Ojos Rojos Libro Il : Vendetta

Anexo "L" - 3

Mejores tiempos he tenido en esta larga vida, pese a las incontables aventuras en las que he participado al lado de mi padre y las demás criaturas de Aradia, jamás sufrí un daño tan severo como ahora. Lo último que recuerdo es a mi amada hermana Pandora, suplicándome que me detenga, la rabia se había apoderado de mí, en el momento que vi las intenciones de Thomas Schechter de realmente lastimarla, no pude contener mi ira. Era verdad que, si ella no hubiese intervenido, él a estas alturas ya no estaría con vida, sin embargo, no pude obviar su dulce voz y la gentileza con que me llamaba. Detuve mi ataque, no importaba si era Thomas, ella en su mente creía firmemente que si yo me detenía, él también lo haría, craso error, ninguno de los dos nos percatamos en qué momento se levantó y recuperó su espada, supongo que esta estaría encantada para acudir a la mano de su portador si este le llamaba, el frío del metal atravesando mi carne fue lo último que sentí, no pude contra eso y la oscuridad se apoderó de mi mente.  
¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? 
Según he revisado el paso del tiempo mismo en la realidad de donde viene mi hermana, estuve en recuperación por aproximadamente seis meses, en los cuales mi mente vagó en la profundidad de mis pensamientos, de vez en cuando escuchaba voces desde el exterior. Enoc y mi padre estuvieron cuidando de mí y esto me ponía feliz, pero ¿Dónde estaba mi hermana?, ¿Por qué no lograba escuchar su voz o sentirla cerca de mí?, esta incertidumbre fue creciendo en mi mente hasta que por fin, estuve lo suficientemente fuerte para poder despertar y salir del trance al que me indujeron para mi recuperación 
—¡Hijo mío, por fin has despertado! 
Mi querido padre se acercó a mí y me abrazó como no lo hacía hace siglos, su rostro brillaba de júbilo 
—Estoy de regreso—Contesté dichoso—Me alegra seguir con vida 
—Suerte que el agua de nuestra misma tierra tiene propiedades curativas, no me gustaría perder a ninguno de mis sobrinos 
Enoc también se encontraba allí, de pie al lado de mi padre, como siempre  
—Me alegra profundamente verlos, pero ¿Dónde está Pandora?, ¿Le ha pasado algo? 
Ambos cambiaron sus expresiones abruptamente, mientras que Enoc se mostraba triste, de mi padre emanaba una cólera inmensa. 
—Tu hermana se encuentra en su misión de siempre, asesinar a los hermanos van Euwen 
Miré a Enoc para confirmar la historia, pero este evadió mi mirada, algo no estaba bien, podía sentirlo. 
Pasaron así, los momentos en Aradia, mi padre me daba tareas para mantenerme ocupado y cuando estaba libre, estaba tan cansado que simplemente me tendía a descansar en mi habitación. Cuando el paso del tiempo se hizo más que evidente, volví a consultar por mi hermana. 
—¿Aún no vuelve Pandora? 
Mi padre me miró fijamente, su rostro estaba muy serio, cerró los ojos y luego de meditar un momento dijo: 
—Tu hermana está encerrada, por el crimen de traición 
—¡¿Encerrada?!, Padre, ¿Qué has hecho? 
—¡Darle una oportunidad a Pandora, para que medite y se de cuenta lo que hizo y las consecuencias que pudo haber tenido, producto de su inmadurez! 
—Por lo que más quieras, ¡Déjala libre! —Le supliqué—¡El que fue lastimado he sido yo, y elijo perdonarla! 
Él me dio la espalda, pude sentir la tristeza que emanaba de su ser, por debajo del velo de la rabia 
—Aunque no lo demuestre, ¡Mi familia es lo que más amo en esta existencia!, ella sigue siendo parte de esta, pero ¡Debe aprender a dar prioridad a los suyos por encima de un capricho! 
Enoc quien estaba mirándonos discutir sin mediar palabra, intentó abogar también por ella 
—Hermano, Pandora ya lleva bastante tiempo en esa celda, bebiendo sangre insípida y estando sola en la oscuridad, por muy grave que haya sido su falta, considero que si el afectado, en este caso Lamec, ha decidido perdonarla, deberíamos acatar su decisión y darle a ella la oportunidad de probar su valía como miembro del consejo de Aradia 
Mi padre emitió un sonido gutural, mostrando su creciente molestia 
—Hay algo que ustedes dos no logran visualizar—Él se acercó a una silla que se encontraba a un par de pasos de distancia—Pandora es mi hija menor, está en proceso de formación como vampira y de igual manera sus lazos se están forjando, entiendo su preocupación por ella, sin embargo, les aseguro que se encuentra bien cuidada, solo quiero que piense las cosas de una forma correcta y aprenda a valorar lo que se le ha entregado  
—¡Pero, Padre! 
—¡Sin peros!, He tomado mi decisión y como gobernante de Aradia, lo decreto como mi voluntad y ustedes deberán acatarla 
No recordaba la última vez que había usado su “Decreto” para dejar algo como válido e irrompible, generalmente siempre estaba abierto a conversar aquellas cosas en las que no estábamos de acuerdo, de hecho, ahora que me pongo a recordar, la última vez que lo usó fue para cerrar Aradia por completo. Hubo una época en la que, si una criatura de la oscuridad lograba llegar a nuestra amada tierra, era libre de entrar en ella e instalarse aquí para vivir si este era su deseo, luego de la última guerra en la que tres clanes renegados se unieron para atacarnos, Aradia fue cerrada y se ha mantenido así hasta ahora, aún cuando Enoc no estuvo de acuerdo con dejar a tantas otras criaturas perdidas en el mundo humano.  
Me di cuenta de que él no daría su brazo a torcer, por lo que vine a mi cuarto, con la esperanza de, aunque fuere, lograr hablar con ella, hacerle ver que no estaba de acuerdo con su encierro, ni menos enfadado, la verdad es que solo deseo verla, abrazarla y dar un paseo juntos por la orilla de los mares de Aradia. Lamentablemente, mis intentos fueron infructuosos, las celdas estaban protegidas para impedir la comunicación mediante telepatía y proyección astral, la única forma de poder hablar con alguien allí era simplemente ir. Me forcé a seguir cumpliendo a cabalidad con mis obligaciones en el consejo, pues sabía que, para pedir hablar con ella, debía demostrar que mi responsabilidad no mermaba, fue así como un día me llamó de improviso al despacho donde solía permanecer cuando necesitaba descanso, una sala espaciosa, con estantes de libros sobre diversos temas, magia, alquimia, ocultismo, eran algunos de los temas favoritos que él siempre leía, una chimenea con fuego azul chisporroteando y en frente de esta, un lujoso y largo sofá, cubierto con terciopelo fino color negro. Sobre él, acomodado a lo largo se encontraba mi padre, el fuego azul brillaba en sus ojos que en estos momentos se encontraban en su tono real, un violeta intenso, era la primera vez en muchísimo tiempo, que se lograban ver de esta manera, ya que esto solo pasaba en momentos donde él realmente se encontraba sereno, sin preocupaciones ni emociones que alteraran su tranquilidad. Su largo cabello del más puro color azabache se desparramaba sobre sus hombros, cayendo por su espalda hasta la mitad, usaba además una camisa roja de cuello alto, unos pantalones negros sujetados por dos gruesas correas entrelazadas en su abdomen y unos botines negros que descansaban ligeramente fuera del delicado género. 
—¿Me ha llamado, Padre? 
—Así es, querido hijo—Mi padre permaneció en su lugar, mirando la chimenea, en su mano derecha tenía una copa rellena de vino de un fuerte color rojizo—¿Gustas acompañarme con una copa de vino?, es un Jerez extra viejo del año 1830, venido desde un mundo paralelo al de tu hermana 
—Con gusto le aceptaré un trago—asentí con la cabeza en señal de agradecimiento cuando me extendió la copa y tomé asiento en un sofá pequeño a su lado—Ahora que la menciona...yo, necesitaba conversar un tema con usted y es que de verdad quisiera poder hablar con Pandora, necesito verla y saber que se encuentra bien  
Mi padre no despegó la vista del fuego, dio un largo suspiro, no como el normal de un humano, este fue lleno de melancolía, se movió para dejar la copa en una mesa de centro que se encontraba cerca y se sentó recto 
—A decir verdad, mi querido hijo, yo... 
No pudo terminar la frase, en ese momento, golpearon la puerta del estudio 
—¡Entra Haleth! 
Había retomado su voz autoritaria y su expresión de seriedad 
—Mi señor Dissaor—Haleth entró en la habitación con la cabeza agachada y se inclinó frente a mi padre—Mi señor, lo lamento, le he fallado 
No lograba entender a que se refería, hasta que como un balde de agua fría cayó sobre mí la respuesta 
—¡¿Qué pasó con Pandora?!  
Le interrogué sin pararme a pensar en los protocolos de formalidad que normalmente había entre todos 
—Ella escapó, yo lo siento, estuve permanentemente custodiando la celda, no me moví de su lado ni una sola vez y la verdad no sé cómo pasó 
—¡Haleth! 
Mi padre le interrumpió y levantándose de su descanso se acercó a él, quedando frente a frente, temí por nuestro querido general por un momento 
—No te preocupes—respondió serenamente—sabía que escaparía, fue Naberius quien abrió un portal diferente al que normalmente usamos para entrar y salir y se la llevó de allí, sabía que el demonio usaba la tele transportación, era cosa de tiempo para que esto pasara 
—¡¿Un portal?! —gritamos al unísono Haleth y yo  
—¡Eso es muy peligroso!, mi señor Dissaor, debemos borrar de inmediato el rastro de aquello 
—Estoy completamente de acuerdo contigo Haleth 
Mi padre caminó hacia un muro donde había un gran mapa de Aradia dibujado por su propia mano, se apoyó con el brazo derecho en la pared y observó la belleza de cada detalle, finamente dibujado  
—De hecho, ¡Ve con tus mejores hombres y borren ese rastro!, contamos con ustedes para mantener la ubicación de Aradia en secreto 
—¡Sí, mi señor! 
Haleth salió dando grandes zancadas de la habitación, rumbo a los cuarteles que se encontraban en la parte subterránea del castillo 
—¿Qué pasará con Pandora? —Pregunté exaltado—¿Usted sabe a dónde fue? 
—¡Por su puesto que lo sé! —asintió mientras caminaba de regreso a la mesa y bebía un sorbo de la copa—Fue a desafiar a Thomas Schechter 
—¡¿Qué!?, ¡¿Ella sola!? 
—¿Acaso dudas de la fuerza de Pandora?  
—¡No!, pero no me tomo a la ligera la fuerza de Thomas, pese a que para mí fue fácil reducirlo, diría que la fuerza de Tom, en estos momentos, sobrepasa ligeramente la de mi hermana 
—Pandora está despertando nuevas habilidades, no siempre puedes ser el caballero que salva a la damisela en apuros, ella es mi hija y al igual que tú es parte del consejo que gobierna a toda Aradia, debe aprender a defenderse sola, por lo que te prohíbo que vayas tras ella 
La rabia me invadió, sentí que el viento comenzaba a descontrolarse de golpe, pero mi padre simplemente levantó su mano y apuntó uno solo de sus dedos hacia mí, acto seguido sentí como si mi cuerpo se convirtiera en piedra, me quedé paralizado y el viento se calmó de inmediato. Cuando bajó el brazo caí de rodillas y al levantar la vista para enfrentarlo, me recibió aquella mirada que era dueña de las peores pesadillas de muchos vampiros renegados, esos ojos rojos de color tan intenso como la sangre que bebemos 
—Jamás vuelvas a intentar usar tu fuerza en mi contra Lamec, no me obligues a demostrarte porque soy el gobernante de Aradia 
Me levanté sin mediar palabra alguna, simplemente hice una reverencia y me dirigí hacia la puerta, por una parte, tiene razón, debo confiar en ella, pero algo me decía en mi interior que tuviera cuidado con el demonio que la acompañaba 
—Lamec—el tono de mi padre perdió su dureza y volvió a ser gentil—¿Irás de todas formas no es verdad? 
Me detuve en el marco de la puerta, y le respondí sin voltearme 
—Pandora es mi hermana, y es la mujer que amo, no puedo simplemente sentarme a esperar su regreso, menos si se que el enemigo al que se enfrentará podría llegar a lastimarla, además... 
—No confías en Naberius, ¿Cierto? 
Me asombré por unos instantes que coincidiéramos en opinión sobre el demonio que acompaña a Pandora, él lo notó por mi expresión de asombro al mirarlo, luego simplemente le sonreí, estaba hablando con Dissaor, rey de Aradia y protector de las criaturas de la oscuridad, no era de sorprender que se hubiera dado cuenta de aquello 
—No, la verdad es que últimamente he notado su rebeldía y que cada vez que se inmiscuye en los asuntos de mi hermana, todo se tuerce y comienza a salir mal 
—Entiendo, de todas formas, tenía pensado ir personalmente a vigilar este embrollo, pues Thomas Schechter fue iniciado en la inmortalidad, infringiendo las reglas de mi padre, es algo que debemos solucionar 
Me sentí feliz, hacía mucho que no salíamos en una misión de cacería juntos, las últimas veces había ido junto a Haleth y un pelotón de nuestros mejores soldados. 
—Pero Lamec—noté el tono de voz oscurecerse nuevamente y un escalofrío recorrió mi ser—No se te ocurra volver a intentar usar tus poderes en mi contra, ¿Está claro? 
—Sí, padre  
Coloqué la mano derecha sobre el lado izquierdo de mi pecho e hice una reverencia  
—Pues vamos 
Así partimos rumbo a las puertas de Aradia, mi padre y yo si quisiéramos, podríamos abrir un portal y llegar a la época que deseásemos, pero a fin de resguardar la seguridad de nuestra tierra, el uso de los portales establecidos en los límites de Aradia, se había vuelto obligatorio 
—Buscaremos a Pandora e intervendremos solo si es necesario, la vigilaremos a la distancia 
—¡Entendido!  
Asentí con la cabeza, en estos momentos, todo lo que me importa es protegerla 
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.