Oscuro Camino Hacia El Amor

Capítulo 6

Nuevamente Cristine se hace presente en el departamento de Samantha, quien necesita ayuda con el maquillaje, cabello y demás.  Menos elegir el vestido.  Samantha ya tenía uno elegante y vistoso colgado en el clóset.  Lo admira en el rato que Cristine hace su parte, recogiendo todo ese cabello moreno.  Esta vez no hubo retraso, terminando justo a tiempo al escuchar un mensaje en su teléfono.  Patrick está subiendo.  Sus dedos temblaron, dejando caer el aparato hasta el piso.  Agradece tener una alfombra mullida que amortigua la caída de aparatos delicados como son los teléfonos móviles.

• ¡Viene...! -dice Samantha nerviosa sin poder emitir más palabras.
• ¿Quién, querida? -pregunta su amiga analizando su reacción.
• ¡Él... viene... él -exclama tartamuda- ... Patrick viene subiendo! -contesta Samantha. 
• ¡El vestido, ponte el vestido! -avisa Cristine yendo por él presurosa.
• ¡Estoy sudando, maldita sea! -reclama Samantha tomando un par de pañuelos de papel para colocarlas sobre sus axilas. 
• ¡Cuida ese vocabulario cuando estés con él, arruinarás este vestido con tu boca sucia! -dice Cristine sonriendo burlona. 
• ¡Oh, basta... claro que sé comportarme en público! -dice Samantha defendiendo su educación. 
• ¡Mucho más cuando estás con un enamorado! -comenta su amiga acercándose a la puerta. 
• ¿Adónde vas? -pregunta Samantha. 
• Iré a la puerta para saludarlo primero, así tú tienes tiempo para hacer una entrada triunfal –dice Cristine abriendo la puerta- ¡Hazme caso, hija mía! -añade saliendo rápido. 

Escucha las voces de su alocada amiga, y de Patrick saludándose.  Hay risas.  Seguramente hubo un intento de bromas de parte de Cristine.  Se imagina esa sonrisa seductora en el rostro de Patrick escuchando atento a su amiga.  Sintió extrañas vibraciones en su cuerpo al imaginarlos ahí en su sala, solos.  Apresura el arreglo de su vestido saliendo para llegar pronto ante ellos. 

• ¡Hola, Patrick! -saluda Samantha con una sonrisa tenue, haciendo su entrada triunfal como le dijo su amiga. 

Los encuentra en el sillón, y Cristine está sentada al lado de Patrick, y él cambia la expresión de su rostro al verla.  Se levanta lentamente caminando hacia ella.  Su amiga levanta sus pulgares a la espalda de Patrick que llega ante ella. 

• ¡Pareces un lindo ángel! -dice Patrick.  Las mejillas de Samantha se encienden. 
• ¡Gracias, Patrick! -responde Samantha queriendo tocar sus propias mejillas, pero no quiere arruinar el maquillaje. 
• ¡Es lo más lindo que le han dicho! -comenta Cristine sonriente mirando a ambos. 
• ¡Estoy siendo muy sincero! -dice Patrick mirando a Cristine, y luego a Samantha. 
• Debemos... irnos –dice Samantha. 
• ¡Sí, sí... es verdad! -dice Patrick alzando su brazo. 

Samantha mira a Cristine, quien nuevamente eleva sus pulgares ante el gesto educado y caballeroso del hombre.  Patrick respira educación.  Samantha se ahoga con eso.  Nunca había estado con un hombre de esa altura, de ese porte elegante y tan guapo.  Anonadada un poco, es su amiga quien se encarga de elevar su propio brazo para colocarlo en el brazo de Patrick.  Ahora es empujada hasta la puerta de salida.  Su amiga los sigue detrás.  Samantha se fija en un espejo cerca, sus mejillas están más encendidas. 

• ¡No se preocupen en volver temprano! -exclama Cristine desde la puerta mientras ellos se alejan. 
• ¡Cristine! -reclama Samantha girando hacia su amiga. 
• ¡La traeré a una hora prudente! -avisa Patrick despidiéndose de ella. 

Cristine se queda mirándolos desde la puerta, Samantha y Patrick se apostan frente a las puertas del ascensor.  Samantha se toca las mejillas cada vez que puede, para calmar ese nerviosismo.  Se siente como una adolescente en su primera cita.  Al menos con Patrick será la primera salida.  Ese hombre la coloca nerviosa. 

• ¿Te sientes bien? -pregunta él despertándola de sus pensamientos. 
• ¡Sí, sí, sí! -contesta ella. 
• Espero no haberte incomodado con mis halagos –dice Patrick al tiempo que las puertas del ascensor se abren. 
• ¡No, Patrick, no te preocupes por eso! -contesta ella entrando al ascensor.  Patrick le sigue. 
• Es que no pude evitarlo porque realmente estás muy hermosa, aunque lo eres naturalmente –comenta él a su lado. 
• No estoy acostumbrada a tantos halagos, es por eso –dice Samantha mirando disimuladamente su imagen en los paredes de ese ascensor que son grandes espejos. 

Todo se mantiene en silencio al momento de quedar encerrados en ese lugar.  Casi llegando al segundo piso, un ruido fuerte sobresalta a Samantha.  En una reacción involuntaria abraza fuerte a Patrick.  El ascensor ha quedado a oscuras.  Eso fue muy sorpresivo.  Un frío recorrió su cuerpo. 

• ¡Tranquila, debe haberse ido la electricidad! -dice Patrick. 
• ¡Pero... pero ese ruido fue muy fuerte! -exclama ella asustada aún en sus brazos. 
• ¡Ya volverá a funcionar! -dice él. 
• ¿Habrá algún teléfono de emergencia? -pregunta Samantha separándose de Patrick.  Tantea el panel de los botones con algo de impaciencia. 
• ¡Espera, te ayudo con eso! -dice Patrick. 

No sabe que está tocando porque simplemente no se ve nada.  En completa oscuridad, sus manos pasan por todo el tablero sin éxito.  Jura que vio un teléfono en momentos anteriores.  Jura que puede servir para que los ayuden a salir.  Su cuerpo choca con el cuerpo de Patrick.  Ella se desespera un poco, trata de controlar su respiración.  Le falta el aire.  Se está mareando.  Busca tomar el control de su cuerpo pero se le dificulta un poco. 

• ¡Samantha, estás temblando! -dice Patrick tomándola de sus brazos. 
• ¡Estoy... estoy mareada! -dice ella. 
• ¡Ven... siéntate en el piso! -dice Patrick empujándola al suelo. 
• ¡Mi vestido se arruinará! -dice ella evitando bajar. 
• ¡Tranquila, mi chaqueta está en el piso! -dice Patrick.  Ella se niega otra vez al escuchar eso. 
• ¡Patrick, arruinarás tu ropa! -dice ella tambaleante. 
• ¡Tú eres más importante que la ropa! -exclama Patrick. 

Sin poder contestar eso, es empujada suavemente hasta el frío suelo.  Se asusta sintiendo las manos de Patrick en sus tobillos.  Ha sacado las sandalias de sus pies.  No puede ver nada, pero siente la respiración de él muy cerca.  Casi diría peligrosamente cerca.  Toma su celular de su pequeño bolso, enciende la luz pegando un grito al ver su rostro. 

• ¿Sigues mareada? -pregunta Patrick con la luz en plena cara. 
• ¡Perdón! -dice Samantha fijando la luz a otro punto del ascensor- Estoy mejor, gracias –contesta. 
• Estoy seguro que pronto se arreglará esto –dice Patrick tirándose al piso. 
• ¿Cómo haces para estar tan tranquilo? -pregunta Samantha. 
• Estoy preocupado también, aunque no se note –contesta él. 
• No se nota, ahora menos porque no puedo verte –dice ella observando la silueta oscura. 
• Pronto saldremos de aquí -dice él. 
• Quiero creerte un poco para sentirme segura como te ves –dice ella.  Escucha su pequeña risa. 

Y las luces del ascensor dan cuenta de lo que ha pasado en el ascensor que comienza a funcionar.  Samantha aplaude, Patrick se levanta para ayudarla.  Ella se adelanta en tomar la chaqueta varonil, sacudirla un poco y entregarla.  Arruga su nariz al comprobar que ha quedado un poco arrugada.  Patrick resuelve colocándosela de inmediato llegando al primer piso.  Las puertas se abren topándose con varias personas que los miraban preocupados. 

• ¿Se encuentran bien? -pregunta un hombre. 
• ¡Sí, ahora estamos bien! -dice Samantha- ¡Esto será tema de reunión para que puedan tomar mejor cuidado en la mantención de estos ascensores! -exclama molesta saliendo de ahí. 
• ¡Sí, señorita Desmontt! -contesta otro hombre. 
• ¡Todo está bien, señores! -dice Patrick siguiéndola. 
• ¡Lamentamos los inconvenientes! -dice uno de ellos al instante que ella apresura salir.  Necesita aire que lo encuentra en mayor cantidad en la calle. 

Patrick toma su brazo, conduciéndola hasta su auto.  Pronto se dirigen al lugar donde se llevará a cabo la cena.  No quiere preguntar el lugar donde irán.  Solo mirando el traje elegante de Patrick, se imagina que serán esos restaurantes elegantes que muchos comentan y muy pocos pueden entrar.  Solo tuvo que esperar unos diez minutos para saber que efectivamente cenarán en un exclusivo restaurante.  Más que eso.  Es un verdadero castillo que está alzado majestuoso ante ella.  Espera por Patrick que debió entregar su llave. 

• ¿Te gusta aquí? -pregunta Patrick a su lado. 
• ¡Esto es... es... muy caro! -contesta bajando la voz al ver a una pareja pasar por su lado. 
• No ceno muy seguido aquí, pero quise invitarte a un lugar bonito –dice Patrick mostrando la entrada. 
• ¡Es más que bonito! -dice Samantha ingresando primero, quedando otra vez con la boca abierta. 

Luego de confirmar sus nombres en la lista, siguieron al anfitrión del lugar hasta su mesa.  Agitada aún por ese inconveniente en el ascensor, ella se excusa para ir hacia el baño para mujeres.  Un fuerte empujón en su hombro derecho la envía directo a la pared del pasillo donde se ubican los baños.  Samantha gira rápido encontrándose con otra mujer que la está mirando de pies a cabeza. 

• ¿Por qué hizo eso? -pregunta Samantha molesta. 
• ¿Qué hice? -pregunta la desconocida que continúa con su inspección- ¡Querida, los vestidos se planchan antes de salir a estos lugares! -comenta arrugando su nariz. 

La risa de la esbelta rubia, alta como un edificio, provoca en Samantha unas ganas terribles de sacar una a una, sus extensiones que llegaban a su trasero.  Cristine le daría ánimos para que lo hiciera.  Reacciona recordando que está en un lugar elegante, rodeada de gente que no se comportaría así.  En cambio, la mujer que tiene frente a ella, y que todavía se ríe burlona, disque mucho que desear en su conducta.  Ni siquiera la conoce para recibir esa provocación.  Así lo está recibiendo Samantha.  Una verdadera provocación. 

• ¿Gladys? -pregunta Patrick apareciendo ante ellas.  Samantha mira a ambos. 
• ¡Querido Patrick, no sabía que venías hoy! -exclama la mujer dejando a Samantha apegada a la pared, quien se queda mirando ese encuentro. 
• ¿Pasa algo aquí? -pregunta Patrick que retrocede ante la intención de aquella mujer en colgarse a su cuello. 
• ¡No, nada... solo que esta mujer casi me lastima el hombro! -dice Gladys tomando su hombro derecho. 
• ¿Yo hice qué? -pregunta Samantha saliendo de su silencio.  Ahora la mezcla de asombro, y enojo son detonantes para defenderse. 
• ¿Qué pasó, Samantha? -pregunta Patrick acercándose a Samantha. 
• ¡Yo caminaba tranquila hasta el baño, y esta mujer me empujó! -dice Samantha.   

Tal parece que Patrick leyó su mente y sus intenciones porque se puso justo al frente como obstáculo para impedir caminar.  Samantha mira a los ojos del hombre que mueve su cabeza negativamente.  Gira para colocarle una mano en su cintura. 

• ¿La conoces? -pregunta Gladys arrugando su ceño.  Samantha se estremece al sentir ese calor en su cintura. 
• ¡Sí, he venido con Samantha! -responde Patrick.  Esa mano aprieta mucho más. 
• ¡Sí, he venido con Patrick! -responde Samantha metiéndose en la conversación- ¡Ahora si nos disculpas, tengo hambre y estamos perdiendo un tiempo valioso! -dice resuelva a dejarla con su sorpresa. 

Con una personalidad que hasta ella misma desconocía, coloca su mano en la cintura de Patrick empujándolo suavemente.  Ambos caminaron de regreso hasta su mesa.  Patrick ayuda con la silla, Samantha se desploma en ella.  Un mesero los espera mostrando a Patrick la botella de vino escogida.  Las copas se sirven hasta la mitad.  Antes que el mesero se marchara, Samantha bebió rápido todo su contenido.  Se encuentra con los ojos bien abiertos de Patrick, y también sintió la mirada del mesero. 

• Creo que debes tomar el vino más despacio –comenta Patrick sonriendo.  Las mejillas de Samantha se encienden. 
• ¡Lo siento! -dice Samantha- ¡Pero esa mujer me... me hizo pasar un mal momento, y ésto -muestra su copa vacía- me calma por ahora! -exclama buscando calmar su tono molesto.  El mesero vuelve a servir vino, marchándose por petición de Patrick. 
• Gladys a veces puede parecer muy mala persona,  pero una vez que la conoces, es buena amiga, leal y confiable –dice Patrick sonriendo. 
• ¡Déjame decirte que tengo a Cristine como mejor amiga, y esa mujer no será nunca mi amiga! -dice Samantha- ¿Es tu amiga? -pregunta curiosa. 
• Somos colegas, ella es jefa de enfermeras en el hospital donde trabajo –dice Patrick. 
• ¡No sabes cuánto te compadezco! -dice Samantha. 

La risa en Patrick le pareció a ella muy contagiosa.  Ella tapa su boca para no reírse también.  Su risa espantaría a toda la clientela de ese restaurante, justo cuando esta noche está completamente llena.  Bebe un poco más de vino.  El mismo mesero regresa empujando un carrito con varios platos que va dejando ante ellos.  La mesa servida, y Samantha mira uno a uno los platos sin poder entenderlos.  ¿Las hojas y demás adornos se comerán?. 

• Me adelanté para pedir los platos especiales que este restaurante ofrece, y sé que te gustarán -dice Patrick tomando su cubierto.  Ella lo imita, también colocándose la gran servilleta de tela en su regazo. 
• No te voy a mentir, Patrick  -dice Samantha observando el primer plato ante ella- ¡Nunca había tenido un plato tan adornado ante mis ojos, ni siquiera puedo adivinar qué tiene! -dice mirando a todos lados, bajando la voz para no parecer una chica de bajo nivel social. 
 
Otra vez ese hombre la distrae con su risa armoniosa, y linda.  Nunca le atrajo una simple risa de un hombre como lo hace la risa de Patrick.  Muestra unas perfectas hileras de dientes blancos y relucientes.  Samantha afirma su mentón para seguir observando esa imagen, y así quedará grabada en su cabeza.  El silencio de repente la despierta, dándose cuenta que él continúa su comida, pero ella no. 

Una carne extrañamente sazonada con condimentos que Patrick le informaba, se deshace en su boca.  Provoca unos gemidos de gusto.  Casi se atraganta con el segundo bocado, al chocar con la mirada de Gladys en otro rincón de ese lugar.  El cielo la castiga, colocando a esa mujer justo en su mira.  Sus ojos se encuentran, y nuevamente recibe la mala educación de la colega de Patrick.  Un claro desvío de su cara para otro punto.  ¡Eso es provocación!, piensa ella.  Al no tener la atención de Patrick que continúa comiendo, Samantha saca la lengua. 

La cena sigue con más calma.  Entre bocado y bocado, Patrick conversa de muchos temas de los cuales ella pudo seguir, y otras prácticamente se mantuvo en silencio afirmando con su cabeza.  Se nota que es un hombre muy culto y preparado.  Samantha solo hojea sus revistas de moda para estar actualizada en las tendencias de moda.  Tiene libros en su departamento, resuelve buscarlos para leer.  Pensaba en esto cuando las luces se apagan dejando todo en oscuras. 

• ¿Qué pasa? -pregunta alarmada. 
• Solo se fue la luz, volverá enseguida –dice Patrick encendiendo la luz de su teléfono móvil. 
• ¿Esto es normal? -pregunta Samantha mirando a todos lados pero todo estaba oscuro- ¿Por qué estás tan tranquilo? -pregunta Samantha, acto seguido grita de dolor. 
• ¿Qué tienes? -pregunta Patrick que llega a su lado. 

Siente un fuerte dolor en su cabeza, tomando la zona afectada.  De repente experimenta un violento tirón de su cabello.  Las manos de Patrick están en sus desnudos hombros.  Nuevamente ese tibio contacto, la estremece.  Mucho más sin tener posibilidad de verlo. 

• ¡Mi pelo! -dice Samantha adolorida- ¡Alguien tiró mi pelo! -reclama. 
• ¡¡Señores, el restaurante Sunshine pide disculpas por este inconveniente por fallas en nuestra red eléctrica no tendremos luz por varias horas, pero ya estamos pasando por cada mesa para dejarles nuestros elegantes candelabros y finas velas traídas desde Grecia!! -dice un hombre que habla de algún lugar- ¡¡Esto dará un toque romántico, recordando esos tiempos antiguos en que nuestros antepasados se iluminaban de este modo, disfruten de la noche!! -exclama finalmente. 

Las velas fueron encendidas casi al mismo tiempo, divisando a un mesero en cada mesa.  Su mesero también lo hizo en su mesa.  El candelabro dorado portaba ocho velas también del mismo tono, y se ubica al medio de ellos.  Samantha casi pierde visibilidad, pero eso es mejor que estar en oscuras.  El dolor va menguando. 

• ¿Necesitan algo más? -pregunta su mesero. 
• ¡Sí, un calmante para la señorita! -pide Patrick. 
• ¿Para mí? -pregunta Samantha revisando su cabello.  Parece que ese jalón, desordenó el peinado que su amiga hizo con tanta dedicación. 
• Sí -contesta Patrick- Si gustas podemos irnos –dice él. 
• ¡No, no quiero arruinar tu invitación, solo iré al tocador para revisar mi peinado! -dice Samantha apresurándose a levantarse. 
• ¿Segura? -pregunta él. 
• ¡Sí, muy segura! -responde ella sonriente. 

Cautelosa de caminar entre las mesas que apenas se podían distinguir, llega hasta el mismo lugar donde estuvo al llegar.  Mira a todos lados para no tener un encuentro desagradable.  Con más calma, entra al baño.  Había otra mujer ocupando el espejo.  Pero éste era tan grande y largo que perfectamente podían estar ahí, todas las mujeres que asisten al restaurante.  Observa el lugar, y todo el tocador es más grande que su propio departamento.  También los candelabros llegaron ahí. 

• ¿Primera vez aquí? -pregunta la mujer a su lado. 
• ¿Se nota mucho? -pregunta Samantha sintiéndose avergonzada. 
• Te acostumbrarás rápido -dice la mujer desconocida retocando su maquillaje. 
• No creo que vuelva a venir –dice ella resolviendo en arreglar su cabello. 
• ¡Querida, si atiendes muy bien a tu acompañante, te juro que cenarás aquí todas las noches que tú quieras! -exclama la mujer guardando su labial, acercándose a la puerta- ¡Los hombres son fáciles de manejar con un buen sexo! -comenta al segundo que desaparece. 
• ¡Por Dios! -exclama Samantha volteando a la puerta, pero la mujer se había ido. 

Entendió muy bien ese mensaje.  De seguro que esa desconocida se dedica a ser compañía comprada.  El lugar parecía demasiado elegante.  No le sorprendería saber que la mitad de las mujeres que están afuera, cenando y divirtiéndose, dediquen su vida a conseguir hombres con dinero para saciar sus propias necesidades basadas en el lujo y dinero.  Todo eso conseguido con su cuerpo lógicamente.  Y ella por el hecho de estar ahí, fue confundida con una de ellas.  Samantha se mira al espejo, su vestido, su arreglo tan delicado, no bastó para ser confundida de tal manera.   

Un viento sopló extrañamente ahí, apagando uno de los candelabros.  Eso hace que el tocador se vuelva tenebroso.  Su propia imagen en el espejo la asusta.  Pareciera que está en una escena de terror.  Con su cabello arreglado, busca salir.  En el momento que alcanza la perilla de la puerta, el otro candelabro se apaga bruscamente.  Su cuerpo queda pegado a la puerta porque alguien la está aplastando.  Su cabeza es duramente aplastada por una mano.  La respiración llega a su oreja, pero ella trata de moverse.   

• ¡No te muevas, perra! -exclama una voz de hombre que huele a alcohol. 
• ¡¡Déjeme, no... no me haga daño!! -exclama asustada.  Su cabeza duele mucho ahora, al tenerla apegada a la puerta. 
• ¡¡Esa noche te escapaste de mí, pero ahora te tengo en mis manos!! -dice esa voz, congelando los pensamientos de Samantha. Su mayor miedo llegó.  ¡El asesino la encontró!... 

 




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