abajo y su rostro esta tapado con la almohada así que no puedo verlo muy bien, pero me imagino que debe de tener un poco de baba bajando y eso me hace sonreír, aunque suene un poco asqueroso.
Camino hacia la puerta con cuidado para no despertar a ninguno de los dos, al salir de la habitación cierro la puerta con sumo cuidado intentando hacer el menor ruido posible, cuando lo logro suelto un suspiro y comienzo a caminar hacia las escaleras.
De todo lo que paso ayer, nunca me espere que mi madre me abrazara, había pasado tanto tiempo de aquello, hasta me sorprendió ver a mis tíos y a Victoria que por cierto se quedaron a dormir porque no podían regresar a altas hora de la noche a su casa que queda a tres horas de aquí.
Me hubiera gustado que estuvieran Asthon y a pesar de todo Delanci, lo queramos o no somos hermanos, pero creo que va hacer imposible eso.
También hace bastante tiempo que no veía a Emmanuel, el mejor amigo de Dante desde su adolescencia, ayer de verdad fue un día de sorpresas que nadie se esperaba, no por mi parte.
Cuando paso por la enorme sala me dirijo hacia las puertas que están hechas con vidrio y las abro con cuidado intentado que ellas al deslizarse no hagan algún ruido que pueda despertar a alguien.
Salgo de la sala hacia la frescura del patio, ahora siento la noche un poco fría, pero no lo suficiente como para ponerme un abrigo.
Hoy la luna esta hermosa, no hay nada a su alrededor, la madrugada se ve despejada y gracias a la luz del sol que está en la otra parte del mundo ella tiene esa luz tan hermosa.
Recuerdo que mi abuelo siempre que nos quedábamos en su casa por navidad él nos contaba la grandiosa historia del sol y la luna, también recuerdo que todos nos sentábamos a su lado o en el suelo de la sala esperando que el comenzara el relato.
Él decía que, la luna y el sol en un atardecer se vieron por primera vez mientras la luna subía para dar inicio a la noche y el sol bajaba para dar inicio al día, dicen que desde ese momento se quedaron profundamente enamorados, más solo se podían ver unos escasos minutos o segundos de pendiendo a la temporada del año, hasta que un día paso lo que ahora llamamos eclipse, la luna y el sol se juntaron y se pudieron amar unos escasos minutos, pero para ellos esos escasos minutos fueron los mejores, desde entonces esperan con gran alegría que ocurra un eclipse para ellos poderse amarse.
No hay nada oculto a través de esta historia, solo es una historia que me gusta contar y así recordar a mi difunto abuelo que ahora descansa.
Aunque pensándolo bien la historia tiene una mini reflexión, me parece una historia que fortalece el amor, porque a pesar que no se podían ver confiaban que el otro siempre lo amaba.
A veces nosotros no sabemos amar como alguien más lo espera, cada quien tiene su tiempo para amar, pero a veces ese tiempo se va agotando para irse tan rápido como llego.
Por ejemplo: yo sé que amo a Alonso, toda mi vida lo he amado en silencio hasta lo ocurrido, pero nunca pensé que él también sintiera lo mismo por mí, aunque era evidente siempre he sido muy despistadas para esas cosas, no puedo pronunciar lo que él espera oír de mí, me da miedo cuando esas palabras de amor intentan salir de mis labios, siento que no estoy lista para decirlas, pero a veces me gustaría pensar que si lo estoy.
Amar a alguien no es amar y ya, aunque muchos pensemos de ese modo no es así, el amor no es solo querer a la persona porque tiene una cara bonita o un cuerpo que resalta a la vista, para amar hay que hacer que esa persona te permita hundirte en su corazón si esa persona quiere, porque si no es así lamento decirte que te engañan, alguien que te quiere o te ama hablara contigo de lo más mínimo a lo más importante. Solo digo mi opinión cada persona tiene la suya y se le respeta porque en esta vida se trata de un poco de respeto, aunque algunos no lo tengan.
Estoy tan metida en mis pensamientos que no me percato que alguien se a ubicado al frente de mí.
—¿Qué haces afuera a esta hora Adara? —Dice una voz un suave y un poco delicada ya de alguien un poco mayor.
No hace falta ser un adivino para saber quién me estaba hablando.