Ositos de Felpa.

Capitulo 41 - Novio 100% Activo.

Escuchaba un ruido lejano, pero tenía tanto sueño que apenas podía pensar.
Una notificación.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Cinco.

De pronto mi teléfono empezó a sonar y vibrar como si quisiera explotar.

Con los ojos cerrados estiré la mano, tanteando la mesa de noche de Sonia hasta agarrarlo.
Aún medio dormida, lo desbloqueé.

Toqué una notificación de TikTok.

Y ahí fue el apocalipsis.

—¡¡AHH!! —grité tan fuerte que hasta me asusté a mí misma.

Cali, que dormía en un colchón inflable en el piso, se levantó de un salto.

—¿¡Qué pasa!? ¿¡Quién murió!? ¿¡Quién va a morir!?

Sonia, que estaba a mi lado, pegó un brinco… y cayó encima de Cali.

—¿¡Un monstruo!? ¿¡Es nuestra hora de morir!? ¡Dime YA!

—C-chicas… miren esto… —logré decir, temblando.

Les mostré la pantalla.

Cali abrió los ojos como platos.
Sonia también.
Y después… las muy desgraciadas empezaron a reír y me arrancaron el teléfono de las manos.

—Amiga —dijo Cali—, con esos movimientos de cadera, Shakira debería contratarte de bailarina.

—Mierda —agregó Sonia—. ¡Ya superaste los diez mil!

Yo me tapé la cara con la almohada.

Los comentarios del video no paraban:

“¿Alguien tiene el @ de la chica?”
“NECESITO SU NÚMERO YA.”
“MIS RESPECTOS A ESE MOVIMIENTO DE CADERA.”
“La chica del vaso rojo >>>”

Había como mil tipos queriendo adoptarme, casarse conmigo o llevarme a una isla desierta.

Sonia estaba fascinada.

—Amiga… te volviste el sueño húmedo del algoritmo —dijo mientras seguía scrolleando.

Cali asentía con gravedad, como si analizara un caso del FBI.

—Aquí hay mínimo cincuenta hombres preguntando si estás soltera. Y uno ofreciéndote una moto… amiga… una moto.

Pero de pronto,
tirirín—tirirín
Llegó una notificación.

Sonia la leyó… y soltó el teléfono como si se hubiera quemado.

—¡¡AAAAH, NO, NO, NO!! —gritó, sacudiéndose las manos—. ¡QUEMA! ¡QUEMA!

—¿Qué hiciste? —pregunté alarmada.

Sonia me miró con ojos gigantes.

—Lina… es Boris.

Se me secó la boca.

—Oh… no.

—Oh… sí, mi ciela —dijo Cali, haciendo la señal de la cruz—.El ninja 9.9 está furioso.

Tomé el teléfono con miedo, como si fuera una bomba a punto de explotar.

Boris:
¿Por qué mi novia sale bailando, moviendo la cadera encima de una mesa, con un vaso rojo?

Sentí que me derretía.

—OH DIOS —susurré—. Él ya lo vio.

Otra notificación llegó.

—Ay no… —dije, viendo el nombre de Boris otra vez.

Boris:
¿Un video de nueve minutos?
Boris:
No.
No…
DIEZ videos.
DIEZ videos diferentes de MI novia en mil posiciones de baile.

Cali jadeó dramáticamente.

—Amiga… te grabaron hasta respirar.

Sonia estaba muerta de risa.

—¡Tienes un documental! “Lina: la película del baile prohibido.

Yo me quería evaporar.

—¿Qué le digo? ¿Qué le explico? ¡No sé ni cómo subí a la mesa! ¡NO SÉ NADA!

Otra notificación.

Las tres nos inclinamos hacia el teléfono.

Boris:
Estoy en camino.

Cali gritó.

—¡CORRAN, QUE VIENE EL CAOS!

Sonia se puso una mano en el corazón.

—Ay, qué sexy que te venga a regañar, amiga. Dale las gracias luego.

Yo me tapé la cara.

—Voy a morir.

Y claro, otro tirirín.

Boris:
Y Lina… baja esos videos.
TODOS.

El caos ya estaba oficialmente declarado.

Respiré hondo como si estuviera a punto de entrar a un quirófano.

—¿Puedes darme unos diez minutos para refrescar mi alma? —le escribí, desesperada.

La respuesta llegó en segundos.

Boris:
Cinco. Estoy cerca de la casa de Sonia.

Mi alma literalmente abandonó mi cuerpo, me dijo “suerte con eso” y se fue a vivir a un pueblito lejano.

—¿QUIÉN… —mi voz salió temblorosa— QUIÉN LE DIO LA DIRECCIÓN DE TU CASA, SONIA?

Las dos me miraron como dos niñas de primaria acusadas de tirar un borrador.

Cali se cruzó de brazos, con el descaro de alguien que sabe demasiado.

—Es tu novio, tonta. ¿Crees que no iba a saber dónde vivimos tus amigas?

—Técnicamente… —balbuceé— somos novios oficiales desde hace dos días.

Cali parpadeó.

—¿Y?

Yo miré a Sonia, acusadora.

—¿Se la diste tú?

—Yo no —dijo ella, levantando las manos— pero sus amigos pudieron dársela.

—Teo o Nacho… —susurré, mirando a Sonia.

Sonia tragó saliva tan fuerte que se escuchó.

Estaba nerviosa. Muy nerviosa. Tan nerviosa que parecía a punto de colapsar y confesar hasta crímenes que no había cometido.

—Teo… —susurró finalmente, con una voz tan chiquita que casi no existió.

Cali pegó un grito como si hubieran anunciado quién mató a Mufasa.

—¡¿TEO?! ¡¿AMIGA TEO?! ¿NO LO CREO EL MISMO TEO?

Sonia se tapó la cara.

Yo solo estaba procesando dos cosas a la vez:

  1. que mi novio estaba en modo Súper Celoso Fase Final,

  2. que todo TikTok me vio mover cada músculo del cuerpo como si fuera bailarina profesional de reggaetón.

Y justo cuando creía que la situación no podía ponerse peor…

VIBRACIÓN.

Mi teléfono casi saltó de mi mano.

Boris:
Estoy fuera.

Las tres nos quedamos congeladas.

—…¿OUISTE, como AFUERA afuera? —pregunté temblando.

Cali se acercó a la ventana, levantó la cortina un centímetro y asomó un ojo.

—Dios mío… —susurró.

—¿Qué? ¿Qué? ¿QUÉ PASA? —dije desesperada.

Ella abrió la cortina un poco más.

—Amiga… —dijo con un tono solemne— tu novio vino con cara de “alguien va a morir”. Y creo que la víctima eres tú.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.