Ojos Escarlata

VIII

Víktor llegó al sanatorio y fue a la oficina de Chris ya que una de las sirvientas le informo que querían verle.

- ¿Que sucede Chris?- entró después de dos toques.

Se detuvo en seco al ver al señor Jonathan en la habitación y Chris estaba con la cabeza gacha en su lugar.

- Víktor, que bueno que llegas de tu paseo... ¡Haz entrar en razón a este tonto que está buscando fantasmas en los pacientes!- dijo algo exasperado.

Víktor solo asintió y se hizo aún lado para dejar que aquel robusto hombre saliera azotando la puerta, escuchó un suspiro por parte de su amigo comprendiendo de inmediato que habían estado peleando. El señor Jonathan era un hombre con carácter fuerte sin embargo con Chris lo era mucho más, lo comparaba todo el tiempo con sus hermanos menores e incluso lo comparaba con Víktor y eso a él le dolía mucho ya que quería a su mejor amigo.

- ¿Quiero una razón para no irme de este lugar?- dijo alzando el rostro y dejando ver su mejilla roja.

- Tus pacientes te necesitan y eres un gran psiquiatra, pasando por encima de la opinión de tu padre.- dijo Víktor yendo a abrazar al rubio por la espalda.

- Mi padre no lo piensa así, para el soy un fracaso.- tomo los brazos de Víktor.

- ¿Que fue lo que pasó?- cuestionó el peliplata.

- Le estaba hablando sobre el señor William... Hoy por la tarde fui a revisar su habitación y él tenía razón...- se dio la vuelta- ¡Víktor algo intentó llevárselo!- exclamó.

- ¿Que estás diciendo?- se sorprendió.

- ¡Habían marcas de garras en la pared, el no se hizo los rasguños, algo sobrenatural lo intento matar!- dijo agitado.

- Si es así tendrías que cambiarlo de habitación.- Víktor fue a sentarse frente al rubio.

- Le dije a mi padre y solo me dio una cachetada... Víktor, está ocultando cosas o de verdad tiene la mente muy cerrada.- comentó el rubio.

- Escucha, tú no vuelvas a hablar de nada, hoy es último día que iremos a la casa Crispino y después te ayudaré con el paciente.- vio la hora y se puso de pie.

Chris se quedó encerrado trabajando con sus papeles, ya que su padre le ordenó que no saliera y que se dedicará a los papeles. Víktor y Otabek salieron rumbo a la casa de la familia Crispino, al llegar ya pasaban de las ocho y media ya que habían tenido que caminar, una carreta con carbón se había volteado en una de las calles principales y más importantes de Perovo. Al entrar Víktor noto que todas las flores de ajo que habían dejado en la habitación de Sara estaban en la mesa de la cocina.

- ¿Por que están las flores aquí?- cuestionó Víktor tomándolas.

- Yo las quité, la habitación de la niña Sara olía muy feo y las quité para que respirara mejor...- Víktor tuvo ganas de pegarle y solo vio a Otabek.

Ambos quisieron correr a la habitación de la chica pero antes de hacerlo escucharon una ventana romperse y después un grito y muchos ladridos y gruñidos, todos provenientes de la habitación de la señora Crispino, Mickey corrió e intentó abrir la puerta sin embargo esta no cedía a pesar de estar sin seguro.

- ¿Que pasa?- pregunto Víktor.

- ¡No tiene seguro, no puedo abrirla y mi madre está gritando!- dijo Mickey preocupado.

Los tres intentaron forzar la puerta, los gritos desesperados de la señora Crispino los están perturbando, no sabían qué era lo que pasaba.

- ¡Voy a ir por el hacha!- dijo Otabek.

Al darse la vuelta escucharon como la puerta se abría, los tres voltearon a verla, Víktor tomó un atizador y abrió la puerta para entrar, los tres perdieron el aliento al ver a la señora Crispino tirada en el suelo bañada en sangre con un gran lobo parado junto a la ventana, tenía el hocico lleno de sangre y al ver a los tres hombres soltó un gruñido y saltó por la ventana perdiéndose en la oscuridad de la noche nublada. Mickey fue hacia ella sumido en un mar de llanto, Víktor no se acercó pues a simple vista se podía ver que la mujer tenía la garganta destrozada.

- ¡Ayudala... Víktor por favor ayudala!- grito Mickey.

- No puedo hacer nada, lo siento... Otabek... Otabek ve por Sara.- el pelinegro se fue corriendo.

Subió de dos en dos las escaleras, abrió la puerta de golpe y vio a Sara en la cama y la ventana estaba abierta, las sirvientas estaban alteradas y la mujer que quitó las flores subió.

- ¿Usted abrió la venta?- preguntó Otabek.

- Si, el cuarto apestaba y quería que la niña respirara aire fresco.- dijo la mujer mientras se hacía el signo de la cruz.

- ¡Si Sara está muerta rece a Dios porque la perdone!- gruñó enfurecido.

Tomó la mano de la chica para buscarle el pulso y no había nada, la destapó y encontró manchas de sangre en la almohada, busco algún signo de vida en la pelinegra pero no encontró absolutamente nada, la chica estaba muerta y el hombre vio a la mujer quien al notar su expresión se tiró al suelo llorando, Víktor subió para verla ya que abajo no podía hacer nada más.

- Murió... Sara ha muerto.- dijo Otabek.

- La señora Crispino también ha muerto...- Víktor estaba serio ante todo aquello.

La noticia de la muerte de madre e hija se esparció por todo el pueblo, Chris llegó a la casa para ayudar a la familia, era un caos total que sumió a todos en una pena, los ataúdes se quedaron cerrados durante la vela.

- ¡Tanto esfuerzo... Tanto esfuerzo y no sirvió de nada!- dijo Chris frustrado.

- Las cosas han pasado por algo, al final hicimos todo lo que estaba en nuestras manos.- comentó Víktor suspirando.

Los tres estaban fuera de la casa sentados en una mesa de jardín, pasaban de las dos de la madrugada y la casa estaba llena de muchas personas que querían a la familia.

- No sirvió de nada, Sara está muerta y la señora Crispino también.- Otabek frotó sus ojos.

Mickey iba a enterrar a su madre y hermana a las tres de la tarde ya que ambas estaban muy mal, estaba destruido con la pérdida de su familia, los tres se quedaron ahí a acompañar al chico. 




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