Pacto Final (libro 3) [terminado]

Capítulo 3

Dos meses después...

 Parpadeó, mirando el fuego de la chimenea. Encontrando patrones y gracia en sus movimientos. No sè cuanto tiempo estoy así, pero al final cierro los ojos que comienzan a arder. Pequeño blanco se mueve inquieto a mi lado, como si tuviese pesadillas. Pero sè cuál es la razón. Lentamente me levanto, mirando la parte posterior del reloj que di vuelta. Ya no necesito la hora. Hace mucho tiempo que deje de contar los dias. Salgo de la cama, yendo hacia la puerta y cuando me doy la vuelta, veo que pequeño blanco está tranquilo. Como cada vez que me voy. Porque yo soy sus pesadillas.

 Acomodo mi ropa, yendo al lugar donde entreno todo los dias. Donde descargo mi energía y mis habilidades crecieron. Como siempre, elegí un top negro de cuero y unos pantalones del mismo color y material. Mis dedos se mueven impacientes por sentir el peso de mis cuchillos, que se han vuelto una extensión mas de mi. Las antorchas parpadean cuando paso, mi pelo se balancea de un lado a otro mientras atravieso el pasillo y mis botas resuelven en todo el lugar. Increible e inexplicablemente mi cabello creció por lo menos unos 50 centímetros y ahora llega mas abajo de mi cintura, brillante y fuerte y aunque no me quejo, es bastante molesto a la hora de entrenar, por lo que lo ató en una cola de caballo improvisada.

 Llegó al lugar de entrenamiento, donde todos los túneles se unen y solo queda restos destrozados del trono que alguna vez existió antes que lo hiciera pedazos con una sola patada. Asi que, no solo me hice habilidosa, sino también más fuerte. Y oscura. 

 Mis espadas están dónde las dejé hace unas horas y voy rápidamente a recogerlas, sintiendo una pizca de satisfacción al levantarlas. Siento su textura, las volteo en el aire y me pongo en posición de ataque. Pero antes de comenzar no puedo evitar echarle un vistazo a un túnel en particular, por donde Beleth solía entrar con toda su gracia y arrogancia. Pero Beleth ya no esta aqui. No hace mucho tiempo. 

 Muevo mi energía por el lugar, apagando las antorchas, quedando completamente oscuro. Pestañeo acostumbrando mis ojos y poco a poco todo se vuelve más claro. Y se siente bien. La oscuridad ya no me asusta. Yo soy la oscuridad. Y ella debe temerme. 

                                                                                            ~°~

 Después de entrenar hasta que mis músculos griten por misericordia y estar cubierta de sudor, me retiro, esperando hasta que las heridas de mis puños se curen. Y lo hacen en segundos. 

 Cuando estoy volviendo a mi habitación, siento un tirón casi provocador en el vinculo. Se lo devuelvo, pero como amenaza. Hace algunas semanas no consideraba esto como mi hogar, ni siquiera se me pasaba por la cabeza. Pero ahora...la palabra hogar no tiene un significado para mi, al igual que muchas cosas. Con eso en mente me apuro a llegar. 

 Pequeño blanco se sobresalta cuando entre pero al ver que se trata de mi, salta de felicidad, tan contrariado al miedo que huelo cuando duerme. Lo miro por uno segundo y èl baja sus orejas en punto, percibiendo mi energía, cada vez más negra. Pero no siento la necesidad de abrazarlo, ni de que me perdone por lo que soy. En lo que me he convertido.

 Rápidamente me encierro en el baño, prendiendo las velas con mi energía, algo que recientemente descubri. Compruebo el agua y me desvisto. Pero antes de entrar cierro los ojos suspirando y voy hacia el lavamanos. Esta parte siempre me resulta difícil. 

 Apoyo las manos en el lavamanos blanco. Y poco a poco levantó mi cabeza, encontrándome a una extraña, un ser que no reconozco, que me observa a través de los vidrios fracturados del espejo. Un espejo que se cansaron de reponer cada vez que lo rompía. Y lo seguiría haciendo. Porque aceptarme sería aceptar lo que he perdido. A mi misma. Ojos violetas, piel cada vez más blanca, labios rojos y una mirada muerta. El sonido del material quebrándose bajo mis dedos llena mis oídos y mi energía se precipita haciendo que todo tiemble, mientras recuerdo porque hago esto.

   - Mi nombre es Emma Blue. Mi madre es Lilith y mi Padre Miguel. Soy amiga de Violet, Sitael, Dante y Aaron. Lucifer me atrapo en un vinculo por salvar a mi madre. Los Mayores son mis enemigos. Orion es mi compañero y amor...

 Mi mandíbula tiembla cuando digo esas palabras porque aunque intento, sus caras siguen sin aparecer. Como si una nube borrosa las cubriera. Ya no recuerdo sus caras. 

 Es un ritual que he hecho rutina cotidiana. Porque cuando despiertas un día sin recordar tu nombre o el porque estas aqui, algo dentro tuyo se rompe. Quizá el espíritu o la esperanza, aplastadas por el terror y el espeluznante hecho de no recordar como te llamas. Y Estar atrapado allí hasta que por fin logras recordar. Y te prometes no volver a sentir todo eso nunca más. Pero me pregunto cuanto tiempo quedara hasta que ya no recuerde nada. 

 Abruptamente entro al agua, hundiéndose por completo y permanezco un rato así, hasta que siento que estoy por desmayarme. Y vuelvo a salir. Sintiendo que a mi alrededor se mueve de forma lenta y debería doler. Debería estar llorando por la pérdida. Llorando, sintiendo, ahogándome en lágrimas, pero en cambia solo observo, motivada por una causa invisible. O quiza por el vinculo que me da energias. Y me oscurece. Porque el tiempo de llorar ya pasó. Nunca más. 



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En el texto hay: demonios y angeles, guerra, chica hibrido

Editado: 30.03.2020

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