Cali, Sonia y Sofía estaban apretadas contra la cortina, dos sombras torcidas pegadas al vidrio, espiando descaradamente.
—¡LE TRAJO DONAS! —gritó Sonia en un susurro que no era susurro.
—¡Y CAFÉ! —añadió Sofía, emocionada—. Ese hombre es material de ADN premium.
—Ay Dios mío… ¡va a besarla! —susurró Cali, pegando la frente al vidrio—. Vamos, Lina, tú puedes. Dale lengüitaaaa.
Sonia y Sofía levantaron cartelitos imaginarios:
“VAMOS, AMIGA.”
“TÚ PUEDES.”
“BÉSALO Y TÓMATE EL CAFÉ.”
Desde la ventana, ya narradoras oficiales del caos:
—¡AHÍ VA! ¡AHÍ VA! —susurró Sonia, temblando.
—¡BESO! ¡BESO! —casi gritó Sofía.
Pero cuando Boris se inclinó, las dos se tiraron al piso al mismo tiempo como si estuvieran en una guerra.
Un segundo después, Cali preguntó en un susurro que igual sonaba como un altavoz:
—Sonia… ¿por qué estás respirando como si te estuvieran apuntando?
Sonia tragó saliva.
—Es que… creo que Teo me esta escribiendo para vernos esta noche.
Cali parpadeó, horrorizada.
—¿Teo? ¿TE-O? ¿El Teo con el amigo de BORIS? ¡¿El que se hace el interesante?! ¿Ese Teo?
Sonia asintió, dramática.
—Sí… ese. Y antes de que digas nada: NO estoy loca. Solo… enamorada con caos.
Cali, indignada:
—¿ENAMORADA? ¿Con caos? ¡Amiga, eso no es diagnosticable!
Sofía se tapó la boca para no reír… y falló.
—A ver, Sonia… —Cali tomó aire como si diera un discurso presidencial—… ¿tú sabes que él tiene novia?
—¡EXnovia! —corrigió Sonia inmediatamente—. Ex. EX. Con E mayúscula. Ya no están. Rompieron. Finito. Pa’ fuera.
—¿Y tú estás segura? —preguntó Sofía, arqueando una ceja.
Sonia levantó las manos, derrotada.
—Mira… no sé si es una buena idea. Lo que sí sé… es que estoy viviendo mi vida. Caóticamente. Pero viviéndola.
Cali suspiró.
—Amiga… definitivamente estás loca.
—Sí —admitió Sonia—. Pero loca bonita.
Las dos se asomaron otra vez a la ventana.
—Ay… —susurró Sofía—. Lina va a morir. Pero qué bonito que la maten así.