Pacto Final (libro 3) [terminado]

Capítulo 17

No creo que alguien pueda dormir en la noche. Ni siquiera los mismos ángeles.

El miedo es muy tangible pero también lo es la esperanza. Las legiones nos darán la oportunidad que necesitamos. La que no debemos desperdiciar. La última.

Cuando la reunión acabo, solo quise irme a mi habitación. Todos, de hecho, lo hicieron. Me rehusó a pasar el tiempo con mis amigos como si fuera una despedida.

Porque no lo es. Para nada.

Lucifer lleva horas postrado cual tapete en ese odioso sillón, en un silenció mortal. Empiezo a pensar que el Ex Rey del Infierno me está haciendo la ley del hielo por lo que ocurrió en la reunión. Mejor dicho, por las cosas que le dije.

Y el algo que me pone los pelos de punta. Me indigna su actitud. ¿Quien demonios se cree para hacerse el ofendido?  Después de todo lo que nos ha hecho pasar. Después de que todo esto es por él. Todo su culpa, por esa codiciosa y narcisista actitud de <yo rompo todas las reglas y hago lo que quiero>

Y puedo decir que por su aura cada segundo más oscura, que él sabe perfectamente lo que pienso. Y que tampoco lo dejaré de pensar.

   - Tengo una idea, querida. - su voz es hielo cortante y me tenso. - ¿Que te parece si dejas de mirarme como si quisieras sacarme la cabeza? - gruñe y el vínculo me transmite su molestía clara y verdadera.

Ladeó la cabeza. Realmente no me había dado cuenta que lo miraba de esa forma. Pero me divierte que no sepa que lo que dice solo me alienta a seguir haciéndolo.

¿ Quien iba a pensar que Lucifer se convertiría en tan solo dos meses en un viejo refunfuñando en un sillón? A veces me olvidó que este vínculo es intenso en ambas direcciones.

   - Creí que ya lo hacía siempre. - le regaló una sonrisa seca y vuelvo a recostarme. Me puse un traje de camuflaje negro que me trajo mamá hace unas horas porque realmente no podía esperar y dudaba que pudiera ponermelo correctamente llegada la hora de irnos, por la distracción, el nerviosismo y todo eso.

  No sé qué hora es, pero no deberá faltar mucho para irnos. Puedo sentir como si todo el cielo estuviera tenso. Aguantando la respiración. Esperando.

Solo puedo cerrar los ojos y tranquilizar mí respiración.

Me adentro en mí ser. Recorro mí poder. Sintiéndome bien y protegida. Sé que podría hacer volar la habitación en menos de un segundo si quisiera y eso me aterra. Pero no es ahí donde me detengo.

Hay una parte donde no puedo llegar. Algo en mi interior, diferente a todo, lo puedo percibir. Algo que se oculta detrás de unas puertas oscuras.

Un diferente tipo de poder. Algo brillante y cálido que se filtra por las grietas y de la que mí oscuridad escapa.

Recuerdo esa noche en el lago con Beleth, cuando me introduje hasta el fondo y pude jurar ver la luz salir de mí. Realmente pensé que está delirando y que había llegado a mi punto quiebre de cordura. Pero está ahí. Realmente existe.

Y una parte de mí es curiosa. Pero la otra, simplemente quiere enterrar eso y olvidar que existe. No puedo creer que tanto poder sea algo bueno. Por no mencionar que posiblemente me perdería a mí misma.

Es algo bueno que no sepa ni como abrir esa puerta.

Siento el colchón hundirse bajo el peso de Lucifer y vuelvo al mundo real. No me muevo, no respiro. Estando tan cerca me es imposible pensar con claridad y diferenciar mis propias emociones de las suyas. Es una pesadilla.

Y en este momento no sé decir si la inquietud es mí o suya.

   - Emma. - dice mí nombre como quien tiene su chocolate preferido en manos, pero no puede comerlo.

Anhelo. Eso es lo que es. Y odio cada parte de mí y de este maldito vínculo por responder. Mí cuerpo reacciona a sus palabras y yo aprieto los dientes, abrumada por su intencidad. Mis ojos siguen cerrados y los aprieto con más fuerza.

   - Largo. - logro decir a duras penas.

Su mano conecta con mí mejilla y me sacudo fuertemente. Su tacto parece calmar la tormenta de poder. Incluso puedo percibir su cuerpo relajarse por el contacto.

Quiero quitar su mano. Quiero arrancar su mano y golpearlo malditamente duro. Pero no puedo decir ni hacer nada. El vínculo tira tan fuerte. Se aferra y vuelve a tirar. Hace que desee su cercanía. Su piel contra la mía. Su calma.

O quizá es lo que él quiere.

¿Que es lo que yo quiero? ¿ Por que no puedo hacer que se sienta así de abrumado? ¿Tendrá más control?

   - Emma. - vuelve a repetir con voz ronca, esta vez más cerca.

Tan cerca que puedo sentir su calor y su aliento sobre mí. Tan cerca que cuando sus labios rozan los míos, estos se abren por la sorpresa.

Pero es mí punto límite. Unos ojos rojos como la sangre aparecen en mí cabeza y el nombre de mí compañero hace eco a través de mí. Rompiendo todo lo que pudo forjarse.

Empujó a Lucifer. No con fuerza. Pero si con determinación y me siento en el borde de la cama, poniendo distancia.

Estoy cansada de esto. De este juego. La rabia que pude sentir se esfuma como aire.  Lo miro fijamente, mientras Lucifer frunce el ceño.

   - Siempre el maldito e inoportuno príncipe. - se ríe bajo pero si risa es amarga y oxida.

   - ¿Qué es lo que quieres, Lucifer? - ahí está. La pregunta del millón. -¿Que es lo que realmente quieres? ¿Es acaso un juego más y pretendes divertirte con mí humillación?

Se me queda viendo. Su oscuro rostro oculta a la perfección sus pensamientos. Pero sus emociones hablan.

Esta...dolido.

Esto me golpea tanto como lo haría una patada en el estómago. Duro y por sorpresa.

Lucifer sacude la cabeza y tan rápido como vino, el sentimiento se va. Su mirada me atraviesa.

   - Así era al principio. - se cruza de brazos y rápidamente, incluso antes de que pueda pensar, está acostado a mí lado. Sus alas ya prácticamente no existen, pero aún queda un rastro de oscuridad en su lugar. Su cuerpo ocupa casi todo el espacio y su presencia parece absorber toda la luz de la habitación.



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En el texto hay: demonios y angeles, guerra, chica hibrido

Editado: 30.03.2020

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