Oportunidad Perdida - Familia no Dividida

One shot

Estimadas y estimados, bienvenidos a un nuevo capítulo de “Historias y Moralejas”. Antes que nada quisiera mencionar que las memorias de las mujeres son como una caja de secretos. Siempre va a existir alguna verdad que solo es conocida por los involucrados y sin terceros. En esta oportunidad volvemos al pasado de una mujer. 

La recapitulación y memorias de una mujer llamada Adelaida, chica veinteañera de capital por los años 70, con una familia de clase media bastante peculiar. Vivía en una ciudad cosmopolita, se preocupaba por el amor y quizás una profesión. 

Recordemos que en el siglo XX, nada era igual al presente. Una simple llamada telefónica era difícil y costosa. Mucho menos existían redes sociales. Es agridulce pensar que en esta época era posible enamorarse más de ideales que de realidades, es decir tu esposo o tu novio era un perfecto extraño para tí. Si no preguntabas, no sabías. Si preguntabas, te mentían.

 

Si nos ponemos a reflexionar sobre la premisa anterior, esa era la época dorada para los hombres de intenciones dudosas. Era fácil tener una doble vida.

Por otro lado, las mujeres, en su gran mayoría pensaban en casarse, en el noviazgo perfecto, en la pedida de mano perfecta. Era una sociedad diferente.

Bajo ese contexto, Adelaida de 22 años, conoció a Manolo Estrada, una persona mayor a ella por 6 años. Una diferencia de edad en ese entonces aceptable. Manolo era empresario extranjero y tenía un negocio de exportación de telas en la ciudad. Iba y venía de España, su país de origen. 

Para Adelaida fue un flechazo a primera vista, cuando lo vió en la tienda de ropa que frecuentaba. La actitud varonil de Manolo, su cabello negro sin canas, su acento extranjero, fornido y de traje azabache que le daba una apariencia decente. 

Para Manolo, Adelaida era una mujer muy jovial, ingenua y de buen cuerpo. La combinación perfecta para su hazaña.

 

Empezaron a frecuentarse con citas al café mas popular, idas al cine, ese de a blanco y negro. Pequeños viajes hacia otras ciudades. Todo parecía normal, incluso el hombre se había presentado ante los padres de Adelaida sin problema.

 

Cuando Adelaida y Manolo llevaban dos años de una relación formal, él con un poco de pesar decide contarle que se mudará definitivamente a la ciudad, ya que en su negocio le iba muy bien y no valía la pena regresar a España. Esa noticia, hubiera sido satisfactoria si no hubiese estado acompañada de la siguiente frase:

“Viviré en Lima pero viajaré a otras ciudades vecinas para ampliar contactos, por lo que de momento no tendré mucho tiempo”.

 

Adelaida en su momento se sintió triste pero no vió mucho problema ya que le faltaba un año y medio de universidad, por lo que podría terminarla sin prisas y después, tendría tiempo para trabajar un poco y planear la boda magnífica que soñaba con Manolo. Cabe recalcar que para ella, la pedida de mano era un asunto dicho y pactado. Le tenía tanta confianza al hombre que era su novio en aquel antaño que nunca dudó y nunca preguntó. Asumiendo que todos los momentos compartidos, públicos e íntimos, eran una promesa silenciosa de un futuro unidos. 

 

Después de poco menos de seis meses, Manolo se había mudado a un departamento pequeño cerca a la casa de Adelaida. 

 

Durante ese periodo de tiempo, a nuestra protagonista, se le da la oportunidad de ir por los meses de vacaciones en su universidad a Estados Unidos, para visitar a sus abuelos, quienes residían en ese país. Ella encantada acepta debido a que su novio le dio permiso, lo vió como una manera de visitar un nuevo lugar, ver a su familia y a su vez ganar un poco de dinero útil para su futuro - iniciando una familia con el hombre.

Por esos lares, Adelaida inició un trabajo de medio tiempo ayudando a organizar documentos para traducción. Este trabajo bien pagado y temporal, era perfecto para su estadía en Estados Unidos. Debido a su capacidad y eficiencia, su jefe le propuso quedarse a residir en ese país y continuar trabajando allí. Una oportunidad que se daba pocas veces.

Lamentablemente, ella no aceptó. Decidió seguir el camino del amor ciego. Al término de esos meses, ella decidió regresar a su país por esa persona especial en su corazón, esa persona de la cuál solo había escuchado su voz en los últimos meses, Manolo.

 

Grande fue su reencuentro, más enamorados que nunca. Él la recogió del aeropuerto y al verse y abrazarse después de meses parecían una pareja de cine.

 

Los días siguientes no se despegaron, celebraron comiendo en restaurantes y en lo privado del departamento de Manolo.

La vida parecía andar de color rosa por un mes, hasta que Adelaida, nuestra querida protagonista, salió embarazada. Ella no quería entrar en pánico, tenía fé en que todo iba a estar bien para ella y la vida que tenía en el vientre. En el peor de los escenarios imaginados por ella, solo se proyectaba con un adelanto en su pedida de mano y en su boda.

Se alistó lo más hermosa que pudo, darle la noticia a su novio iba a ser un evento importante e íntimo entre los dos. 

Sin avisar por teléfono o dejar recado en la empresa de Manolo, ella se presentó en ese lugar sin saber lo que iba a pasar.

 

Cuando estaba por tocar la puerta al despacho de Manolo, sale una mujer, blanca y recatada, con rulos y un sombrero a juego con el vestido. Queriendo demostrar por esa moda que pertenecía a alta cuna o quizás que venía de un lugar diferente y moderno.



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En el texto hay: traicion, relato corto, relacion amorosa

Editado: 03.02.2021

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