Nuestra Vida Juntos

Capítulo 22

Llego del trabajo dos horas antes de lo común.

Dejo mi bolso en el sofá y me dirijo hacia la cocina para beber agua.

Hoy no estoy preocupada por la niña ya que la deje con mi madre y que me la trae después de cenar, así que tengo tiempo de descansar un buen rato.

Dejo el baso en su sitio y camino hasta la habitación, al abrir la puerta descubro el cuerpo de Alonso acurrucado en mi lado de la cama con una foto de nosotros tres que tomo Dante en la boda de Dellen y Mónica.

Me termino de acercar con cuidado para depositar un beso en su frente, agarro la manta que está cerca de sus pies y lo arropo con cuidado de no despertarlo.

Me alejo de él para ir a baño a ducharme.

[...]

Salgo de la ducha enrollando bien la toalla en mi cuerpo para así no dejar nada a la vista, aunque es un poco estúpido teniendo en cuenta que Alonso ya me ha visto más de una vez en ese estado.

Al salir del baño me doy de cuenta que Alonso ya está despierto y se encuentra en la orilla de la cama mirando hacia mi dirección.

—Hola, Lonso.

—Hola, costal. — me da una sonrisa leve sin ánimos.

Me acerco hasta él bajando mi cabeza y sin pensarlo mucho uno nuestro labio en un pequeño beso.

No me correspondió el beso así que pensé que de verdad algo andaba mal y no me estaba gustando.

—¿Paso algo?

El con cuidado me aleja un poco y yo incomoda acomodo mi espalda para no tener mi cabeza agachada.

—Me gustaría hablar contigo de algo muy importante, ¿okay?

Sin pensarlo mucho asiento, voy al guarda ropa a buscar algo rápido y cómodo para ponerme mientras pienso con preocupación en que me dirá Alonso.

Se veía un poco inquieto y eso no es muy buena señal.

Al terminarme de vestirme me acerco nuevamente a él.

—¿Me das un espacio para sentarme?

Asiente y quita sus piernas dándome el espacio que necesito para sentarme.

Cuando ya estoy sentada a su lado digo viéndolo:

—Ahora sí, dime, ¿Qué ocurre?

Su mirada cae al suelo y muerde sutilmente su labio inferior.

—Yo... yo... —se relaje sus labios para seguir—: lo lamento tanto, Ada, de verdad, lo lamento.

Lo examino sin entender muy bien lo que sucede.

—¿Qué...? —balbuceo—. ¿Qué pasa, Lonso?

En su mirada puedo ver una tristeza mezclada con un temor que nunca había visto antes en esa mirada azul cielo que me encanta.

—No me odies, Ada —murmura en un tono de súplica—. Solo perdóname.

Algo muy dentro de mí se remueve, las palabras de mi madre comienzan a surgir en mi mente como si tuvieran vida propia, también su distanciamiento estas últimas semanas

Con cuidado ubico mis manos en sus mejillas haciendo un poco de presión para que mire hacia arriba, para que me mire a mí.

—Dime, ¿qué está pasando?

Él ya no esquiva mi mirada, me mira y lo que dice no pensé que pudiera hundirme tanto:

—La besé. —Aparto mis manos de su cara, me muevo buscado la mayor distancia entre nosotros, tratando que mi corazón no lo ame tanto para que deje de doler.

Supongo que no va a decir más nada, que dejará eso así, que solo la besó por besarla, pero otra vez, susurra lo que nunca pensé oír de sus labios:

—Me gustó besarla.

Ya no lo puedo mirar, siento como un pedazo de mí se rompe con aquellas palabras que salieron de su boca.

—¿Quieres tener una relación con ella? —le pregunté.

Una vez dije que, si él algún día dejaba de amarme y quería estar con alguien más, yo me apartaría para que él fuera feliz, ya fuera sin mí.

—Sí, sí quiero tener una relación con ella.

No voy a negar que me siento mal, siento que él buscó algo en ella, que pensó que con nosotras no iba a encontrar y eso me duele, porque yo se lo dije tantas veces, pero él prometió nunca irse.

Ya veo que no pudo con una simple promesa.

Al levantarme de la cama que un día compartimos le doy la espalda para respirar profundo y antes de irme decir lo que tengo que decirle:

—Espero que estés bien en tu relación, no te tienes que preocupar por nosotras, ya no nos volverás a ver, no por el momento.

Me voy de esa habitación que hace meses guardaba momentos felices, pero que hoy solo me recuerda un corazón roto por un hombre que pensé que era; el amor de mi vida.

Tengo muchas ganas de llorar, me muerdo el labio inferior para contener un poco las lágrimas que mis ojos quieren derramar.

«No puedo creer que me hiciera esto» pienso.

Todas las cosas que tanto luchamos ya no valen nada, ya no sé cómo debo de sentirme al respecto.

Paso mi mano por mi frente mientras me acerco al sofá para agarrar mi bolso.

Cuando lo tengo conmigo comienzo a sentir mis pasos pesados, como si no quisiera irme de este lugar que sentía como un hogar.

—Costal —escucho como me llama y detengo mis pasos mas no me volteo para verlo.

—No te vayas así —dice.

Eso me hizo sentir molesta.

«Como se atreve».

Intentando calmarme me volteo para mirar a esos ojos azul cielo que me tenían tan enamorada.

—No vuelvas a decirme así Alonso.

Alonso aparta un momento su mirada de la mía y cuando me vuelve a mirar puedo ver la tristeza a través de esos ojos azules que amo.

—Lo entiendo, pero no es necesario que te vayas, esta también es tu casa —agregó.

Suelto un suspiro de rendición y esta vez soy yo la que aparta la mirada porque sé que no puedo decirlo mirando a sus ojos, a esos ojos que quieren a alguien más.

—Esta ya no es mi casa.

—Claro que lo es —afirmó él.

Suelto una pequeña risa como si me divirtiera la situación, pero solo lo hago para ocultar el dolor que siente mi corazón al escuchar su voz.

—No, ya no lo es, esta era nuestra casa —hablo despacio —. Era nuestro hogar, pero si ya no hay un nosotros, no veo porque yo deba de seguir estando aquí —asegure esta vez mirando sus ojos azul cielo.

Antes que pueda decir algo o hacer algo salgo rápidamente de ese departamento dejando al hombre de mi vida allá a dentro queriendo a otra mujer que no soy yo.



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En el texto hay: familia, bebes, amor

Editado: 21.06.2024

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