Dos años y medio después.
Adara.
Retiramos nuestras maletas y sujeto con fuerza la mano de Aurora.
Vamos caminando por el aeropuerto hasta que veo a dos rostros familiares que nunca me podría olvidar.
—¡Adara! –gritaron juntos.
Una sonrisa se instala en mi rostro mientras terminamos de acercarnos.
—Mia, Lian –mencione—: ¿Cómo han estado?
—No tan bien como tú, eso te lo aseguro –comentó Mia a la vez que se acercaba y me rodeaba en un abrazo.
Suelto la mano de Aurora y le dedico una mirada para que entienda que no se debería mover de donde está, así le devuelvo el abrazo a Mia.
—¡Oigan! no me dejen por fuera —reclamo Lian.
Después de decir eso se nos une en el abrazo y sin poder evitarlo todos comenzamos a reírnos.
Nos separamos para que ellos pudieran saludar a Aurora.
—Estas inmensa –afirmó Lian.
—Sí, ya sabes lo que dicen, los años pasan volando y ellos crecen.
—Bueno ahora lo importante, ¿te quieres quedar con nosotros? –preguntó Mia.
Con una mirada apenada le digo:
—Si no les estorbamos, se los agradecería mucho.
—No se digas más, vámonos.
Lian nos ayudó con las maletas mientras nosotras tres íbamos a delante para dirigirnos a la casa de ellos.
[...]
—¿Mañana la vas a llevar con su papá?
Suelto una pequeña exhalación.
—Es lo que debo hacer, él es su papá, aunque él quiera formar otra familia, ella siempre será su hija.
Mia asiente.
Veo la hora en el reloj de la sala y marca que son las diez y un cuarto, para no seguir hablando del tema le pregunto:
—¿Cómo van tú y Lian?
Una sonrisa de enamorada se instala en los labios de Mia.
—Vamos muy bien, de verdad que nunca imagine que terminaría comprometida con él, aunque no te niego que a veces me sigue cayendo de la pata y le digo rata inmunda, pero gana más el amor que le tengo.
Sin poder evitarlo aplaudo.
—Me alegra tanto Mia, de verdad ustedes merecen lo mejor de lo mejor.
[...]
—Mamá.
Dirijo mi mirada a Aurora.
—Dime, mi amor.
—¿Papá sabe que vamos?
Frunzo el ceño.
—Claro que sabe mi amor, pero ¿por qué la pregunta?
—Porque sé que no te gusta hablar con papá desde que tiene a esa regazza esta en su casa.
Me sorprendió lo que habló, pero no está más cerca de la verdad, también recuerdo que la última vez que Alonso fue a Italia, peleamos un poco porque llevo a su novia a pasar tiempo con mi hija y lo único que hizo fue decirle que su papá se olvidaría de ella cuando ellos dos tuvieran hijos.
Eso me hizo enfurecer mucho cuando Aurora me lo contó.
Me agacho un poco hasta llegar a su tamaño.
—Mi pequeña aura de alegrías –comento mientras le dedico una sonrisa —Tu padre seguirá siendo tu padre igual que él este con otra chica o tenga hijos, tu eres la luz de sus ojos, sin importar las peleas que él y yo tengamos, déjanos esto a nosotros, tú solo disfruta a tu padre que un día puede ser demasiado tarde para eso.
Puedo apreciar en el momento instante donde su mirada vuelve a estar feliz.
—Está bien, mami.
Me levanto y justamente en ese momento se abre el ascensor.
[...]
—La vengo a recoger después de las siete, ella se duerme más tardar a la ocho y media.
Asiente, desvió mi vista hacia mi hija para agacharme, darle un beso en su mejilla y abrazarla.
—Bueno mi amor, pórtate bien y hazle caso a tu padre.
—Si mamá.
Me vuelvo a levantar para mirar por a Alonso.
—Por favor, cuídala Alonso.
Él solo asiente en silencio, veo que esa mujer si lo ha cambiado, la debe de amar tanto.
Por un momento bajo la mirada ante sus ojos azules, pero rápida mente la vuelvo a subir para despedirme de ellos.
—Adiós.
—Adiós – por fin escucho su voz mucho más gruesa que la última vez que hablamos.
Por un momento mi corazón comienza a latir más rápido, pero igual de rápido como comenzó a latir se calmó al recordar que él ya no era nuestro.
—Hasta luego mi vida.
—Hasta luego mamá.
Nos despedimos agitando la mano y salgo del nuevo departamento de Alonso.
[...]
—Tienes que estar en mi boda.
—Lo intentare lo prometo.
Ella se dirige de nuevo al probador.
Algunas veces si me pude imaginar cómo sería si ellos dos terminaran juntos, pero como se llevaban tan mal nunca pensé que años después estuvieran a nada de casarse.
Mia vuelve a salir del probador, esta vez con un vestido corte sirena, comenzaba con blanco en la parte de arriba y a medida que se iba bajando este color desaparecía dándole espacio a un color dorado con mucho brillo al final.
—¿Qué te parece? –pregunto con una sonrisa.
Levanto el número diez que me dieron desde que ingresamos y con una sonrisa le respondo:
—Me encanto.
Ella da un salto y a la vez comienza a dar vueltas con el vestido.
—¡Ya tengo vestido!
Suelto una carcajada sin poder evitarlo.
Siento como mi celular comienza a sonar así que dejo de prestarle atención a Mia por un momento.
Al revisar quien era vi que estaba llamándome Alonso me imaginé que ya quería que pasara buscando a la niña, aunque a la vez se me hizo extraño todavía faltaba una hora para ser la siete.
—Bueno –conteste.
Podía escuchar la respiración acelerada de Alonso más no su voz.
Frunzo el ceño.
—¿Qué paso, Alonso? –volví hablar a no escuchar respuesta de su parte —. ¿Quieres que pase a buscar a la niña?
En ese momento pude escuchar cómo estaba claramente llorando y me alarmé.
—La beba no está, Adara, perdí a la niña.
Eso fue lo último que escuche antes de colgar la llamada y salir corriendo a dirección de su departamento.