Ositos de Felpa.

Capitulo 36 - Defensoras... (EDITADO)

La lluvia seguía cayendo cuando Boris estacionó frente a la casa de Cali.
La luz del porche iluminó su cara y, honestamente, se veía tan bonito que por un segundo casi me bajo del carro diciendo: "adopta a esta pobre chica mojada, por favor".

Boris bajó para abrir mi puerta, porque él es así: un caballero, pero versión tímido-que-da-ataques-cardiacos.

—Lina... cualquier cosa, me llamas —murmuró.

Esa voz. ESA VOZ. Me iba a arruinar emocionalmente.

Asentí, con el nudo en la garganta todavía ahí, colgado como un adorno navideño permanente. La cena, Brian, mi torpeza, mi existencia completa... todo era un desastre.

Cali abrió la puerta a la velocidad de un ninja con WiFi rápido.

—¡LINAAA! —me abrazó como si yo fuera un premio que ganó en una rifa—. ¡¿Estás bien?! Porque yo no estoy bien, casi me da un derrame.

Sonia apareció detrás con una mascarilla verde. Verde nuclear.

—Ven, bebé —dijo tocándome la nariz—. Shrek te cuida.

Me reí. No mucho. Pero lo suficiente para que el alma soltara un poco de aire.

Dentro, Cali me tiró una manta encima, Sonia me dio helado (ella cree firmemente que el helado es un medicamento), y me senté a contarles la versión light de lo que había pasado.

—Ese Brian es un inútil con wifi —declaró Cali indignada.

—Pero Boris sí vale la pena —añadió Sonia—. Te mira como si fueras un peluche edición limitada que viene con manual y garantía.

Me puse roja. Roja tomate. Roja Ferrari.

Pasé un rato sintiéndome menos miserable y más... acompañada.

A medianoche tuve que volver a casa.
La lluvia había bajado el drama: ahora solo lloraba un poquito, como yo.

Cuando entré, mamá estaba en la sala. Cara seria, ceja levantada, todo el kit del "hija, explícame tu existencia".

—¿Se puede saber porque a esta hora ah?

No gritó, pero igual dolió.

—Perdón... me distraje.

Suspiró. Ese suspiro que significa: "me asustaste, te quiero, pero te quiero golpear suavemente con una chancla".

—Anda a bañarte y acuéstate. Mañana hablamos.

Yo asentí. A veces la amo más de lo que sé decir.

En mi cuarto, abracé la caja musical de Boris.
Era tan linda que me daban ganas de adoptarla como hija legal.

Tomé mi osito de felpa y lo apreté contra mí.
Luego giré la llave.
Los ositos empezaron a bailar, repartiendo luz cálida por toda la habitación.

Y entonces... vibró mi teléfono.

Boris: Perdón.

Sonreí. Un poquito.

Yo: Creo que no le puedo caer bien a todo el mundo.

Boris: Es solo un idiota que quiere manejar la vida de todos.

Yo: ¿Por qué quiere manejar tu vida?

Se tardó un minuto. Ese minuto en el que mi alma hizo una maratón.

Boris: Desde que mis padres murieron, él se encargó de todo.

Mi corazón se hundió como Titanic pero sin música de violines.

Yo: Lo siento... no sabía.

Boris: Tranquila, mi osita de felpa.

Casi me desmayo.
Ese apodo me estaba acortando la expectativa de vida.

Seguimos escribiéndonos un rato. Nada raro. Nada dramático. Solo suave, bonito, calmado.

Hasta que...

Boris: Descansa, mi osita. Te quiero.

Yo me quedé viendo la pantalla como una estatua emocional.
No me dio chance de responder porque...

Cali: MIRA ESTO JAJAJAJAJAJAJA

Sonia en pijama, boca abajo, abrazando una almohada como si estuviera poseída por un espíritu del descanso.

Me reí tanto que me dio hipo.

Cali: Oye... lo que sea que pase entre ustedes dos, lo deciden ustedes. Nadie más. Ni Brian. Ni tu mamá. Ni el vecino que te mira mal porque tienes cara de enamorada. Nadie.

Respiré hondo.

Muy hondo.

Automáticamente metí la mano debajo de la almohada y saqué la foto.
La vieja.
La de papá empujándome en el columpio.

Mi yo de seis años, con el pelo volando.
Él sonriendo detrás.
Yo riendo como si el mundo fuera perfecto.

Y ese huequito que llevo desde entonces... volvió a doler.

—Papá... te extraño —susurré, acariciando el borde gastado—. Y no sé cómo llenar este vacío.

Los ositos seguían girando, iluminando la pared con lucecitas cálidas.

Mi osito de felpa estaba apretado contra mi pecho.

Y por primera vez en muchísimo tiempo...
dejé que ese dolor saliera un poquito.

Lo suficiente para poder respirar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.