Ojos Rojos Libro Il : Vendetta

Capitulo VIII "Tom"

Naberius creó un portal de energía oscura con forma circular en el piso de la celda 
—Vamos Pandorita 
Dudé un momento, no porque tuviera miedo, más que nada me preocupaba el estar desobedeciendo a mi padre, si ya estaba enfadado conmigo por lo que había pasado con Lamec, ahora al saber que me había escapado de su celda, lo estaría aún más  
—Ou, la niñita no quiere desobedecer a su papito 
Naberius apretó sus mejillas con ambas manos, haciendo que estas se vieran infladas, a veces podía llegar a ser bastante infantil, lo que menos me imaginaba en estos instantes de él, era torturando almas, fue entonces cuando volvieron a mí los recuerdos de la aldea, las criaturas que le obedecían, comiéndose vivos a los aldeanos, a mis vecinos y amigos que nada tenían que ver con los van Euwen y aún así, terminaron muertos. Por ese momento deseé hacerle sufrir todo el dolor que había provocado, Naberius simplemente sonreía sínicamente, mientras me miraba de reojo 
—¿De verdad vas a aflorar tu odio ahora?, Porque desde ya te digo...No tengo ningún problema en hacerte gritar de dolor 
La voz del demonio se oscureció, su tono se volvió lúgubre y la oscuridad de sus ojos se hizo aún más intensa, estaba claro que jamás podría derrotarle, no sola al menos, necesitaba a mi familia  
—No pasa nada, simplemente vamos 
Preferí tranquilizarme, era insulso pensar en pelear en estos momentos, aún necesitaba de su ayuda, aunque estaba segura de que en algún momento nuestra alianza sería quebrada.  
Entramos en el portal, un espiral destellante se movía a nuestro alrededor, cambiando de color continuamente, variaba entre el azul, el morado y el verde, Naberius iba primero, esta vez había variado su vestuario, si llevaba su acostumbrado sombrero de ala ancha, pero su ropa formal había cambiado por una chaqueta bastante exótica, tenía algunas aplicaciones de lo que a mis ojos se veía como metal y en el pecho una franja brillante que podía abrir y cerrar a su antojo. 
—¿Qué miras?, ¿Te gusta mi vestuario o quieres que me lo quite?  
—¡Ni en mis peores pesadillas te he querido ver sin ropa!  
—Ay, cierto, ahora estás deseosa de ver a Lamec, ¿No es verdad?, ¿Cuántas veces habrás pensado en esa fría celda en su cuerpo desnudo rosando el tuyo? 
No me digné en contestar, la verdad es que, si no era por su mención, jamás había pensado en Lamec de esa manera.  
Continuamos cayendo por un largo rato, mi paciencia comenzaba a agotarse, digamos que pasar un momento extenso con Naberius hablando una estupidez más grande que la anterior no era muy tranquilizante. 
—Te noto tensa Pandorita, ¿Qué ocurre? 
—Me preguntaba cuanto más debíamos esperar para llegar al lugar donde se encuentra Tom, hemos estado cayendo por este tubo un largo rato y me estoy impacientando 
—Y yo creyendo que te agradaban mis historias, la verdad es que nunca me dijiste donde íbamos así que no había fijado el rumbo del portal a ningún lado 
Ahogué un gruñido, esto no era nada divertido, debía llegar a donde Tom y acabar con esto, para que mi padre pudiera perdonar mi estupidez y me permitiera volver a andar libre por Aradia y poder ver a Enoc y a Lamec 
—Bien, ya estamos por llegar—anunció el demonio—¡Agárrate el vestido, no me muestres tu ropa interior al caer! 
Simplemente obvié el comentario, ya que iba con unos pantalones negros, en realidad con todo un traje negro que se ajustaba a mi cuerpo, mi padre me había regalado varios de estos, dejándolos en mi habitación en el armario, me permitía moverme libremente y la tela era tan resistente que soportaba cortadas sin rasgarse.  
Una luz se abrió a nuestros pies y fuimos succionados por ella, ambos caímos perfectamente en el jardín de lo que parecía ser una mansión en ruinas, estaba  completamente solitaria, los vidrios quebrados y la puerta desvencijada eran testigos de lo que probablemente habían sido años de abandono 
—¡Te pedí que me llevaras donde se encuentra Tom! —bramé de rabia, pues Naberius me había quitado toda la paciencia en nuestro singular viaje 
—Eso hiciste y aquí estamos—se defendió el demonio y apuntando la vieja mansión con una mano prosiguió—¡He aquí la residencia cinco estrellas de Tomacito Schechter!, sino me crees usa tu habilidad y búscalo 
Di un paso hacia delante y de mala gana cerré los ojos para escanear el lugar, en el patio y el primer piso no se encontraba nadie, segundo y tercero nada, rastreé en cuarto esperando por descarte que allí estaría, pero ni rastro de él  
—¡Aquí no hay nadie! —exclamé furiosa—¿Me estás queriendo tomar el pelo?  
—Ay Pandora, Pandora, buscaste en la dirección equivocada, Tomacito no está hacia arriba, debes mirar abajo 
—¿Abajo? 
Cerré los ojos nuevamente, dudosa de las palabras de Naberius, fue ahí que entendí a lo que se refería, la mansión contaba con tres subterráneos bajo esta, en el segundo logré encontrar a Tom. 
—¿Lo ves?, por tu desconfianza él seguro ya escuchó nuestros gritos y está preparándose para atacar 
No me dio tiempo de responderle, pues desde uno de los ventanales rotos del primer piso cruzó una larga soga de cuero con una punta de metal, atrapando en el acto a Naberius 
—Ay no, electricidad de nuevo no, por favor  
No alcanzó a decir nada más, pude sentir el sonido de la electricidad generándose y recorriendo la longitud total del arma de Tom, Naberius no volvió a moverse. 
—Veo que no deja de ser un payaso ni siquiera cuando está a punto de ser torturado 
Por fin Thomas apareció delante de nosotros, llevaba un largo abrigo negro y bajo este un chaleco de tela marrón, junto a unos pantalones del mismo tono, y por último una camisa blanca. En su mano izquierda sostenía la soga y en la derecha llevaba un revolver de plata 
—¿Han venido a jugar? —preguntó mientras me observaba con fiereza—Veamos si eres capaz de esquivar mis balas 
Acto seguido apuntó el arma hacia mí y comenzó a disparar, izquierda, derecha, arriba y abajo, seis tiros alcancé a esquivar antes que tuviera que recargar nuevamente 
—Buenos reflejos Simone, esta arma es mi favorita, un colt 45 de seis tiros con balas echas exclusivamente para basura como tú 
—Oh, ¿Ahora me llamas basura? —protesté—Eso iría también para ti, pues por si no te has dado cuenta, ¡También eres un vampiro! 
Tom emitió un gruñido tras escucharme, estaba oculta detrás de un árbol, y me di cuenta de que estaba tomándome a la ligera el arma con la que me disparaba, luego de ver la reacción que ocasionaba en la tierra misma al ser golpeada por una de aquellas balas, estas tenían un efecto disolvente sobre todo lo que tocaban, como si estuvieran hechas de ácido. 
—¡Cállate alimaña! 
Ya había recargado el arma y nuevamente lanzó los seis tiros, esta vez mucho más rápido que la vez anterior, haciendo que me fuera muy difícil esquivarlos. 
—¿Has alcanzado ya tu velocidad máxima? —se mofó—Realmente esperaba más de ti Simone, el día que te llevó aquel monstruo, no paré de buscar información que me diera con tu paradero, pero jamás encontré nada y te creí muerta, ¡Lloré tu muerte en una tumba sin cuerpo que construí para ti y ahora resulta que te encuentro aquí, convertida en una aberración y aliada con aquél que destruyó mi vida! 
De improviso el árbol en el cual me mantenía oculta se incendió, extendiendo las llamas conforme me movía de sitio. 
“Tengo que atacarlo directamente o me calcinará” pensé, fue así como corriendo en zigzag logré acercarme lo suficiente para asestarle un corte en el pecho, logró esquivar el mayor daño, pero no pudo salir ileso, eso me ayudó a darme cuenta, que Tom para utilizar el fuego tenía que estar posicionado en aquello, y bajaba su velocidad de respuesta frente a un ataque rápido, mi única opción era mantenerlo usando su piroquinesis y atacarlo cuando menos se lo espere.  
—¿Hasta cuándo crees que podrás eludir mi ataque?, ¡Acabaré contigo! 
Acto seguido Tom incendió el césped seco que rodeaba la mansión, encerrándonos en un perfecto círculo de fuego 
—Ya me aburrí de jugar Simone, sal por las buenas y peleemos mano a mano, y al menos podré decir que moriste de forma digna y no como una cucaracha escondida 
Al ver mi plan frustrado, no tenía de otra que enfrentarlo cara a cara, era obvio que en cuestión de fuerza me ganaba, pero en velocidad yo le sacaba un tanto. 
—Vaya, veo que aprendiste a usar otro elemento—le ovacioné mientras aplaudía caminando hacia él—Cuando pasaron las cosas en el pueblito de Verdante, solamente podías usar el viento en forma de cuchillas filosas. 
—Tuve que volverme más fuerte, me lo exigí a mi mismo, les fallé a todos siendo un débil y cobarde, no pude salvar a nadie, ¡Es algo que jamás me perdonaré!, pero destruyéndote a ti, perra traidora y sellando para siempre a tu lacayo demoniaco, ¡Habré limpiado algo la memoria de aquellos que murieron por la culpa de tu existencia!  
Tom se lanzó al ataque, desenvainando la espada con la que había atravesado a Lamec, sus movimientos eran rápidos, y además de intentar cortarme con su arma, también mandaba ondas de viento cortante en mi dirección, sin darme otra opción que esquivarlo, intentando empujarme hacia el fuego. Me costaba mucho poder frenarlo, su pesada espada junto a su propia fuerza bruta eran algo arrollador, pero debía esperar el momento propicio, una pequeña brecha en su defensa sería suficiente para causarle un gran daño. La espada de Tom echaba chispas cuando tenía contacto con mi brazo convertido en metal, fue en un descuido suyo que, al levantar su arma para asestar un golpe final, dejó descubierto su abdomen, aproveché para ensartarle mis uñas directamente en la costilla derecha. Tom dejó salir un quejido de dolor, y un hilo de sangre corrió desde su boca hasta su barbilla, pero en lugar de acobardarse, no se detuvo, apretó mi mano con sus músculos, impidiéndome retirarla y alejarme de él, su espada bajó, haciendo un corte preciso en mi antebrazo.  
Caí de rodillas por el dolor, la herida ardía como jamás sentí, toda la parte que iba desde el corte hasta la mano yacía en el suelo y de lo que aun me quedaba de brazo salía muchísimo humo, lo que daba a entender que la espada estaba recubierta con una sustancia que actuaba como el ácido, disolviendo mis tejidos. 
—¡Estás acabada! —vaticinó, sintiéndose victorioso—Es hora de tu final 
Naberius observaba todo desde el mismo rincón donde lo había dejado Tom envuelto en aquella extraña soga, no sé si fue mi imaginación, pero me pareció ver que sonreía ante la situación en la que me encontraba, “Maldito” pensé, sentía que este era su plan desde el inicio, dejarme morir a manos de Thomas y quedar libre de la atadura del anillo, pero no lo iba a permitir, no moriría en ese lugar, no ahora y menos a manos de este bastardo. De pronto sentí mi cuerpo palpitar, reconocía aquella sensación, era la misma que había tenido cuando reventé a Richard, apunté con el brazo que aún me quedaba y apreté el puño con fuerza, el cuerpo de Tom se tensó ferozmente, como si un puño invisible lo estuviera aplastando, la sangre comenzó a salir por sus fosas nasales y oídos, logré escuchar el característico tronar de varios huesos, al mismo tiempo que comenzó a vomitar sangre 
—¿Quién es la alimaña ahora?  
Me burlé, desde el fondo de mi ser, quería humillarlo y lastimarlo, del amor al odio dicen hay solo un paso, y Thomas Schechter en aquel momento se había ganado mi desprecio. Me acerqué al fuego y ahogando un grito de dolor, coloqué la parte del mi brazo cortado dentro para así cicatrizar la herida. El escozor cesó, me sentí aliviada de que no se siguiera extendiendo o podría perfectamente haber acabado con mi vida. 
—¡M’gohn E’fimtera sentr’et! 
Una nube de humo se formó delante de mis ojos, lo cual me hizo retroceder y perder mi concentración en su flujo sanguíneo, detenido o no había descubierto que podía manipular esta parte vital de un cuerpo a mi voluntad, pero tenía la misma debilidad que Tom, si perdía mi concentración era un blanco fácil. Afortunadamente para él, había usado ese pequeño momento para intentar escapar, pude verle corriendo a una velocidad bastante baja, saltando a duras penas entre los escombros del edificio abandonado 
—¡No te escaparás!  
Le grité mientras salía tras él en su persecución, nos dirigíamos a la segunda edificación del enorme terreno, una torre que parecía haberse construido para que habitase la servidumbre, sin grandes lujos ni detalles, ahora derrumbada en su mayoría, enormes trozos de piedra blanca regados por todo el suelo hablaban de la dimensión del lugar donde habían vivido infortunadas almas al servicio de alguno de los van Euwen.  
—¡Eres un hipócrita! —le grité mientras le pisaba los talones—¡Me hablas a mí de traición cuando tú estás sirviéndoles a aquellos que realmente orquestaron todo! 
Thomas descendió por unas escaleras, pero tropezó en estos cayendo un piso abajo, en el subterráneo, al bajar lo vi miserable, con ambos brazos rotos, su brazo izquierdo tenía el codo rodado hacia el lado contrario, su hombro izquierdo estaba dislocado y varios dientes fracturados, era un despojo andante. Su mirada estaba ida, como si su mente vagara perdida en algún lugar distante.  
—Yo no quiero hacer esto...  
Tom comenzó a hablar, primero en un volumen apenas audible, para ir luego subiendo el tono de su voz 
—¡Suéltame! —gritaba mientras se agarraba la cabeza con la mano que aún tenía relativamente sana—¡Yo no quiero ser un monstruo! 
No sabía que pensar de esta situación, parecía estar peleando contra algo o alguien en su cabeza, y su estado era tan deplorable que no sentía que fuera ético asesinarle.  
—¡Pandora! 
Escuchar aquella voz consiguió que lo que aún quedaba de ira se disipara, mi ser no cabía más de felicidad y emoción cuando al voltearme lo vi, parado frente a mí, mirándome con sus dorados ojos a mi hermano Lamec. Corrí hacia él, abrazándolo por la cintura con el único brazo que me quedaba, él respondió al gesto, entrelazando sus brazos por mi espalda y atrayéndome aún más hacia su ser.  
—¿Simone? —Era Tom quien nos miraba desde el rincón, su rostro mostraba una expresión de entre tristeza e incredulidad—¡Estás viva!, pero... ¿Por qué abrazas a este monstruo? 
Lamec lo observó con detenimiento, me miró hacia abajo y sonriendo me pidió un momento, asentí y soltamos el abrazo al unísono. Mi hermano se acercó hasta Tom, yo iba detrás de él y me mantenía sujeta con su mano 
—¿Thomas Schechter? —le interrogó 
—¡Aléjate!, ¡Tú eres aquel ser que vi en la aldea, el monstruo de ojos rojos! 
—Soy Lamec, y jamás fui a tu pueblo, a quién probablemente viste para ese entonces, fue a mi padre Dissaor 
—Simone...aléjate de esa bestia, huye...no quiero que tú también mueras... 
En ese momento el cuerpo de Tom comenzó a crujir, cada hueso volvió forzosamente a su posición normal, el tronar de estos y los gritos desgarradores de dolor nos inquietaron a ambos quienes observábamos este horrido espectáculo  
—¡Ya basta! —gritó Tom—¡Sal de mi cabeza! 
—¿Tom?  
Le llamé para ver si reaccionaba, pero este entre que su cuerpo se estaba regenerando de forma grotesca y que parecía estar teniendo una lucha interna con su propia mente, no emitió ninguna respuesta. Cuando sus brazos se recompusieron al cien por ciento, se agarró la cabeza con ambas manos y presionó su espalda contra el muro que se encontraba tras de él. 
—¿Thomas?  
Pregunté nuevamente, esta vez abrió levemente los ojos, su condición nos dejó a Lamec y a mí aún más extrañados, pues uno de sus ojos era de un tono oscuro, cercano al negro y el otro mostraba aquel color celeste que siempre había tenido.  
—Simone...co-corre, ese monstruo...te va...a llevar, no lo de...jes 
—Debemos irnos—Indicó mi hermano—hay que curar tus heridas y regenerar ese brazo que perdiste 
—Pero Lamec...no podemos dejarlo así, él está... 
—Está siendo controlado, lo sé, pero solamente pudo liberarse por la magnitud del daño que le causaste, su cuerpo ya se está regenerando y esto hará que el control que ejerce sobre él Roger van Euwen se reestablezca, si te ataca en las condiciones que te encuentras no tendré más que asesinarle 
Entendía lo que me trataba de decir, Lamec tampoco deseaba asesinarlo, no ahora que sabía que no actuaba por voluntad propia, pero no dudaría en hacerlo si nos atacaba.  
—Bien, vamos hermano  
Lamec se acercó hacia mí y me tomó en sus brazos, me permití apoyar la cabeza en su pecho. 
—Simone...no, no te va...yas 
Miré con lástima a Tom, no había nada que pudiera hacer por él en estos momentos, era solo una víctima más de los malditos van Euwen. 
—Prometo que regresaré 
Fue todo lo que le dije, antes de que mi hermano entrara en el portal que había creado y ambos regresamos a nuestro hogar.  
 




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