Los leños en la chimenea tornaban consumiéndose en las llamas, Yuuri estaba acostado en el brazo de Víktor con sus piernas entrelazadas y una manta cubriendo parte de sus cuerpos, el peliplata tenía su cabeza recostada sobre unos cojines mientras contemplaba el techo y acariciaba el hombro de Yuuri.
- Víktor...- llamó Yuuri a lo que el mayor bajo su vista- ¡Escapa conmigo... Escapa conmigo a las montañas donde nadie nos moleste y nos podamos amar!- pidió mientras le acariciaba el mentón.
- Me encantaría, me llenaría de dicha escapar contigo, acostarnos por la noches y despertar juntos en las mañanas, hacerte el amor en cada momento...- le besó los labios con pasión.
- ¿Pero?- cuestionó el pelinegro sopesando el hecho.
- Pero debo resolver unas cuantas cosas que no pueden esperar.- se acomodó de lado viendo la expresión triste.
- Comprendo ¿Puedo saber qué cosas?- cuestionó Yuuri.
- Me tomarías como un loco si te dijera las cosas, además no quiero que estés en peligro.- confesó mientras lo callaba con otro beso apasionado.
Enredo sus dedos en el cabello plata intensificando esa acción, al cortar el beso Víktor lo giro pegándolo la espalda a su pecho, la cadera de Yuuri se movió un poco previendo las intenciones y así sucedió, Víktor levantó su pierna dándose un espacio para poder penetrarlo ganando un suspiro deseoso.
- Yo haré un viaje...- comento mientras recibía las embestidas.
- ¿Dónde irás?- gruñó Víktor.
- Es un viaje de negocios a San Petersburgo, espero que cuando regrese ya hayas solucionado tus problemas.- giro su cabeza un poco.
Víktor sonrió y no detuvo sus embestidas hasta que ambos alcanzaron la satisfacción por décima vez. Eran las ocho cuando el peliplata llegó al hospital mental, Yuuri lo mando en su calesa cuando escucho el comentario de Chris se iba a preocupar y en efecto, el rubio estaba a punto de un colapso emocional ya que no sabía nada de su mejor amigo.
- ¡Víktor! ¿Dónde estabas?- lo abrazó con desespero.
- Lo siento, con la lluvia me quedé atrapado en la casa del conde Katsuki.- comento mientras correspondía el abrazo.
- ¿El Conde Katsuki? ¿No te dio espanto estar ahí?- pregunto Otabek sorprendido.
- Es un buen anfitrión y muy elocuente...- sonrió con burla ante sus propias palabras.
- Bueno si tú lo dices...- el kazajo estaba sorprendido.
En todo el pueblo se sabía que el conde era un hombre reservado y que no socializaba con nadie más que una doncella malhumorada y la señorita Mila Babicheva que era también de la alta aristocracia. Después de que a Chris le volviera el alma al cuerpo llevo a Víktor a su oficina para enseñarle el mensaje perturbador que había encontrado y contarle del telegrama que había mandado a San Petersburgo, Víktor pensó que todo sería una coincidencia absurda sin embargo no le dio mayor importancia.
A la mañana siguiente Chris recibió un telegrama por parte de JJ Leroy con la confirmación de sus temores, un barco fantasma había arribado a la bahía del Nevá y de el desembarcaron cajas repletas de tierra que fueron distribuidas a muchos lugares en Rusia, JJ también solicito la ayuda de Chris y Víktor ya que el ataque de un hombre lobo a muchas aldeas alrededor de Greenside estaban perturbando a muchas personas y si el pánico crecía habrían mas problemas.
- ¡¿Donde piensas ir?!- grito Jonathan furioso.
- A San Petersburgo para ayudar a un viejo amigo.- dijo Chris empacando.
- ¡Estas demente, te juro Christopher que si te vas de este lugar quedarás desheredado!- los gritos se escuchaban hasta la sala donde estaban Otabek y Víktor.
- Has lo que quieras papá, debo ese favor y lo pagaré con gusto.- cerró su última maleta.
- ¡Vas a perseguir criaturas de fantasía!- volvió a gritar.
- ¿Qué explicación le das a que Sara Crispino se levantó de su tumba?- cuestionó serio.
El hombre no supo que responder, quizás en otros lugares esas cosas era consideradas muy reales y verdaderas pero ahí no, menos para un hombre de ciencia, antes de que los tres salieran se escucharon tres golpes desesperados en las puertas del hospital a lo que dos enfermeras fueron a abrir y gritaron, dos hombres entraron sin pedir permiso y cayeron de rodillas frente a Jonathan.
- Por favor... Por favor doctor Giacometti, recíbanos en su hospital por qué perdimos la razón.- dijo uno de ellos al borde de las lágrimas.
- ¿Qué les pasa?- cuestionó frunciendo el ceño.
- ¡Sara está viva... Hace dos semanas la enterramos y ahora ha salido de su tumba!- dijo el otro temblando y llorando.
- ¡Eso es imposible!- dijo Víktor.
Se habían asegurado de sellar la tumba cuando dejaron el cementerio así que fue una verdadera sorpresa para todos escuchar esas palabras.
- No mentimos, la vimos con nuestros ojos y venimos aquí porque nadie más nos va a creer.- dijo uno de los hombres llorando.
- Saquen sus armas, si es así hay que regresarla a la tumba.- dijo Víktor sacando su revólver.
Nadie dijo nada más, Jonathan pidió que llevarán a los dos hombres al comedor y que les dieran un baso de Brandi para que se les pasará el susto, fueron al cementerio y mientras caminaban por las calles desoladas escucharon el aullido de un lobo a lo lejos haciendo que los tres se pusieran tensos, a poco metros de llegar al cementerio vieron la sombra de alguien pasar al otro lado de las casas y fueron tras eso.
- ¿Crees que sea Sara?- cuestionó Chris muy quedito.
- Si no lo es, es algo que se le parece.- respondió Otabek.
Llegaron a un claro y en efecto era Sara con un niño entre sus brazos, el infante parecía hipnotizado por la joven mientras está permanecía prendida a su cuello.
- ¡Sara Crispino, suéltalo!- dijo Víktor con voz ronca y apuntándole.
La mujer saco sus largos colmillos y dejó caer al niño al suelo como si fuera un simple costal.
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Editado: 17.01.2021