Víktor estaba entre la espada y la pared, había tenido que revisar a sus amigos y asegurarse de que no estuvieran dañados, su revólver estaba lejos de su alcance, el otro estaba del otro lado de su saco sin embargo estaba bajo los ojos escarlata que parecían seguir todos sus movimientos.
- ¡Nos tienes a tus pies! ¿Por que no actúas?- dijo Víktor frunciendo el ceño.
- No quiero tenerlos a mis pies, te quiero solo a ti...- sonrió dejando ver unos grandes colmillos.
- Entonces mátame y deja que ellos se vayan.- se puso de pie y quiso caminar pero Otabek lo tomo del saco.
- ¡No, vamos a salir los tres!- dijo el pelinegro.
- Dejaré que ellos se vayan, solo si tú me das un poco de tu sangre...- Víktor trago con fuerza al oír esa petición- No te voy a matar, solo quiero un poco de ese delicioso néctar que corre por tus venas.- los tres palidecieron.
Era una petición aterradora sin embargo el aprecio que sentía por esos dos hombres era suficiente para sacrificar su vida, pero entonces paso un hombre por su cabeza, uno por el cual su corazón latía con fuerza y su cuerpo vibraba, con el que había pasado una tarde maravillosa haciendo el amor como nunca.
- ¿Si me entrego cumplirás?- cuestionó dudoso.
- Te doy mi palabra de honor, ellos vivirán a cambio de tu sangre.- el rojo de aquellos ojos aumento.
- ¡Tu palabra no vale nada!- grito Chris.
Otabek disparo sin duda haciendo que todos los monstruos buscarán cubrirse ya que eran balas de plata bendecidas por la iglesia, Víktor tomo su arma de nuevo y los tres se echaron a correr, lo primordial era salir vivos de ahí, claramente estaban en desventaja ya que de por si un vampiro tiene mucho poder y ahora cinco podrían masacrar al pueblo entero, podían escuchar los gruñidos de los lobos a ambos lados y esos los puso en mayor alerta sin embargo no podían verlos muy bien ya que algunas nubes iban cubriendo la luna.
- ¡Nos vamos a morir aquí!- dijo Chris cansado.
- Tu correr y reza a Dios para que eso no suceda.- dijo Otabek.
Una carcajada burlona los hizo estremecer, frente a ellos en una rama vieron parada a la vampiresa pelirroja sonriendo de forma cínica, no se detuvieron hasta que un montón de lobos salvajes les cerraron el paso, estaban rodeados por esos animales que gruñían como si tuviesen rabia.
- Quédate conmigo y escoltaran a tus amigos fuera del bosque.- volvió a aparecer aquella silueta.
- No hay más opciones...- dijo Víktor.
- ¡Vitya!- los lobos pasaron al lado del peliplata gruñendo a Chris y Otabek obligándolos a caminar.
Víktor se quedó inmóvil viendo como sus amigos eran escoltados por una manada de lobos, estaba sorprendido de cuánto poder tenía ese vampiro, podía controlar a los lobos y tenía a su servicio a otros vampiros junto a dos hombres lobos que por los jadeos sabía que estaban detrás de él, todos fueron desapareciendo hasta dejarlo a solas con aquella silueta, que no dejaba verse físicamente, las nubes se cerraron por completo sobre la luna dejando aquel lugar en tinieblas, Víktor no sabía si ese era otro poder o simplemente el destino estaba jugando en su contra, dio un salto cuando unas manos frías se colaron bajo su saco sacándole las armas y tarándolas por algún lado en la tierra, si la última vez que se topó con un vampiro la había pasado mal y hasta pensó que lo había puesto bajo un hechizo.
- Tu olor es muy atrayente.- comento con voz ronca mientras lo abrazaba con algo de fuerza.
- Deja de jugar conmigo...- quería sonar seguro pero su voz tembló un poco.
- ¿Tienes miedo?- pregunto burlón bajando sus manos al vientre del peliplata.
- ¡Solo mátame!- gruñó mientras la sonrisa dulce de Yuuri pasaba por su mente.
Víktor fue empujado con bastante fuerza y soltó un quejido al golpear su costado con una raíz salida, intento levantarse pero un peso lo hizo quedarse sobre la tierra, su respiración estaba agitada por el miedo a lo desconocido, lo que era leyenda para la sociedad científica y médica en la que había crecido ahora estaba ahí sobre su cadera dejando ver unos ojos escarlata que le ponían los pelos de punta, ahogo un grito cuando sintió que su corbata era deslizada y los botones de su camisa eran abiertos, el aire frío de la noche choco contra sus mejillas y su manzana de Adán subió y bajo con el terror a flor de piel, los labios de hielo dieron un beso suave en su cuello justo donde pasaba la vena más importante de su cuerpo.
- Tu piel es tan suave, tan deliciosa...- Víktor sintió un pequeño mordisco en el lóbulo de su oreja el cual casi lo hace gemir.
- No me gusta que juegues conmigo de esa manera...- gruñó un tanto molesto.
- Es una pena, yo me estoy divirtiendo mucho contigo y el sentir como tú corazón salta cuándo dejó besos sobre tu cuello es excitante.- el vampiro atacó la piel expuesta a besos.
Víktor sentía como su piel era succionada con bastante fuerza y los besos pasaban por todo su cuello, la voz del vampiro se le hacía conocida sin embargo no lograba asociarla con nadie conocido de ningún lado, su cuerpo se fue excitando de forma involuntaria y sabía muy bien que esas succiones dejarían marcas muy visibles y posiblemente duraderas por semanas. Un pinchazo fuerte sobre su piel lo hizo gritar por el dolor y curvar la espalda, el vampiro acababa de morderlo y sintió como algo húmedo se deslizaba por su piel, posiblemente parte de su sangre se estaba derramando y la sensación de cómo está salía de su cuerpo lo tenían agobiado, existía el mito de que antes de morir pasaban todos los recuerdos vividos en la mente sin embrago a la mente de Víktor solo llegó una persona, Yuuri posiblemente estaba en San Petersburgo tranquilo en alguna casa de verano, durmiendo, mientras él estaba al borde de la muerte. Comenzó a sentir su cuerpo débil y el frío de la muerte rozo su columna vertebral, sintió como aquel filo era retirado de su piel y entre la luz de la luna iluminó el lugar en que estaban vio el rostro de Yuuri antes de que su vista se volviera oscura dejándolo en una completa inconciencia.
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Editado: 17.01.2021