—Charlotte, ¿cierto? —inquirió Harold, tendiendo su mano para saludar.
Charlotte estaba metiendo su maleta en el auto de Harold y, una vez que terminó, lo miró.
—Lottie, por favor, yo seré la madrina de bodas, tiene que haber familiaridad, ¿verdad? —Harold le sonrió ampliamente y miró a Victoria, quien se había quedado en el asiento de copiloto, esperando a que su amiga saliera. Ella de inmediato comprendió de lo que hablaba y le dio pena, cuánto le encantaba a él ver sus mejillas sonrojadas.
—Por supuesto, serás madrina y dama de honor, claro que debe haber un trato fraternal, Lottie. —La mujer miró a su mejor amiga mientras esta trataba de controlar la sorpresa—. Ahora sube que es hora de ir por las compras para ir a Kino.
—¿En verdad? —Harold asintió mientas subía y esperaba a que ella también lo hiciera—. ¡Dios mío! Victoria, usarás un sexy traje de baño, ¿verdad?
—¿Tú también con eso? —Harold soltó unas carcajadas a lo que Lottie entendió que él había mencionado mismo y también rio.
—Eres tan, no lo sé... ¿Chapada a la antigua? —Frunció los labios esperando que a Victoria no le pareciera un insulto sus palabras. Porque sabía que se ofendía con alguna de sus imprudencias. Cuando hablaban de las cosas que Victoria debería hacer, siempre se le soltaba la lengua y decía cosas que no iban. Su amiga terminaba seria y dándole la razón con pesar.
Sabía que su amiga era igual de frágil que una niña pequeña, quizás por lo que pasó se había vuelto de esa manera. Sabía que podía sentirse mal como cuando a un niño lo reprende su madre. Victoria era demasiado sensible, un par de veces ya la había encontrado llorando, justo unas horas después de haber hablado con ella y haberle dicho cosas que no debía.
—Lo es —confirmó Harold, lo cual provocó que la mirada de Victoria viajara de su amiga a él en segundos. Él tenía esa sonrisa perfecta, esa que no se le había borrado desde la noche anterior. Lottie y Victoria estaban sorprendidas, principalmente Lottie que estaba preocupada, porque de nuevo pensaba que a Victoria no le gustaría que mencionara la afirmación, de no ser por lo que dijo después, Lottie habría entrado en pánico—. Pero, ¿sabes? Eso es lo que más amo de ella. La hace única.
El corazón de Victoria saldría de su pecho, si eso fuera posible por el tan repentino ataque de pulsaciones. Sabía que no eran malas, pero sentía que explotaría. Ese hombre sabía cómo hacerla salir de enfoque y moverle el piso con tan solo un par de palabras. Lo que la llevó a preguntarse el cómo ella movía su mundo, porque ella solo abría la boca para reprenderlo por gastar su dinero en ella y Emiliana.
—Son hermosas, gracias.
—¿Te gustan? —Jacob le había hecho un ramo de margaritas a Emiliana, las había cortado del jardín de su abuela y las había puesto en agua toda la noche para que así no se marchitaran y entregárselas a la chica.
Emiliana olió el pequeño ramo y cerró los ojos. Ese gesto hizo sonreír a Jacob y a obligarlo a controlar sus emociones.
—Gracias. —La chica se había sonrojado gracias al detalle que había tenido, ese chico sí que le gustaba, que lástima que a él le atraía otra chica.
—Ese rojo, por favor. —Lottie parecía una chiquilla con el puchero de súplica que había hecho. Es que le estaba pidiendo a Victoria que eligiera trajes de baño, pero esta seguía negándose—. O el rosado, anda.
—Que no, ya dije. Hay que ir por las demás cosas, deja ya a un lado estas tonterías. —Se dio media vuelta y se dirigió al área de carnes, alejándose de Lottie. Harold estaba buscando algunas especias para usarlas en lo que prepararían en la playa, quizás un delicioso pescado empanizado u otro tipo de preparación.
Lottie alcanzó a Victoria entre risas, la mujer se había divertido un buen rato con los gestos de Victoria al mostrarla los distintos tipos de bikini en la tienda.
—¿Y bien? ¿Qué tal todo? —indagó Charlotte, interesada en cómo su amiga había pasado los últimos días. Desde que la había visto le había notado una enorme sonrisa y quería saber la razón de ella.
—Bien —le respondió sin verla, soltando aire al finalizar la palabra.
—¿Solo bien? Victoria tienes otro semblante, sonrisa nueva, pareces una mujer nueva, caray ¿Y solo respondes con un «bien»? Yo diría que tu cara es de un «maravilloso». Vamos, cuenta, ¿qué ha pasado? —Y ahí, nuevamente, Lottie estaba demostrando lo bien que la conocía, lo familiares que eran para ella las reacciones de su amiga y cómo lograr que se lo dijera.
—Nada, Charlotte. —Oh no, de nuevo Victoria usaba su nombre completo, pensaba Lottie, definitivamente había algo nuevo que se notaba que Victoria no quería contarle—. Solo he tenido los días más felices en mi vida. Mi hija está feliz, por eso lo estoy yo. No hay nada que no sea eso.
Su respuesta podría haber sido aceptable, de no ser porque Lottie miró el rubor en las mejillas de su amiga, quizás porque estaba imaginando algo, tal vez lo que no quería decirle.
—Déjame adivinar. —Lottie la miró profundamente a los ojos, Victoria comenzó a ponerse de nervios y sin planearlo soltó una risita. Lottie trató de reprimir la sorpresa—. No has pasado los mejores días de tu vida. Más bien pasaste la mejor noche de tu vida, ¿o me equivoco? —Victoria sonrió y miró hacia otro lado, poniéndose más roja de lo que ya estaba—. ¡Desgraciada!, ¿y no planeabas decirme? ¡Cuenta!
—¡Baja la voz! No todo el supermercado tiene que saberlo. —Lottie cubrió su boca y comenzó a reír moderadamente, pero con ganas de gritar de emoción.
La castaña comenzó a murmurar:
—Lo siento, querida, pero ¿no puedo emocionarme porque mi mejor amiga ha hecho el amor por primera vez en su vida? Todo lo que has pasado, Victoria.
Charlotte casi lloraba, a Victoria le pareció absurdo, pero solo sonrió y asintió.
—Bien, sí fue inapropiado, pero... ¿eso quiere decir que...? —Se acercó más a ella y bajó más la voz para continuar—. ¿El pasado... ya no está?