—Te he hecho una pregunta Adara, ¿Qué haces afuera a esta hora de la madrugada?
Al mirarla puedo notar como otra vez a cambiado, ya no está su mirada calidad sin reflejo de rencor o dolor como hace algunas horas, en su lugar está su mirada fría con la mescla de decepción que siente hacia mí.
—Solo no he podido dormir bien mamá.
Al decir eso ella se voltea dándome la espalda y ya no puedo ver esos ojos que son idénticos a los míos.
—Sera la conciencia que por fin está haciendo acto de presencia en tu vida para que veas lo que has hecho con ella. —menciona en un todo fuerte y amargado.
« hay vamos otra vez » pienso.
Cansada ya de lo mismo le digo:
—Si tienes algo que decirme, dímelo. —comenté lo más relajada que pude sonar.
No quiero que ella y yo discutamos porque se cómo termina esto, no me gustaría tan pronto borrar todo lo que paso ayer.
—Han pasado cinco años desde que nació la niña y tu amarraste a mi hijo —dice.
Se voltea haciéndonos quedar frente ha frente otra vez.
Suelto un suspiro, de verdad no quiero hablar otra vez del tema.
—Por favor, mamá, hoy de verdad no quiero discutir ni hablar el tema —No había terminado de hablar cuando ella alzo su mano y me interrumpió.
—Entonces cuando, ¿ah?, cuando vas a aceptar que tu hija es un error. —Ella comienza a levantar un poco la voz, pero no demasiado como para que alguien además de nosotras dos escuchemos.
—¡Por favor mamá¡ estás hablando de tu nieta te guste o no.
Cierro los puños a mis costados intentando controlarme y no alzar la voz como hace unos minutos.
En serio no puedo creer que mi mamá dijera que Aurora era un error, prácticamente menciona que era mejor que nunca hubiera nacido.
—Se lo que estoy diciendo, amo a la niña con todo mi corazón porque es mi primera nieta, pero la verdad duele, Adara, duele mucho.
Lo vuelve hacer, me da esa mirada cargada de rabia y decepción que siempre recibo por parte de ella.
Me gustaría decirle que hay cosas que no son lo que parecen, pero ¿para que?, igual ya no sirve para nada algo que ya paso y se intenta olvidar día a día.
—Todavía nos se porque no nos quieres ver juntos se... —vuelve a interrumpirme, odio que haga eso.
—No, tu no entiendes nada, ustedes no entienden lo que yo siento al verlos juntos.
Me quede callada por un momento intentando elegir las palabras correctas para decirle:
—¿Qué puedo hacer yo mamá? —pregunte sin importancia.
—Dejar que haga su vida a lado de otra mujer, porque tu no lo eres.
Ruedo los ojos.
—Mamá. — intento hablar, pero otra vez ella me interrumpe.
—Espera, déjame hablar, sabes muy bien que tengo razón, si no fuera porque tu quedaste embarazada Alonso estuviera con una mujer de su edad, no contigo.
—Sé que te duele ver a tus dos hijos juntos como una pareja, pero tú ya lo dijiste, han pasado cinco años casi seis desde que ella nació y practicamente siete desde que se enteraron que él y yo íbamos a tener un bebe. —Hable un poco rápido para que ella no tuviera la oportunidad de interrumpirme.
—Tú no sabes lo que yo sentí al enterarme que mis hijos iban a tener un bebe, ¡ustedes son mis hijos¡, me duele en el alma verlos juntos. —Pasa su mano por su liso y rubio cabello.
—Explícame entonces, ¿Por qué te duele vernos juntos?
Hay un breve silencio entre las dos que está cargado de tensión.
-—Porque son mis hijos —dice despacio —. Los crie como hermanos para que se amaran como hermanos no como pareja, yo no puedo aceptarlo, simplemente no puedo.
—Mamá...
—¿Sabes porque no lo acepto?
—No. —respondí mientras negaba.
—Porque sé que alguno de los dos se terminara rompiendo el corazón.
Me quedo en silencio sin saber que decir, sé que, si Alonso se fija en alguien más, eso me va a doler mucho, pero no lo detendría, nunca lo detendría a mi lado cuando él ya no me ame.
—Cuando uno de los dos llegue hecho pedazo por el otro, yo no podré hacer nada, porque nunca hablaría mal de ninguno de los dos.
—¿A qué viene todo esto mamá?
—Solo te estoy diciendo lo que les puede ocurrir si siguen juntos, yo no quiero ver a ninguno de los dos mal por el otro.
—No creo que eso ocurra. —Digo fingiendo confianza.
—Sé que en los más al fondo de tu corazón sabes que eso puede ocurrir.
« Lo se, mamá, lo se ».
—Si solo venias a decirme eso, ¿me puedes dejar sola? —menciono con calma en mi voz, aunque por dentro este echa un lio.
—Claro. —ella se da la vuelta y comienza a caminar a dirección de la casa.
Pero cuando va a mitad de camino se detiene, gira la cabeza hacia donde yo me encuentro y dice:
—Nunca olvides que algún día puedes dejar de ser la dueña de ese corazón.
Así retoma su camino hasta desaparecerse por las enormes puertas de vidrio.
Al quedarme sola reflexiono en las palabras de mi madre, ¿y, si tiene razón?, ¿si Alonso se enamora de alguien más?, lo dejaría para que fuera feliz eso está claro, ¿si se olvida de mi hija?, no, no creo, ¿nos seguirá queriendo?, son tantas preguntas que vienen a mi mente, que mi madre me dejo con ellas.
Ella me está haciendo dudar de mis sentimientos, no me gusta pensar en nada que tenga que ver con alejarme de Alonso, pero sé que si eso pasa yo no podría hacer nada, solo apartarme porque se si fuera al revés el haría exactamente lo mismo.
Ya han pasado muchos minutos o tal vez más de una hora desde que estoy afuera, la luna se ha movido bastante desde que he llegado aquí, así que comienzo a caminar hacia el interior de la casa, cierro las puertas de vidrio con sumo cuidado.
Cuando volteo puedo ver a alguien acercándose a mí y ya se de quien se trata cuando queda a cuatro pasos de distancia.
—¿Por qué estas levantado? —le pregunte.
—Vine a buscarte.
—Ya iba a la habitación, Alonso. —digo mientras niego divertida.