Oscuro Camino Hacia El Amor

Capítulo 2

Una semana completa transcurre desde que Samantha tuvo esos encuentros inesperados.  Fue testigo de homicidio, cosa no menor en su vida.  Y conocer a un hombre atento, caballero, que salió en su ayuda.  Tampoco ha podido olvidar a su bella madre.  Todo eso en una sola noche, en una hora y quince minutos de experiencias inolvidables, como lo es Patrick.  ¿Qué le hizo ese hombre para no poder olvidarse en exactos siete días desde la última vez que lo vio?. 

• ¡Samantha, el semáforo cambió de color! -exclama Cristine a su lado en el auto. 
• ¡Perdón, perdón! -responde ella nuevamente moviéndose por el camino hacia las oficinas centrales de Desmontt Corp.Ltd. 

Cada veinte de cada mes debe acudir a su egoísta familia para obtener una mesada.  No va muy alegre a ese lugar porque no se lleva bien con esa gente de su propia sangre, y tan distintos a la vez.  Lo hace solamente para demostrarles que sigue viva, y para actualizarse de lo que pasa en esa empresa.  Su amiga la acompaña con un interés especial y aberrante. 

• ¿Por qué te sigue gustando ese engreído? -pregunta Samantha al estacionar frente al edificio. 
• No te lo puedo explicar –dice Cristine sacando un espejo pequeño de su bolso. 
• Fletcher es arrogante, frívolo y un pequeño demonio, porque el demonio principal es mi tío -dice Samantha apagando el motor. 
• ¡No le digas demonio a mi ángel! -exclama Cristine en defensa de su amor platónico. 
• ¡No lo defiendas! -dice Samantha molesta cada vez que su amiga lo defiende. 
• ¡Siempre lo haré, a pesar de ser amigas... él, él es el hombre que está hecho para mí! -dice Cristine soñadora y emocionada. 

El mundo se detiene para Samantha, al ver volar su puerta por los aires y caer en medio de la calle.  Solo pudo quedarse temblorosa en su asiento, el grito de Cristine, y los demás gritos de las personas que se iban acercando a su auto.  Han chocado su puerta, justo en el instante que pensaba salir.  Todo ha pasado tan rápido que apenas pudo ver al otro auto emprender la huida, dejando una estela de humo y ese desagradable olor a neumático quemado. 

No grita, no se mueve, simplemente se ha quedado congelada en su sitio hasta que alguien toma su rostro.  Siente que tocan sus ojos, una luz pasa por delante de ellos.  Hasta que logra reconocer ese rostro masculino.  Está moviendo sus labios pero ella no alcanza a entender nada porque no escucha nada.  Patrick sigue hablando.  Ella intenta volver a su realidad. 

• ¿Samantha, me oyes? -pregunta Patrick.   
• Yo... yo... no... -intenta contestar pero le cuesta emitir una palabra. 
• ¡Estás en shock, cierra los ojos una vez para un sí, y dos veces para un no! -dice Patrick revisando las pupilas.  Una mano apareció ahí cerca de él. 
• ¡Patrick, aquí está el cuello! -dice una mujer. 
• ¡Samantha, te pondremos esto para tu cuello, puedes tener lesiones! -dice Patrick.  Samantha cierra sus ojos una vez para un sí. 
• ¿La conoces? -pregunta la mujer. 
• Sí y no –contesta Patrick mientras acomoda esa cosa en el cuello de Samantha- A pesar de las circunstancias, me alegro volver a verte –dice él sonriéndole. 

Samantha nota los labios curvos de una leve sonrisa que Patrick le regala.  Por sus propios medios sale del auto ayudada por Patrick.  La otra mujer no se despega de su lado.  Su amiga Cristine está siendo atendido por otros paramédicos.  Todo un revuelo se ha generado por ese extraño accidente.  Luego por las puertas principales de las empresas Desmontt, aparece corriendo su tío y su primo. 

• ¿Qué pasó? -pregunta su tío acercándose a ella.  Samantha no podía responder. 
• Señor, tuvo un accidente en su auto, la llevaremos al Hospital Central para constatar lesiones –dice la mujer que acompaña a Patrick. 
• ¿Quién es usted? -pregunta su tío mirando a Patrick. 
• Soy Patrick Miller, doctor en el Hospital Central –contesta Patrick. 

Extraña manera de saber que Patrick es doctor, cosa que no pudo saber al conocerse en aquella noche.  Sin poder hablar aún, Samantha es llevada a una ambulancia.  Cristine también va con ella.  Fletcher se metió en la ambulancia por orden de su padre.  Es la única manera que él la acompañaría a un hospital.  Solo con una orden de su padre.  Los tres en silencio, lanzaban miradas furtivas.  Samantha a su amiga, y ésta a su eterno amor imposible que estaba sentado frente a ellas.  Eso sí, con su peor cara.  ¡Su prima estuvo a punto de perder su vida y él demuestra su poca empatía!. 

• ¡Estuvimos a punto de morir, Fletcher querido... gracias por acompañarnos en estos difíciles momentos! -exclama Cristine. 

En un rápido movimiento, Fletcher salva su mano del toque de Cristine.  Samantha arruga su ceño, trata de llamar la atención de su amiga, pero sigue embelesada mirando a ese fastidioso hombre. 

• ¡Espero que no tarden mucho en el hospital, tengo una reunión en una hora! -exclama Fletcher mirando su teléfono. 
• El doctor Miller nos sigue en su auto, las atenderá él mismo –dice el enfermero mientras toma la presión de Cristine. 
• ¡Que sea pronto! -dice Fletcher. 

Samantha buscaba la atención de Cristine, resultando difícil con Fletcher ahí.  Necesitaba decirle que ese doctor es el mismo hombre que la ayudó esa noche.  Qué gran casualidad toparse otra vez con él.  Espero hasta llegar al hospital, donde al abrirse la puerta de la ambulancia, Patrick aparece con una bata blanca. 

• ¡Aquí están mis hermosas pacientes! -exclama Patrick ayudando primero a Samantha y luego a Cristine. 
• ¡Así da gusto tener un accidente! -comenta Cristine mirando a Patrick. 
• ¡Doctor, necesito que las atienda lo más pronto posible, tengo... 
• ¡¡Ooohh, ya cállate!! -exclama Samantha muy fuerte. 

Su primo que aún no desciende de la ambulancia, se queda mirándola muy sorprendido.  Samantha sacó la voz, luego de estar escuchando sus reclamos desde que salieron del lugar del accidente.  Un leve mareo se apodera de su cuerpo, se tambalea a un lado, cayendo en alguien.  Patrick la ha salvado de caer al suelo.  Una vez más está ahí. 

• ¡Es una buena señal! -dice Patrick sonriendo- ¡Ha vuelto tu voz, pero de igual manera debo revisarte, vamos adentro! -recomienda mientras Samantha estabiliza su cuerpo. 
• ¡Fletcher, necesito ayuda para caminar! -dice Cristine llegando al lado de Fletcher que sale en ese momento de la ambulancia. 
• ¡No tienes nada en tus piernas, puedes caminar sola! -dice Fletcher caminando apresurado al hospital. 
• ¿Quién es él? -pregunta Patrick. 
• Mi primo –dice Samantha. 
• Un amor inalcanzable –dice Cristine antes de irse tras él. 
• Es una historia extraña -dice Samantha quedándose sola con Patrick. 
• ¡Vamos a revisarte, sino recibiré un regaño de tu primo! -dice Patrick. 

A pesar de estar bien para caminar sola, el doctor toma a Samantha por un brazo hasta llegar a la entrada de Urgencias.  Cristine entra acompañada de una enfermera, Samantha acompañada por Patrick.  Alcanzó a divisar a su primo sentado en una silla en la sala de espera, con esa misma expresión de pocos amigos. 

• Necesito estos exámenes para ellas –dice Patrick escribiendo algo, mientras una enfermera pone mucha atención a sus palabras. 

Samantha observa muy bien desde su camilla, cómo esa enfermera mira a Patrick.  Reconoce que ella a pesar de su estado nervioso, no puede evitar contemplar esa belleza masculina.  Entiende muy bien si entre todas las enfermeras y doctoras de ese hospital, haya más de una que no se puede resistirse a ese dios griego.  Luego de un par de instrucciones, Samantha se queda sola con Patrick en ese pequeño cuarto blanco. 

• ¿Qué exámenes me harán? -consulta curiosa- Solo estoy con los nervios algo alterados por lo ocurrido con mi auto, no veo necesidad de algún examen –dice sonriente. 
• Eso lo debo decir yo, ...¿no crees? -dice Patrick acercándose a su camilla. 
• Yo me encuentro bien –dice mirándose. 
• No lo dudo, te ves bien –dice Patrick sonriendo levemente. 
• ¿Estás coqueteando conmigo, doctor? -pregunta Samantha también sonriendo. 
• No, eres mi paciente... y... y soy muy profesional –dice Patrick. 
• Gracias por estar ahí en ese momento, caíste del cielo a mi ayuda –dice ella. 
• Una gran casualidad que me haya detenido en el semáforo de la esquina, cuando escuché el impacto fuerte.... no imaginé toparme contigo –dice Patrick. 
• Yo tampoco me imaginé volver a verte, menos enterarme que eres doctor –dice ella. 
• Casualidades de la vida, como dice mi madre –dice Patrick-  Se alegrará mucho saber que volví a saber de ti, le agradas bastante –comenta él. 
• Sí, a mí también me pareció una mujer muy agradable, a pesar de nuestro penoso encuentro –dice ella, algo incómoda por rememorar esa noche, mueve sus manos inquietas sobre su cabeza. 
• ¿Qué te sucede? -pregunta él preocupado. 
• Esa noche... fue... fue una pesadilla, pero tu madre fue una linda luz –dice ella. 
• Te propongo algo... bueno, si tú aceptas, claro –dice él. 
• ¿Qué cosa? -pregunta ella. 
• Te invito a cenar un día de estos en casa con mi madre... ¿Qué te parece? -pregunta Patrick. 
• ¿A cenar contigo? -consulta ella sin demostrar que por dentro grita de alegría. 
• Conmigo y mi madre, por supuesto –aclara él. 
• ¡Claro, los tres... una cena contigo y tu... madre, por supuesto que acepto, encantada por volver a verla! -exclama ella. 
• Toma –dice Patrick mostrando un teléfono. 
• ¿Y esto? -pregunta Samantha tomándolo curiosa. 
• Es mi teléfono, quiero tu número para estar en contacto para esa cena, en un día de éstos te puedo llamar... o mandar mensajes, lo que tú decidas –dice él. 
• ¡Llamar o mandar mensajes, lo que quieras! -contesta Samantha muy alegre. 
• ¿Cómo dices? -pregunta él mirándola muy sorprendido por su efusiva reacción. 
• ¡NO, digo... yo... estaré esperando tu llamado para esa cena, sí... eso, la cena! -dice ella recobrando su postura, y recordando que está en un hospital por un ataque de nervios. 

Luego de concertar una invitación a cenar, con la señora Miller incluida, Patrick se retira para revisar a Cristine que se encuentra en el cuarto próximo.  Luego de una hora y treinta minutos casi exactos, pudieron ambas retirarse del lugar.  Cogidas del brazo y con sus recetas respectivas, toman un taxi para ir al departamento de Cristine.  Samantha no parecía tan nerviosa, pero su amiga sí.  Inclusive se desanimó mucho más al no ver a Fletcher en la sala de espera.  Una enfermera les dijo que estaba molesto, que debía irse a una reunión importante,  dejando un sobre y un mensaje : "Tomen un taxi". 

• ¡No puedo creer que Fletcher nos dejara solas! -dice Cristine en el taxi. 
• ¡Cristine, amiga querida, abre los ojos! -exclama ella mirando a su amiga muy triste. 
• ¡Tú sí que tuviste suerte! -dice Cristine. 
• ¿Por qué? -pregunta Samantha. 
• El doctor que nos prestó ayuda, parecía conocerte... ¿quién es? -pregunta Cristine.  Es el momento para revelar su identidad. 
• Patrick –responde Samantha. 
• ¿Quién es Patrick? -pregunta su amiga. 
• ¿Te acuerdas que te conté lo que pasó esa noche, y que alguien muy amable me llevó hasta el condominio? -pregunta Samantha rebuscando en la memoria de Cristine, la cual luego de unos largos segundos, lo entiende todo. 
• ¿Me quieres decir que ese bombón blanco, de ojos azules, de esa altura, de ese físico... es... Patrick Miller de esa noche? -pregunta Cristine dibujando una gran sonrisa. 
• Sí -dice Samantha. 

El grito de alegría y asombro de su amiga, la deja sorda por un breve lapso.  También provoca un leve movimiento incorrecto del auto, asustando a su conductor que las mira muy serio por el pequeño espejo.  Samantha le sonríe suplicante, pidiendo perdón por la exageración de su amiga, la cual aplaudía.  Detiene sus manos para que no siga dando ese espectáculo. 

• ¡Pero ese hombre es... es un... dios griego, alto, ojos azules, cuerpo recio y... 
• ¡Sí, sí... amiga, calma esas hormonas! -dice Samantha. 
• ¿Lo verás de nuevo? …¿Le pediste su número telefónico?... ¿Te duele algo para volver al hospital?--pregunta Cristine insistente. 
• ¡Cristine, por Dios... una pregunta a la vez! -dice ella queriendo reír. 
• La única respuesta que quiero ahora es saber si lo verás de nuevo –dice ella mirando atenta. 
• Sí -contesta Samantha nuevamente sorda por el grito de Cristine- ¡Cristine, basta con esos gritos agudos! -dice ella calmando a su amiga. 
• ¡Señorita, por favor... le ruego tenga compasión de mis oídos y mis años! -suplica el conductor del taxi. 
• ¡Perdón, perdón... señor, pero estoy muy alegre por mi amiga... este hombre que conoció se ve un tipo muy correcto, educado y muy... pero muy... atractivo, si usted lo viera también le gustaría volver a verlo! -exclama Cristine. 
• ¡Señorita, a mí me gustan las mujeres, y yo estoy casado! -dice el conductor asombrado por las locas palabras. 
• ¡Me alegra por usted! -exclama Cristine contenta. 
• ¡Cristine, calma por favor! -dice Samantha ahora mirando al conductor- ¡Le suplico perdone la efusiva y bulliciosa alegría de mi amiga, señor! -dice ella. 
• ¡La juventud, la juventud... divino tesoro! -exclama el conductor. 

Regresando una aparente tranquilidad dentro de ese taxi, ambas amigas llegan al edificio donde vive Cristine.  Acostadas en la cama, revisan sus redes sociales, y sus mensajes.  Claro está que Samantha no recibiría mensaje alguno de su tío.  Mucho menos espera que su primo se haya preocupado por si llegaba a casa o no.  Se siente de repente en la cama mirando un mensaje que no pensó tener.  Patrick le ha escrito. 

• ¡Por todos los dioses del Olimpo! -exclama Samantha abriendo esa notificación para leerlo. 
• ¿Qué sucede? -pregunta su amiga a su lado. 
• ¡Es... es un... mensaje de Patrick! -dice Samantha mostrando el teléfono a su amiga. 
• ¡Ese dios griego ya cayó! -exclama Cristine pudiendo gritarlo tranquilamente en su cuarto. 
• ¡Cállate, eso no es así! -dice Samantha riéndose por las ocurrencias de su amiga. 
• ¡Querida Samantha, entonces... tú caíste a los encantos de ese dios griego!... 
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.