Omegaverse | Cambiando el destino

Capítulo 24

DECISIONES DIFÍCILES

Las personas toman decisiones difíciles cada día, muchas de esas elecciones cambian el estilo de vida de una persona, cambia la sociedad o la forma en la que alguien vive.

Sea como sea, cada uno de nosotros alguna vez ha tenido que hacer su elección, hagamos la decisión correcta o no, sufrimos las consecuencias de cada decisión, hay veces en que las consecuencias son buenas y en otras son devastadoras.

Recordamos que la vida golpea fuerte cuando estamos nuevamente en el suelo, tratando de reconstruir lo que una sola decisión destruyó, nadie golpeará tan fuerte como la vida, eso lo sabemos pero ¿Sería posible esquivar esos golpes? ¿Sería posible volver al pasado y corregir nuestras decisiones? No, no puedes, porque incluso si vuelves al pasado, tomarías la misma decisión porque no puedes ver las consecuencias que vendrán, porque en ese momento no aprendiste lo que sabes en el futuro y porque incluso si la decisión más difícil que tomaste te ha destruido, por alguna razón hubo pequeñas migajas de felicidad que te ayudaron a rellenar grietas de batallas anteriores.

Decidir no es fácil, no es algo que todos queramos pero lo peor que podemos hacer es arrepentirnos, porque en honor a ti mismo, que sufriste, lloraste, diste una gran parte de tu tiempo de vida, sigue hasta el final, no desistas, no te quiebres, en el camino entenderás que aunque no fue la mejor decisión pudiste aprender a vivir, ha levantarte, encontrar un poco más tu camino, tu destino.

Quién sabe, quizás sin saberlo cambiaste tu destino.

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La temporada de siembra llegó nuevamente al sur, los habitantes después de haber preparado sus campos empezaban a sembrar, desde niños pasando las semillas hasta ancianos haciendo huecos en la tierra, todos ayudaban, sin preocupaciones, sin problemas que los abruman tanto que solo se quedarían en casa, estaban tranquilos, ante la crisis alimenticia ellos no tenían que preocuparse, su tierra era fértil, tenían suficiente comida y la persona que los dirigía era alguien que siempre se aseguraba de que todos tuvieran un plato de comida, porque incluso los mendigos comían bien, así que estaban más felices que comúnmente, se sentían afortunados de haber nacido en el sur.

Sin embargo, su señora, la Marquesa Regnsne no sé sentía afortunada, desde ayer no había comido y tampoco quiso ponerse a trabajar, así que solo estaba recostada en el sofá de su oficina, pensando en qué debería hacer. Su esposo había entrado en celo desde ayer y por decisión de ambos, se encerró para pasar su celo solo, ya que no querían hijos, no todavía, la herida de su cachorro y lo traumatico que fue su pérdida aún estaba fresca, necesitaban más tiempo para recuperarse.

Aún recordaba vividamente sus días en el infierno, sin embargo, si volviera a la misma situación, sus decisiones hubieran sido las mismas.

Flashback:

Nain estaba en crisis, el sangrado no se detenía y había empezado a temblar como si algo horrible le pasara, los doctores no sabían que le sucedía y solo cuando identificaron el veneno le dieron una respuesta.

— No tiene mucho tiempo Marquesa... Debemos darle medicina para aliviar los daños que el veneno le está haciendo al cuerpo del Marqués...

— ¡¿Y que esperan?! ¡DENLE EL ANTÍDOTO YA!

El médico, una persona que atendía directamente al Emperador inclinó la cabeza como si se disculpara.

— La medicina puede provocar un aborto si se bebe, si se la damos al Marqués, no creo que sobreviva el cachorro...

— Debe decidir Marquesa o perderá ha ambos —otro médico apoyó a su compañero, mirando con lástima a la alfa dominante que empezó a mirarlos como si estuvieran locos.

Aleyna jamás tuvo que tomar una decisión tan difícil, quería gritar que salven a su esposo pero el nudo en su garganta que le quitaba el aire no la dejaba, le dolía el pecho, sentía que sus brazos picaban y las lágrimas que se formaban en sus ojos le nublaban la vista.

— ¡Marqués!

— ¡Agua! ¡Agua!

— ¡Necesitamos más algodón!

— ¡Agua tibia!

Los sirvientes, enfermeros y doctores empezaron a correr al rededor de la cama donde estaba recostado Nain, las sábanas blancas se tornaron rojas por la sangre, las almohadas se mancharon de vomito y el suelo se empezaba a llenar de grandes bolas de algodones con sangre ¿Qué iba a hacer Aleyna? No quería perder a su esposo, tampoco a su cachorro, hace solo una hora estaba planeando hacer una nueva cuna, una que pueda sujetar a su propia cama para cuidar de su pequeña familia, se imaginaba ver a su esposo y cachorro dormir, velar sus sueños y despertar debido a sus risas ¿Por qué estaba pasandole esto? Sirvió bien a su Imperio, cuidó de sus súbditos, trató bien a sus esclavos, no tenía adicciones, ni siquiera le había quitado la vida a nadie ¿Por qué? ¿Por qué le sucedía esto a ella y ha Nain? Su esposo era alguien benévolo, gentil pero estricto, despiadado pero misericordioso, habían cumplido con los estándares de la sociedad, de sus padres, lo único que pidieron era ser felices, comenzar su propia felicidad, tener su pequeña familia de tres.

No podía tomar esa decisión, no le correspondía, sin embargo, si alguien iba a cargar con la culpa sería ella, Nain no soportaría, lo destruiría la decisión de elegir su vida por sobre la de su cachorro, esa decisión lo carcomeria y jamás se perdonaría, era mejor si ella tomaba esa decisión, incluso si esta acción la destruía, mientras su esposo esté para levantarla todo estaría bien y si no, bueno, conocería a su hijo muy pronto.

— Denle el antídoto —ordenó y de inmediato los médicos empezaron a preparar la medicina.




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