Ordenes inconscientes

Una pequeña ayuda

Solo después de la intervención de Manfred, su pareja pudo tener un turno normal de trabajo, en el descanso, dentro del área de la comida, adquirió el valor suficiente para disculparse con todos los compañeros a los que había ofendido, les dijo que se enteró de algo muy malo de su familia, y que por alguna razón se desquito con ellos, algunos le dijeron que la perdonaban, pero otros no parecían convencerles esa explicación.

Para ella lo importante es que ya podía desempeñarse bien, por lo que mientras pasaban las horas ya solo se concentraba en sus clientes, en ser gentil y ayudarlos, también y como es lógico se preguntaba que había hecho Manfred, pero esa pregunta recibiría su contestación después.

Cuando ella regreso más tarde a la casa, él tenía lista la comida, la cual había preparado con esmero tras regresar de su trabajo a pesar de estar cansado haber cubierto el tiempo que se tomó en ir al banco. Pero la cena fue pospuesta, pues había algo que hablar, él sabía que igual que cualquier persona no le creería, por lo que pidió su brazo de nuevo, escribió algo, puso su teléfono con un cronometro, y ella levanto la mano como si quisiera participar en una clase.

——¿Qué es esto? —Confusa de ver su brazo en alto—, ¿Qué has hecho, qué tipo de truco es este?

—De otra forma no me creerías —Veía como ella trataba de bajar su brazo, utilizando el otro, pero se volvía a mantener en la misma posición, ahora sí que sentía miedo—, escucha, no ocurre nada, todo está bien, cálmate y te lo explicare todo.

—Ayúdame… —Insistía aun—, vaya día de…

—Basta.... —Agarro su mano que no estaba alta y la regreso a la mesa con cautela—, esto que está pasando ya pasara, pero tenía que mostrarte que, encontré una forma de que hagas lo que quiera, sin que lo sepas.

Ella consiguió calmarse, aunque le costó, entonces su mano bajo, y pudo moverla con normalidad. Él le enseño el cronometro, era un minuto casi exacto. Luego mostro lo que tenía escrito en su bloc de notas “Mantén tu mano derecha en alto, por un minuto”. Ella se levantó enseguida, y él intuyo que quería huir.

—Comprendo cómo te sientes —Solo la miraba, no quería si suplicar con su expresión, solo ser sincero—, ahora te explicare todo, pero si no quieres oírme, no me opondré.

Liberty sintió que, si estuviera en peligro ya estaría sufriendo algún tipo de ataque, por lo que tras evaluar toda la situación se volvió a sentar, y lo escucho todo, como lo descubrió, y que hizo, se dio cuenta de que pudo ser mucho peor, podría quizás hacerle matar a alguien pero de momento no había nada como eso, lo peor había sido lo de la boa en el zoologico, pero tras eso, ella inclusive se sintió bien consigo misma.

Hizo que él comiera algo de lo de su plato, por si tendría algún tipo de veneno, cosa que consideraba poco probable, pero visto lo visto, no estaba segura de sí era alguien en quien confiar. Trataron de comer en silencio, pero ella tenía muchas preguntas, las cuales fueron respondidas en la medida de que él pudiera. Todo parecía muy extraño, ambos sabían que nadie les creería, y él consideraba que, puede que se haya equivocado al decirlo, pero se dio cuenta de que no hubo muchos problemas, no se separaron, al menos en ese momento, lo que sí ocurrió es que, esa noche, tras que ella saliera a caminar por la vereda, donde solo se escuchaban grillos, y con el propósito de pensar en todo, él acabo durmiendo en el sillón.

Ella se despertó a media madrugada, no había luces, y se dio cuenta que era el momento perfecto para huir, sería fácil, se llevaría lo esencial, la idea solo paso por su mente, pero no se sentía capaz de hacerlo, y es que al final no lo hizo, pero si decidió hacer un experimento, por lo que fue a la sala.

A la mañana siguiente era el día de limpiar la casa, actividad que solían hacer juntos, pero en teoría esa ocasión sería diferente, ella se levantó sola como se había acostado y fue primero al baño y desde ahí ya escuchaba como alguien barría de forma frenética la sala, también se percató que el espejo estaba reluciente, y las baldosas como si fueran recién enceradas.

Cuando fue a la sala, no lo pudo creer, en efecto, como había dado ayer la orden por medio de la escritura su novio estaba, el se encontraba en proceso exhaustivo de limpieza.

—¿Qué haces? —Ella lo sabía, escribió que debía limpiar toda la casa él solo hasta las diez, y ya faltaban solo treinta minutos.

—Pensé en hacer la limpieza antes que te levantes —dijo utilizando el recogedor bajo el sitio de donde movió el último sillón y se limpió el sudor de la frente—, a modo de disculpa, ya no tardo aquí e comenzare a trapear.

—Ah —Lo veía con la respiración entrecortada, quien sabe a qué hora inicio, o si en efecto era por causa del comando, lo más probable en ese punto era que sí, pues ya ayer vio que ese fenómeno era algo real—, no olvides quitar el polvo del mesón de la tele.

Tras unos minutos ya estaba corriendo con el trapeador, y termino de hacer relucir el piso tres minutos antes del tiempo límite, entonces fue a lavarse bien las manos, y al fin pudo ir a la cocina, exhausto, y sin haberse limpiado la cara.

—Había investigado de ese asunto, de las órdenes —Decía él tras encender la sartén para que se caliente, mientras revuelve una masa con huevos y queso—, no hay información de que alguien haya descubierto algo similar.

—Debería haber algún registro, ya lo investigare por otro nombre, a veces me sirve buscar lo mismo pero en ingles —Ella, sentada y lista para comer, solo pensaba en las posibilidades de todo eso, no creía que había sido suficiente castigo, por lo que debía seguir con sus experimentos—, ¿De verdad me hiciste solo lo que dijiste ayer?

—Sí, creo que no se me olvido nada —Desplego la masa en la sartén—, de verdad lamento no habértelo dicho, pero ni me creerías.

—Te entiendo… —Trataba de recordar si en esos días había hecho algo que no quería, pero la verdad era que no, salvo lo de ayer y de pintar la casa—, pero eso no quita que este mal.



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En el texto hay: poder, miedos, ligera

Editado: 14.06.2025

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