Only You.

CAPITULO 19. UNOS BESOS...

Mijaíl

 

Los labios de Abby son cálidos, calientes, inocentes, tienen un toque a cereza, disfruto de sus labios, y cuando la lengua de Abby pide paso a mi boca, se lo doy, dejo que ella marque el ritmo, despacio tan despacio que es una tortura y hago un esfuerzo sobrehumano para no pasarme, cuando su lengua toca la mía y sus manos empiezan a jugar con mi cabello, ya no puedo más.

La tomo de la cintura con posesividad y un gemido sale de la boca de Abby terminando en mi boca topándose con un gruñido de mi parte. La acerco más a mi cuerpo. Hasta que el aire de nuestros pulmones se acaba, Y nos separamos para tomar aire, nuestros respiraciones están agitadas, Abby tiene la cabeza pegada a mi oreja y sus manos en mi cuello. Sentir su respiración en mí, hace que algo dentro de mí se remueva, y ahí está otra vez, el mismo motor que sentí cuando la bese por primera vez.

Necesito más de ella, mucho más, simplemente soy insaciable cuando se trata de ella. Empiezo a darles pequeños besos en su cuello, siento que Abby se estremece por lo que hago, y yo sonrío por como ella reacciona ante mis caricias. Sigo un camino de su cuello a su boca. La vuelvo a besar con hambre, sediento de ella, acaricio con mi lengua su labio inferior y Abby gime en mis labios.

No aguanto más, la tomo de las caderas, sin dejar de besarla y me levanto con ella de la silla, y la siento en mi escritorio, Abby abre sus piernas y yo me posiciono en medio de ellas. Mas sin embargo me aparto de ella, dejo de besarla y escondo mi cara en su cuello, mi respiración esta acelerada.

Estoy seguro que si no me detengo ahora, voy a hacer algo que no por ahora no quiero hacer, si doy ese paso con Aby, las cosas cambiarían, y no quiero que lo hagan una cosa es darle besos y otra muy diferente ir más allá.

Abby carraspea. Y sé que esta confundida.

—. Yo… lo siento.

Dice Abby, niego con mi cabeza, y aparto mi cara de su cuello. La miro más sin embargo ella no me mira.

Me niego a que piense eso, ella no puede pensar que eso, no de mí. Debo dejarle muy en claro que jamás haría eso con ella.

—. Abby mírame.

Digo con voz suave. Abby niega con la cabeza. La miro enternecido por su gesto, ella es hermosa, las mejillas rojas y su cuello también lo está por la fricción de los pequeños cabellos de mi barba en su cuello, por los besos que le di en ese lugar. Labios hinchados por mis besos. Necesito ver sus ojos.

. La única razón por la que me detuve… fue porque si no lo hacía, iba a hacer cosas de lo que me iba a arrepentir. Quiero que cuando lo hagas conmigo no sea en mi despacho. Quiero borrar la mala experiencia que tuviste con tu ex, y lo hare.

Me a sincero con ella. Ella busca mi mirada, la veo a los ojos para que note la sinceridad en ellos. No quiero que piense que la estoy rechazando, no quiero que me compare con el idiota de su ex. La sola idea que piense que la estoy rechazando me tortura.

Los ojos de Abby muestran sorpresa. No esperaba tal sinceridad de mí, y en realidad yo tampoco, pero en mi fuero interno sabía que no iba a estar tranquilo si no le decía la verdad. Algo dentro de mí se niega a que ella piense que yo la podría rechazar. Necesito que ella sepa lo mucho que yo la deseo. Pienso. Y de esencial que se ha vuelto en mi vida. Eso no lo pienso, y soy incapaz de reconocerlo, pero en mi fuero interno, en los más profundo de mir ser. Yo lo sabía.

—. Si, lo sé.

Es una pésima mentirosa. Y eso me gusta de ella, ella no sabe ocultar lo que siente, sus ojos son como un mar cristalino, incapaz de ocultar sus sentimientos. Sonrío mientras niego.

—. No, no lo sabias, Abby. Pero quiero que lo tengas presente.

Ella se muerde el labio inferior, está nerviosa. Le acaricio las mejillas con el dorso de mi mano, sus mejilla se tiñen de rojo carmesí.

—. Está bien, yo… lo tendré presente.

Dice mientras me da una sonrisa y cuando lo hace una punchada atraviesa mi pecho, obligándome a apartarme. Y Abby lo nota, porque se baja del escritorio y se arregla su falda que ahora está un poco arrugada por los besos y mi forma posesiva de tomar su cintura

≫. Yo debo irme… y esta vez de verdad.

Dice Abby en un intento de aligerar la pequeña tensión que se estaba formando. Y de alguna manera lo logra. Pues, cuando veo su sonrisa, mi tensión que antes tenía se esfuma por arte de magia.

—. Bien, si quieres puedo…

Pero no termino de hablar porque algo de lo que me he ido acostumbrando desde la semana pasada, pasa. Siento un chorro metálico bajarme de la nariz. Llevo mi mano a mi nariz y con la otra le hago un gesto a Abby para que espere un poco. Y camino al baño que tengo en mi despacho, abro la puerta y tomo papel higiénico. Me lo coloco en la nariz. Pero la sangre al parecer se niega a dejar de salir, cuando el papel higiénico se convierte completamente rojo, tomo otro trozo y me lo coloco otra vez en la nariz. Mierda. Y este otro trozo, se vuelve a llenar de sangre en cuestión de segundos.

Abby toca la puerta con los nudillos, como la puerta del baño la había dejado abierta sé que ella solo me está avisando que va a entrar la observo por el rabillo del ojo entrar al baño con gesto preocupado, se me acerca. Y toma el papel higiénico, toma mis mano y las aparta, siento que el sangrado ya no es tan intenso.

—. ¿Te sucede muy a menudo?

Me pregunta mientras me hace bajar un poco la cabeza para colocarme papel en la nariz. La veo a los ojos y en ellos veo pura preocupación.

—. Esta semana me ha estado ocurriendo más a menudo, a veces dos o tres veces al día.

Le respondo mientras Abby aparta el pelel higiénico con una mancha color carmesí. Frunce el ceño mientras niega. Luego conecta con mis ojos y me mira reprobatoriamente.

—. ¿Por qué no has ido al hospital? Mijaíl podría ser algo grave.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.