Nueve meses

Capítulo 7: Astrid

Sabía que debía ir a casa de su madre, pero no podía salir de la cama, se quedaba horas mirando el techo de su habitación de hotel, no dejaba de recordar su conversación con Martino Rossi en la compañía de su padre.

Astrid entró recelosa, miro alrededor de la oficina evitando recordar cuando era pequeña y visitaba a su padre y a sus socios, aspiró aire y batió su cabello, avanzo y se detuvo frente al escritorio del hombre a quien sorprendió mirándola de arriba abajo, se mantuvo sería; sin embargo, rodó los ojos con desdén sin ánimos de ser discreta.

Se sentó sin apartar la mirada fría de los ojos del hombre.

—¿Llegaste ayer? ¿Descansaste?

—Sí, todo bien.

—¿Hace cuánto no venías al país?

—¿Qué tiene para decirme?

Él se sentó tras suspirar, puso ambas palmas sobre el escritorio.

—La empresa está en quiebra, estoy gestionando todo para hacer el cierre este año, claro, con la aprobación de los socios, faltarían ustedes por confirmar.

—¿En quiebra? Es decir, que no has hecho el trabajo para el que se te contrató.

Martino dejó el semblante amable y ella pudo ver cómo se cruzó por su cara una mueca de incomodidad. Sacó ligeramente la lengua y apretó los labios sin dejar de mirarla con fijeza.

—Tu padre tenía cierta reputación que permeó círculos importantes, sabes al final todo eso afecta a los negocios.

Astrid bajó la mirada, tragó con dificultad, tomó aire con disimulo, alzó la vista de nuevo, él la miraba sin pestañear.

—¿No hay algo que se pueda recuperar?

—No, de hecho, vamos a enfrentar problemas para cubrir deudas básicas como sueldos de empleados o intereses y cuotas de préstamos.

—¿Por qué estás aquí? ¿Por qué sigues aquí?

El hombre sonrió de medio lado sin conseguir que su sonrisa llegara a sus ojos.

—Clientes, contactos, conocimiento documentado, yo emprenderé mi propia empresa.

—¡Oh! Vaya, qué sorpresa —ironizó.

Martino sonrió con cinismo.

—Me habían advertido que eras difícil.

—¿Difícil? Para los hombres que una mujer sea difícil significa que no es dócil y manipulable. Pongo límites y cuestiono bastante, eso incómoda a muchos.

—No hablo de géneros, no quieras llevarlo a ese terreno, como una persona y ya, sin género definido: difícil es que le cuesta escuchar y sí, quizás cuestionas demasiado.

—¡Ah ya! Imagínate, gracias por tu observación, tu comentario me será muy útil con seguridad.

—Entiendo tu posición y la de tu familia, aquí solo vamos a requerir de sus firmas. Estoy haciendo todo lo posible para que no tengan que responder por nada, como garantes.

Astrid contuvo la necesidad de cerrar los ojos y suspirar, hizo un esfuerzo por mirar a los ojos al hombre, le dedicó una media sonrisa muy estudiada.

—Te lo agradezco —escupió con dificultad.

Martino sonrió con amplitud, se reclinó sobre la silla mientras alzaba el mentón sin dejar de mirarla.

—¿A qué te dedicas, Astrid?

—Soy editora en una revista de moda en Europa: Clase.

Martino alzó una ceja, dejó de sonreír y enderezó su espalda.

—Vaya, impresionante.

—No soy jefa, aún, así que mi sueldo no es impresionante.

El hombre sonrió de nuevo con amplitud, movió su cabeza en un gesto que a Astrid le pareció coqueto.

—¿Estás casada?

Rodó los ojos y negó.

—Soltera.

Martino soltó una carcajada suave, sonrió con los ojos también y junto sus manos frente a Astrid con los ojos muy abiertos sobre ella.

—No estás sola, las ayudaré, esto no será traumático para ustedes. Te lo prometo.

—Un caballero al rescate, vaya, lo agradezco, Martino.

—Podemos discutir detalles en la cena ¿Qué dices?

—¿Tu esposa está bien con eso?

—Si la tuviera, probablemente, es solo una cena de negocios.

Los dos sonrieron mirándose a los ojos. Astrid sabía que no podía descartar los coqueteos de Martino, podría servirle para cualquier cosa, al mismo tiempo quería ser prudente y tampoco dejaba de pensar en que pasó la noche con Romeo.

—Quiero ver los números.

Martino dejó de sonreír de nuevo.

—¿Qué números?

—Los que se presentan en la junta directiva: informe de auditoría de los últimos cinco años, corte a esta fecha de los resultados de la compañía, detalle de la cartera de clientes, plan de inversión de los dos últimos años y los contratos que se hayan firmado que estén vigentes.

Él se quedó mirándola de forma fija, con una expresión tensa en el rostro. Asintió.




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