GRACIAS POR TODO ADARA
Eramos una familia de dos, solo mi mamá omega y yo, no había un tercero como en otras familias, a mi mamá no le gustaba hablar de mi padre, decía que era mejor no saber de él, por eso faltaba a las festividades del día del padre en la escuela y en vez de eso, íbamos al parque de diversiones o a comer a cualquier restaurante interesante, había uno que te servía como postre una dona gigante, siempre era bueno probar cosas nuevas junto a la persona que amas.
Mi mamá era un dulce y amable omega, siempre íbamos los domingos a hacer una actividad voluntaria, desde bañar perros y gatos en un refugio o ir a cuidar ancianos en los asilos, siempre era divertido ir a los orfanatos, porque hacía nuevos amigos y jugaba con más niños de mi edad, esa era la rutina de mi vida, hasta que, empezamos a salir menos, mi mamá empezó a comer menos, él fingía que comía mucho pero yo lo notaba, después de comer iba al sanitario y vomitaba todo, sabía que lo hacía porque cuando me enfermaba del estomago, yo lo hacía, aunque no a escondidas como hace él. Con el tiempo, mi mamá fue bajando de peso, lo notaba porque su ropa le quedaba cada vez más ancha, pronto juntos conocimos un nuevo lugar, el Hospital, mi mamá entraba durante largas horas, conversaba con muchos doctores y siempre terminaba llorando, no entendía mucho, pero podía escuchar el llanto de mi mamá. Al ser una niña de apenas nueve años, no podía hacer nada, solo podía ver como lo más valioso en mi vida, se hacía pedazos. Mi mamá empezó a dormir casi todo el día, un auto negro muy largo iba todos los días por mi para llevarme a la escuela y me traía de regreso también, al menos era una preocupación menos para mi mamá, él necesitaba descanso y reposo para sanarse, no a un estorbo.
Cuando llegó la temporada de lluvias, mi mamá empezó a pasar su tiempo conmigo de nuevo, ya no dormía, jugaba y hablaba conmigo, disfruté de esos hermosos momentos, hasta que una tarde, mientras miraba una película y mi mamá dormía un poco, la policía llegó a nuestro departamento, me sacaron de ahí y no pude ver más a mi mamá. Desde ese momento, estuve en algo similar a un orfanato, habían muchos niños, varios de ellos lloraban y otros parecían esperar a que alguien vaya por ellos, yo fui también de estos últimos, espere cada día a que mi mamá fuera por mi, quería verlo, abrazarlo, decirle que lo extrañé mucho, pero por más que espere, mi mamá no fue por mi. Una mañana, mientras terminaba de desayunar, una de las cuidadoras me pidió que la siguiera, obedientemente la seguí y me llevó a una habitación, donde habían muchos hombres y mujeres con trajes negros, en medio de ellos, estaba la jefa de aquel lugar, una mujer muy regordeta.
La jefa me explicó que esos hombres y mujeres habían venido a recogerme, así que tuve que ir con ellos, sorprendentemente me llevaron con mi mamá que estaba en el hospital, él se veía muy delgado, lloré cuando me abrazo y me dijo que todo estaría bien. No obstante, eso no duró, mi mamá falleció en la última semana de la temporada de lluvias, no pude ir con él, no pude seguirlo, no pude cuidarlo, no pude sanarlo, no pude hacer nada, era inútil.
A partir de ese momento y después del funeral, conocí a quien se supone que era mi padre, aquella alfa me explicó que mi mamá la llamó para que cuidara de mi en su nombre, no tenía más adultos que cuidarán de mi, no tuve otra opción que vivir de quien se supone me abandonó. No obstante, no fue tan malo como pensé, casi nunca veía a Adara, quizás una o dos veces por año, una amable niñera fue quien me crío en un departamento muy bonito y espacioso, tuve que cambiar de escuela, pero no fue tan malo, mientras no viera a Adara nada seria malo, esa alfa, esa mujer, nos abandonó a mi y a mi mamá después de todo, ella solo cuidaba de mi como una obligación, además no es que le costará tanto, gracias a mi niñera me enteré que esa mujer era una maldita millonaria, solo era para ella unos centavos.
A medida que fui creciendo, contaba los días para ser una adulta legalmente, para así poder irme lejos de Adara y su perfecta familia, porque si, me enteré que ella tenía otra familia, dos hijos y un omega, eran desagradables, una vez los había visto de lejos, reían y sonreían como si todo estuviera bien en el mundo, era asqueroso. Cerca de los quince años, mi niñera me encerró en una habitación, fue cuando descubrí los primeros indicios para que mi segundo género se revele completamente y como varios de los que conocía esperaban, fui una alfa dominante, nacida de dos lobos dominantes, mi padre y mi mamá eran alfa y omega dominantes, debido a eso fue que me llamaron alfa dominante pura, porque tenía ancestros con el gen dominante y mis padres lo habían sido, para mí no fue importante hasta que tuve una pelea con otro alfa dominante, descubrí entonces que al ser una alfa dominante pura, podía incluso asfixiar con mis feromonas a los alfas dominantes, ni que decir de los alfas normales, por eso ni bien cumplí los dieciocho años de edad, guarde las fotos de mi mamá en una mochila vieja que encontré en un basurero, le pedí ropa prestada a mi niñera y me fui de casa, le pedí a esa mujer que era mi padre que no me buscará, como jamás le importe, dudaba que lo hiciera, pero, después de un tiempo viviendo en las calles metiéndome entre las pandillas, me atrapó, mi meta era ser parte de la mafia y un día tener mi propia organización, pero ella arruinó mis planes, le dio un aviso a la policía y arrestaron a varios de mis conocidos, por eso cuando la vi, la golpee, esa estúpida me arruino la vida nuevamente, en ese momento.
Debido a su control sobre mi, no tuve otra opción que estudiar en la universidad que ella eligió, ahí debido a sus grandes donaciones, me trataron como una Reina, cosa que no era, elegí la carrera psicológica para especializarme en lo clínico y le dedique casi todo mi tiempo a estudiar. Bien dicen que en la universidad tienes dos caminos, sigues actuando como un adolescente mocoso o maduras para salir a defenderte al mundo solo, lo segundo me sucedió, pero no fue debido a mi padre o a mi niñera, fue gracias al amor, mientras hacía prácticas en un hospital en el área de oncología, conocí a una omega que era enfermera ahí, como me la pasaba hablando y haciendo compañía a los pacientes, me encontraba con ella a menudo ya que esta siempre cuidaba de los pacientes que yo tenía que tratar a base de terapia del habla, fue demasiada coincidencia, pero no me molesto en lo absoluto, con el tiempo, ella me pidió una cita, por supuesto que acepté, con ella podía ser yo, no era una hija bastarda de alguien más, ni una huérfana de madre, solo era Ilulu, la practicante de psicología, con el paso del tiempo, ella se hizo mi mundo, aunque la diferencia de edad estaba ahí, no me molestó, además seis años eran nada comparado al amor que nos teníamos, fue por ella que decidí conseguir un trabajo, aunque fue de mesera en un bar, no me molestó, ahorraba lo más que podía ese dinero, porque tenía en mente pedirle matrimonio a mi amada omega y al menos, dar el pago inicial de una casa, junto con un lindo anillo para mi propuesta.