Esa charla se extendió hasta que en las tres tazas no había más que azúcar en el fondo, entonces la madre de Manfred se despidió de él y de Liberty con un abrazo antes de abandonar la casa. El hijo, parecía algo preocupado cuando ella partió, para distraerse no dijo nada, tomo las tres tazas junto con el plato, y fue a directamente a lavarlas.
Liberty, por su parte se quedó en la sala un rato más, pues sentía que había cosas en las que pensar, luego de ver que la puerta tenga seguro y tras unos segundo de oír el agua correr se acercó al vano de la cocina, desde allí lo observo, no estaba segura si él estaría molesto o algo por lo que le hizo hacer, recordaba las últimas veces que se había molestado por alguna cosa que ella hiciera, y la verdad es que su respuesta era calmarse y decirle que cosa no le había agradado, pero esa vez era diferente, pues no solo debe de saber ya que ella utilizo comandos con él, sino que lo hizo para que él tomara acciones contrarias a su naturaleza.
—Ya iré a dormir —dijo ella, mirandolo.
—De acuerdo —respondió sin mirarla.
—Hasta mañana entonces.
—Un momento —Ahora si la miraba, mientras dejaba el trapo con que se secó a un lado, y luego empezó a secar el mesón—, dime si hiciste algo que yo deba saber, hacer rato.
—Pues sí, escribí algo en ti.
—Y funciono… —intrigado—, eso es muy curioso, significa mucho ahora que tambien pudiste.
—¿No estás enojado?
Él negó con la cabeza, sentía que no habría razón para eso.
—Yo lo hice contigo más de una vez y no te lo dije, así que sería lo justo, no tendría sentido que me enoje si me haces lo mismo.
—Bueno, que alivio. Pero si lamento haber hecho actuar de esa forma con tu madre.
—Ah, con que eso fuiste tú ¿Qué me habías escrito?
—Algo como “Usa más que las palabras para consolarla” —soltó ella, y miro que él continuaba con su expresión de análisis, como si evaluara distintos escenarios con sus ventajas y desventajas—, ¿Qué piensas?
—¿Te das cuenta de lo que significa que tú también puedas? —Se acercaba a ella—, significa que tenemos control sobre el otro, eso es muy bueno…
—Pero puede ser muy malo también, eso depende de nosotros —Ya lo había considerado antes, pero prefería no evaluar tanto aquel aspecto.
—Lo sé, pero de momento hay que centrarnos en lo positivo —declaro, feliz de considerar los escenarios.
Los cuales empezaron a probar en ese momento. Manfred le pidió que le escribiera en el brazo a él que hiciera mil lagartijas y mil sentadillas, ella se resistió al inicio pero luego coloco el comando, pero solo con ochocientas. Él le dijo mientras empezaba a hacerles que ahora la disciplina no importara, pues siempre hará lo que deba hacer aunque no quiera, sin importar que duela, lo que provocara que ambos consigan todos sus objetivos.
—¿Tú que quieres hacer desde hace rato? —Le dijo sin dejar de hacer repeticiones—, ¿Algun sueño que tengas?
Ella tenía una buena lista de cosas que responderían a esa pregunta, le parecia algo peligroso hacer eso que se le ocurrió a su pareja, pero también noto el potencial.
—Hay un libro que he tenido en la mente hace rato, y me gustaría escribir.
Con las manos temblorosas tras de hacer su nueva rutina le escribió a ella su comando. Por lo que, al día siguiente ella en cada momento libre, mientras se calentaba la comida, en vez de mirar la televisión y en lugar de usar el teléfono mantenía un cuaderno, escribía un montón de cosas, listas de acciones, de temas y de personajes, a tal punto que esa noche ya tenía una escaleta completa de quince capítulos.
El día después de ese, ambos se programaron para salir a correr temprano antes incluso que el sol los pueda acompañar, tenían sueño como es lógico, pero igual sus cuerpos sabían que tenían que hacer. Cuando fue hora de trabajar Manfred estuvo mucho más elocuente con sus clientes, tenía mejor ánimo y a todos les hacia un cumplido no basado en su físico, de modo que eso se vio reflejado en sus propinas. Ella en cambio mantenía su cuaderno al lado, y cuando tenía un segundo libre su atención pasaba de su rutinario trabajo a la parte creativa que es planear una historia, la cual ya había terminado de bocetar, pero ahora quería asegurarse que sea una saga larga y coherente, por lo que no dejo de escribir ideas que luego evaluaría en casa.
Ambos regresaron cansados a su pequeño hogar y se permitieron pedir comida china a domicilio, la disfrutaron ella con su cuaderno al lado, y él con una portátil donde buscaba un mejor empleo, tras unas horas de eso, juntos fueron a descansar, y repitieron esa rutina unos días más.
Dos semanas después Manfred hacia un curso de informática especializada, para la cual antes no habría encontrado tiempo debido a su trabajo, pero consiguió llegar a cada clase en tiempo record y poner toda su atención, igual que Liberty que ya tenía en la mitad de la mesa un mapa de decisiones donde se aseguraba que cada acción de cada personaje sea lo más lógica posible.
Luego él le comento algo que encontró en su teléfono.
—Mira esto —Le mostro un artículo mientras ambos estaban listos para dormir—, podemos rendir igual y ahorrar dinero comiendo un poco menos.
—Me gusta nuestra dieta actual… —dijo, sabiendo que sufriría con cualquier cambio—, pero sí, hay que hacerlo, o buscar una forma mejor de comer, yo me puedo encargar de eso.
—Bien entonces, está decidido, yo podría buscar una rutina mejor de ejercicios para nuestras metas de peso.
Ella lo pensó un breve segundo, y acepto.
Entonces ambos tomaron sus brazos, y al mismo tiempo cada uno escribía algo en el de su pareja, confiaban en que, la orden que colocarían se limitaría a lo pactado, y así fue.
De esa forma cambiaron toda su alimentación, cocinaban juntos pero solo con música relajante, nada de conversaciones pues cada uno mantenía la mente en sus proyectos, luego comenzaron a ir al gimnasio, siempre juntos pero ya no notaban, ni precisaban su compañía, el se centraba en las entrevistas a los nuevos trabajos que le trajo haber hecho el curso, y ella tenía la mente en la trama de una historia bélica que tenía en mente.