¿Quieres que sea vulnerable?
Si de algo casi nadie habla es que jamás podemos sentirnos vulnerables, siempre estamos en guardia cuidando la imagen que mostramos a cada persona, incluso con nuestra propia familia ¿Por qué alguien amaría más a una mascota que a un humano? Algunos dicen porque esos seres de compañía son honestos y no traicionan, pero la realidad es que te permites ser vulnerable frente a ese ser, te puedes permitirte llorar, enojarte, gritar, mostrar tu baile más ridículo sin temor a ser juzgado, hablar de tus inseguridades y miles de cosas más ¿Cómo no amar a quien no te juzga? A quién con quien puedes sentirte vulnerable.
Aleyna Amabile Regnsne fue alguien que nunca conoció lo que era ser vulnerable hasta que se casó con su primer amor, conoció la felicidad y también la traición, pero esa es una historia para otro día, sin embargo, ella sabía lo cómodo que era sentirse vulnerable frente a alguien, era realmente satisfactorio y cuando decidió casarse con Nain Ivan Valenthe ella no estaba dispuesta a tener una relación fría, tampoco una distante o algo similar, quería una relación donde pueda sentirse cómoda y protegida, incluso si no había amor de por medio estaba bien con eso, ya que no anhelaba el amor o algo similar, ya había vivido en el paraíso y en el infierno, así que no era curiosa por saber que había ahí nuevamente.
— Son originarios del sur —Aleyna le presentó a Nain la yegua y el potro que había traído desde su tierra— Ella es muy veloz y ese pequeño de ahí es muy fuerte pese a ser el más pequeño de los potros
— ¡Son hermosos! —Nain estaba encantado acariciando tanto a la yegua como al pequeño potro— Enserió, muchas gracias ¡Filip! ¡Llamen a Filip! ¡Díganle que hagan espacio para mis caballos! —ordenó inmediatamente él omega— Son tan lindos ¿Tienen nombres? —preguntó emocionado.
— Si, ella es Ru y el es Lu
— Ru y Lu, bienvenidos —murmuró Nain después de escuchar los nombres de sus dos nuevos caballos.
— Estarán aquí contigo como compañía en mi lugar, luego podemos trasladarlos nuevamente al sur —ofreció Aleyna con una sonrisa, estaba feliz de saber que su regalo fue bien recibido.
— ¡Si! También tengo otros caballos ¿Puedo llevarlos también? —cuestionó Nain esperanzado.
Antes cuando estaba comprometido con Erlan estaba dispuesto a renunciar a los propios caballos que tenía pero ahora, quizás no tenga que renunciar a ellos.
— Por supuesto joven maestro Nain, en el sur tengo suficiente espacio para todos los caballos del mundo si así lo requiere —asintió la alfa dominante.
— No quiero a todos los caballos del mundo, solo a mis caballos —murmuró Nain evitando verla, cuando ella decía cosas como esa sonaba a que si se lo pidiera ella cumpliría todos sus deseos.
— Bien ¿Deberíamos irnos? —Aleyna decidió cambiar de tema al notar que Nain parecía nervioso.
— Esta bien —asintió Nain recordando un detalle.
Su padre no había podido investigar los planes de Aleyna, así que tuvo que improvisar con su atuendo, miró a Aleyna de pies a cabeza, ella llevaba botas, un pantalón simple y una camisa blanca que parecía estar luchando para no romperse por los músculos de la alfa, pero dejando eso de lado no parece que vayan a ir a ningún lugar elegante así que se sintió aliviado, se puso un atuendo relajado por si las dudas, aunque eso no quitaba que estaba vistiendo uno de sus mejores trajes para fiestas de té.
— Bien, avisaré a la Condesa que ya nos vamos —avisó Aleyna mientras le ofrecía una mano, Nain por inercia la tomó.
La alfa dominante lo guió hasta su propio carruaje y se aseguró de que suba seguro y se sienta cómodo antes de regresar a la mansión de Nain con dos sirvientes siguiéndola mientras llevaban regalos ¿Parecían frutas y flores? Talvez, Nain no pudo ver bien y solo se quedó esperando en el carruaje de Aleyna, las acciones de la alfa correspondían a un cortejo formal, pedía permiso a los padres para las citas, les llevaba regalos y seguramente les compartía el itinerario.
— Todo listo —la alfa regresó casi diez minutos después luciendo muy contenta, subió al carruaje y los sirvientes cerraron la puerta antes de empezar a avanzar.
Ahora ambos estaban sentados frente a frente, Nain se preguntó por un instante si ahora Aleyna dejaría su teatro.
— Por si no lo haz notado, te estoy cortejando formalmente, no es muy llamativo debido a que no estaba segura de que completaramos el trato pero hasta ahora he demostrado mis intenciones con eficiencia, espero las hayas notado, si sientes alguna incomodidad puedes decirme —ella pidió pero Nain había dejado de escucharla desde que dijo "cortejo formal" nunca se esperó eso así que nadie podía culparlo.
— Entiendo... —murmuró automáticamente sin pensarlo mucho ¿Qué podía decir? ¿Qué sospechaba de todas sus acciones? ¿Qué inconscientemente la está comparando con Erlan?
— ¿Tienes alguna pregunta sobre mi? —cuestionó ella.
— No, no por el momento —contestó inseguro.
— Bueno, yo tengo demasiadas —Aleyna inmediatamente sacó una libreta de apuntes junto a un frasco de tinta y una pluma de un bolso que recién notó Nain, el carruaje iba lo suficientemente lento para poder escribir así que no había problema— ¿Tienes alguna alergia?
— Soy alérgico a los camarones y a las semillas de chia —respondió Nain.
— ¿Alguna enfermedad de la que deba saber?
— Estoy sano...
— ¿Con que frecuencia te enfermas?
— Solo cuando me resfrío
— ¿Te gustan los climas cálidos o fríos?
— Cálidos
— ¿Cuáles son tus pasatiempos?
— Bordar, comer dulces y aveces dormir
Fue así como Aleyna hizo sus cientos de preguntas y Nain las respondió notando como la alfa escribía todas sus respuestas ¿Así era una cita normal o Aleyna era la extraña?
Después de lo que pareció media hora de viaje, llegaron a la mansión Regnsne de la capital, era un lugar aún más grande que la mansión de Nain, era de color granate y muy imponente, apenas bajaron del carruaje Nain siendo cargado por Aleyna para ayudarlo a bajar seguro una fila de sirvientes los esperaba listos para atenderlos.