El tacto de su mano en la suya se sintió como un corrientazo que le llegó hasta el corazón y lo hizo sonreír de forma irremediable durante el resto de la noche, miraba su rostro con una mezcla de urgencia por aprender sus rasgos, memorizar sus ojos y sus labios, y una necesidad de perderse hipnotizado en su mirada.
Pensó que era la mujer más hermosa que había visto jamás, su rostro poseía una belleza que lo mantuvo hechizado sin poder apartar la vista de ella, su olor lo hacía temblar.
Se sintió adolescente de nuevo con su chica favorita al alcance de su mano, ella no había cambiado nada, y él había cambiado tanto.
Años atrás.
Romeo insistía con frecuencia a Valario sobre si le gustaba o no Astrid, todos sabían que la pelirroja estaba enamorada de él, sus mejillas se tornaban rojas cada vez que se acercaban, reía sin parar a su lado, Valerio solo era amable con ella como lo era con todos los demás.
A pesar de que Romeo y Valerio eran gemelos idénticos, era la personalidad de Valerio la que resaltaba, siempre con un chiste ingenioso en la punta de la lengua, sonreía a todos como forma de saludo y su elocuencia durante las conversaciones mantenía a todos mirándolo de forma fija, además era bueno para los deportes, en especial la natación, sobresalía tocando instrumentos musicales, cantaba muy bien, tenía las mejores calificaciones y un futuro prometedor.
Romeo destacaba con sus calificaciones; sin embargo, era torpe para relacionarse socialmente, mientras Valerio tenía muchos amigos, para Romeo su único amigo era Valerio. Le tocaba ver como su gemelo salía cada fin de semana a divertirse con amigos y él solo se quedaba en casa leyendo o mirando la televisión.
Aunque su hermano era comprensivo con él la mayoría de las veces, le reclamaba uno que otro día que no salieran juntos, le decía que amaría ver la imagen de los dos saliendo a divertirse con sus amigos, pero Romeo no se sentía cómodo con el grupo de amigos de su hermano.
El olor a champú que desprendía el cabello recién lavado de Astrid hizo que Romeo alzara la cabeza, trago grueso y ajustó el centro de sus anteojos mientras abría mucho más los ojos sobre el delgado y bien proporcionado cuerpo de la pelirroja de piel pálida y brillante, usaba el cabello largo ondulado hasta la mitad de la espalda y faldas cortas que dejaban ver sus piernas estilizadas.
Sintió un manotazo sobre su pecho y se volvió a ver a su gemelo.
—¿Qué? —preguntó en un susurro.
—Te le quedas viendo como sádico de feria.
—¿Yo?, no, normal —titubeó.
—Es bella ¿No?
Romeo pasó saliva y sin dejar de mirarlo a los ojos, juntó todo el valor del que era capaz en ese momento y asintió con la cabeza.
—¿Te gusta? ¿Te gusta Astrid? —preguntó a Valerio.
—¿Por qué? ¿Te gusta a ti?
Negó con un movimiento exagerado de cabeza a la vez que contenía un suspiro y la necesidad de pasar saliva.
Su hermano se echó a reír, se levantó y rodeó a la chica con sus brazos, la besó en ambas mejillas y la tomó de la mano para conducirla hasta el asiento cerca de su hermano junto a la piscina.
—¿Te traigo algo, Astrid? ¿Quieres agua o una gaseosa? —preguntó Valerio.
—Solo agua —respondió con un tono suave y delicado, en la boca de Romeo se dibujó una media sonrisa, adoraba su voz, se mantuvo mirando el suelo incapaz de mirar a la pelirroja.
Romeo se concentró en el ruido a su alrededor: los amigos de su hermano gritaban entre ellos, también se escuchaban los gritos de la organizadora de la fiesta y de su madre, quejándose de lo temprano que llegaron todos a la celebración del triunfo de Valerio en una competencia de natación.
Cuando se acercó Víctor Manuel, uno de los amigos de su hermano, alzo la vista y miró alrededor, ya no era su lugar, ya debía ir a esconderse a su habitación como hacía cada vez que comenzaba a llegar más gente, se levantó de forma disimulada para alejarse sin ser visto, después de todo Víctor Manuel ni lo saludó al acercarse.
—¿A dónde vas? —lo increpó Valerio con mal tono.
—Debo revisar algo en mi habitación —respondió por lo bajo.
—No, no irás —replicó Valerio empujándolo sobre el mueble nuevamente. Romeo sintió el temblor de sus piernas y el sudor que comenzó a brotar de todo su cuerpo, le causaba ansiedad estar entre tanta gente, su hermano lo entendía y no lo presionaba, si le pedía quedarse, era porque lo deseaba cerca, así que hizo un esfuerzo por mantenerse quieto.
Valerio tomó por los hombros a Víctor y lo alejó hacia el otro extremo del sofá mientras le contaba las aventuras que vivió en el hotel después de la competencia de natación. Se sentaron juntos mientras Valerio lo mantenía apretado por los hombros y hundido en el sofá, Víctor Manuel comenzó a reír y a preguntar por la posibilidad de beber alcohol en las noches si estaban en plena competencia.