Este capítulo es un poco más largo que los anteriores.
Estábamos sentados cinco filas atrás de donde habían ubicado a nuestra hija.
Hoy era el día de la promoción a primaria, estoy tan feliz de ver lo rápido que mi pequeña ha crecido, ya que en algunas semanas ella cumplirá seis años.
Es tan interesante ver como el tiempo se va acortando cada vez más y nosotros no nos damos de cuenta de esas cosas tan mínimas.
Solo espero que en un futuro nunca me queje de no estar presente en los momentos más importante de mi hija, he escuchado a tantas mujeres adultas quejarse que se perdieron de tantas cosas de sus hijas que me dar temor que me pase eso con la mía.
—¿Adara?
Al escuchar la voz de Alonso volteo mi cabeza a su dirección.
—¿Si?
Él me dedica una de sus sonrisas que tanto amo, creo que estarán cansados de escucharlo, pero es la verdad.
—Ya Aurora va a pasar.
—Okey. —respondo.
Termina de bajar de la tarima uno de los compañeros de mi pequeña pasan a llamarla:
—Pase a la tarima para recibir su promoción para primaria, Aurora Sanper. —al escuchar como la nombraban Alonso y yo comenzamos a aplaudir.
La maestra encargada sube a la tarima con mi pequeño y hermoso angelito para que ella pueda recibir su título, antes de bajar de la tarima el fotógrafo toda una foto de ella con su maestra y bajan.
Vuelven a ubicar a Aurora en su sitio y ella se queda sentada con una enorme sonrisa en el rostro.
«Me hace tan feliz mi pequeño angelito, la amo tanto».
Suspiro para recargar mi cabeza en el hombro de Alonso y esperar que la graduación termine para poder irnos.
—Las amo. —escucho que dice el rubio
Alzo un poco mi mirada y con una sonrisa en mis labios le respondo:
—Nosotras también. — vuelvo a recostar mi cabeza.
[...]
[...]
Ayer festejamos el cumpleaños de Alonso, solo nosotros tres ya que él no quería a nadie más, también llame para felicitar a Dante el cual nos invitó a una reunión que iban hacer en la casa, pero mi querido novio no quiso asistir, no intente llamar a Delaci ya que lo más seguro es que no me respondiera.
Hoy es primero de agosto, un día como hoy nació mi pequeña aura de alegrías, estoy tan, tan feliz, ya son seis años desde que la vi nacer, aunque muchas veces me pregunte si estaría a salvo conmigo, hoy me doy de cuenta que sí, ella está bien conmigo.
No soy la mejor madre del mundo creo que ninguna lo es, porque todas tenemos defectos que intentamos ocultar por el bien de nuestros pequeños, pero hay veces donde se nos hace difícil seguir así, lo digo por experiencia.
Estoy agradecida con Dios por a verme enviando a mi pequeño angelito y a mi otro ángel mayor, sin ellos no sé qué sería de mí.
—¡Mami! Ya estoy lista.
Aurora entra a la habitación bailando y dando güiros con su vestido rosa claro.
Hace tres días fuimos a la tienda para elegir lo que ella usaría hoy, ya que mi madre le organizó una fiesta de cumpleaños.
A pesar de las cosas no quise decirle que no, igual es su nieta y tiene derecho a compartir con ella, así también mi hija aprovecha de ver a su abuelo que lleva días preguntando por él.
Termino de soltarme mi cabello castaño oscuro y me peino un poco, pero no tanto como para que se me vallan los pequeños risos que ya están.
—Okay mi amor, yo también estoy lista, así que vamos a buscar a tu papá. —dije.
Ella me regala una sonrisa al igual que yo a ella, sujeto su mano para salir de la habitación y buscar a su padre:
—Aurora, ¿sabes dónde está tu padre? —le pregunte.
—Si mami, él está en la cocina.
Suelto con cuidado su mano para decirle:
—Ve a la sala a ver un poco de televisión mientras voy a buscar a tu padre, ¿okay?
Ella asiente.
—Sí, mami.
Veo como ella va corriendo a la sala que está un poco retirada de la cocina, pero no tanto.
Cuando entro veo a Alonso con su celular en mano un poco serio así me que quedo en el marco de la puerta y lo llamo:
—Alonso. —lo llame.
Él deja su teléfono instantáneamente y yo frunzo mi entrecejo.
—¿Qué ocurre? —pregunta el rubio.
Me acerco más al él hasta estar a una distancia muy mínima.
—¿Estas bien? —le pregunte claramente preocupada al ver su rostro de cansancio.
Él suelta un suspiro y mira hacia la sala donde se encuentra nuestra hija viendo la televisión.
—No te preocupes bella Ada —me dice mientras pasa unas de sus manos por mi mejilla —. Solo estoy un poco estresado con el trabajo.
Agarro su mano entre las mías y la comienzo acariciar suavemente.
—Yo también estoy trabajando para quitarte cargas Alonso, esa es la principal razón por la que decidí trabajar, para que no te estresaras de más.
—Lo sé, lo sé, pero es inevitable que no lo haga, desde ahora hay que comenzar ahorrar para el futuro de Aurora y el tuyo. —comenta un poco alterado.
Bajo su mano de mi mejilla y entrelazo mis dedos con los de él.
—Te entiendo, pero también tienes que entender que de nada vale que dures horas en el trabajo ganado mucho más dinero, si tu hija no te siente cerca y ya suficiente tiene que yo ya no este con ella en las tardes como antes Alonso, así que te voy a pedir que por hoy dejes el tema hasta aquí para irnos al cumpleaños de nuestra hija y regresar temprano, ¿está bien? —pregunte con autoridad.
—Si mi amor, está bien.
Suelto su mano y me pongo de puntillas para lograr alcanzar sus labios y darle un beso.
[...]
—¡Primis! —grita Victoria a penas me ve.
Agito mi mano en señal de saludo hasta que ella termina de acercarse para así poder hablar de cerca:
—Hola Victoria, ¿Cómo has estado?
Ella me envuelve entre sus brazos y yo con los míos, todavía abrazadas me responde:
—Estoy muy bien Ada, gracias por preguntar. —termina de decir mientras no separamos del abrazo.