ㅡ Te queda linda mi chaqueta.
Pegué un salto e inmediatamente guardé el preservativo en el bolsillo cuando escuché la voz de Hunter.
ㅡ No encontré el collar, ¿y tú? ㅡ preguntó.
ㅡ Eh... Sí.
ㅡ Te lo pongo, entonces.
ㅡ Eh... Sí.
Hunter rió. ㅡ ¿Qué te ha pasado?
ㅡ Nada ㅡ dije sonriendo con nerviosismo.
Metí ambas manos en los bolsillos de la chaqueta y me tambaleé sobre las puntas de mis zapatos.
<< ¿Acaso me había achicado el pie? Porque los sentía bastante grandes ahora. >>
ㅡ ¿Oye esos son mis zapatos?
ㅡ ¿Uh?
Bajé la vista a mis pies y efectivamente tenía puestos los zapatos de Hunter.
Estaba tan abrumada que hasta había olvidado que me los había puesto rato atrás al no encontrar mis zapatillas de dormir.
ㅡ Mis zapatos, mi chaqueta... ¿Y ahora qué sigue? ㅡ dijo él, burlón. ㅡ Bueno ¿Y el collar?
ㅡ Estaba en la chaqueta ㅡ dije mostrándome ahora un poco más calmada.
Saqué una mano del bolsillo y le tendí el objeto a Hunter. Cerré por un breve segundo los ojos y suspiré..., suponía que ahora estaba pálida en lugar de colorada.
ㅡ Lo viste... ㅡ murmuró Hunter ㅡ Vaya, por eso estabas actuando tan nerviosa. Apuesto a que ni siquiera te has dado cuenta que eso que tienes en la mano es un condón y no el collar, ¿verdad?
<< ¿QUÉ? >>
Dirigí la vista a mi mano y ahí estaba aquél sobrecito cuadrado. ¿Cómo es que me pasa esto a mí? ¡Mierda, si las texturas son muy diferentes!
ㅡ Que idiotez... ㅡ me reproché a mí misma en voz baja.
ㅡ En mi defensa puedo decir que había olvidado por completo que estaba ahí.
ㅡ ¿Qué? ¡Oh! No lo decía por ti ㅡ le aclaré de inmediato.
Guardé el objeto de nuevo en el bolsillo y esta vez sí saqué el collar.
ㅡ Pónmelo ㅡ musité aún algo inquieta al entregárselo. Me di la vuelta quedando de espaldas a él y recogí mi cabello con mis manos.
No tardé mucho en escuchar el sonido del broche al cerrar.
ㅡ ¿Listo? ㅡ pregunté, pero él no respondió.
Quité las manos de mi pelo e iba a voltearme, pero sentí sus labios rozarme y entonces me quedé quieta.
Sus besos me daban cosquillas, y eso él lo sabía porque yo no dejaba de moverme inquieta ante su tacto.
ㅡ Deja de ser tan tímida conmigo, Abby. Relájate.
ㅡ No soy tímida...
ㅡ Sí, cuando te toco lo eres.
ㅡ No..., no tanto.
ㅡ Y además nunca me tocas.
Me giré bruscamente para verle a la cara. ㅡ ¿Me estás desafiando? ㅡ pregunté alzando ambas cejas y entonces, pude ver como se burlaba descaradamente de mí con una sonrisa picara. Estaba haciendo todo esto a propósito.
ㅡ No te pongas brava, seguro que a Violetta no le hace gracia que me coja a su hija en su propia casa.
Quedé totalmente impactada, mi expresión quizás era similar al cuadro El grito. Nunca había escuchado hablar a Hunter de una manera tan sucia.., digo, tampoco era algo demasiado exagerado, pero aun así era rarísimo viniendo de él.
ㅡ ¿Bebiste sangre de un borracho acaso? ㅡ pregunté perpleja y parpadeando como estúpida varias veces. ㅡ O es que no conocía ese lado de ti...
ㅡ Claro que no, ¿cómo se te ocurre? ㅡ dijo entre risas.
ㅡ ¿Estás seguro?
ㅡ Bueno, no olía a alcohol cuando lo mordí. Sólo estaba un poco drogado... No iba a morderlo, pero era una carnada fácil y no quería dejarte mucho rato sola.
Reí. ㅡ ¿Y no se te ocurrió detener el tiempo?
ㅡ ¡Diablos, que lista! ¿de dónde sacas tantas ideas?
ㅡ Ahora entiendo por qué te has comportado tan extraño desde que llegaste ㅡ murmuré divertida.
ㅡ Quiero un besos.
ㅡ ¿Querrás decir un beso?
ㅡ Sí, si, eso... quiero muchos de esos.
Con duda y a la vez un torbellino de ganas, apoyé mis manos en el torso desnudo de Hunter y me acerqué lo suficiente para poder juntar nuestros labios, debo añadir que también tuve que ponerme de puntillas porque ni alzando la cabeza le alcanzaba.
Sentí un roce cálido cuando nuestras bocas se unieron. Deslicé mis manos hasta su cadera y lo abracé sin dejar de besarle. Después, él me rodeó con sus brazos, quedando ambos demasiado pegados uno del otro. La chaqueta gigante de Hunter me estorbaba, así que como pude me la quité. Luego él me levanto del suelo para tomarme en brazos, haciendo que los zapatos de él se cayeran de mis pies.
Se sentó sobre el colchón y yo estando sobre él no dejaba de besarlo. Su piel se sentía suave cuando lo acariciaba y una vez que mordí sus labios no pude resistirme a hacerlo más veces después.
Él iba acariciándome lentamente por debajo de la ropa, pero no pasaba más allá de tocar mi espalda y vientre, yo en cambio ya le había manoseado prácticamente todo el torso.