Padres inesperados

Capítulo 6

Ya habían pasado un par de semanas desde que la abogado de Mirko se comunicó con Emely, faltaba poco para que ocurriera el encuentro de padre e hija; Alicia preguntaba todos los días por Mirko, se había aprendido su nombre y su apellido, preguntaba siempre que era lo que hacía un médico como él.

—Ayuda a traer niños al mundo —respondía Emely.

—Ah, está bien —respondía orgullosa.

Emely se sentía contenta y a la vez contrariada de que Alicia estuviera tan pendiente de su padre. De cierto modo se había acostumbrado a ser solo ella con los niños y su padre, Alicia era suya solamente, ahora debía ver como una bendición que su hija tuviera a alguien más como figura familiar, no esperaba sentirse impactada por lo bien que la niña aceptaba a Mirko sin siquiera conocerlo.

—¿Se la va a llevar? —preguntó Damián en la cocina mientras ayudaba a su madre a guardar los platos limpios.

—Quizás por algunos días. No lo sé.

—No deberías dejar que se la lleve.

Emely suspiro y beso su cabello.

—Seguiremos siendo familia y seguiremos buscando a tu padre.

—¿Y si no me quiere?

—No te conoce, no puede no quererte. Tal vez crea que le miento y pida exámenes, una vez que se demuestre que eres su hijo pues no podrá negarlo más.

Emely sabía que eran temas difíciles para hablar con un niño de siete años, él quizás ni comprendía la mitad de lo que decía, pero no tenía tanto tiempo para ser más sutil, a veces ni podía pensar en las palabras entre el dolor, la molestia y las angustias.

Se sentó con en el sofá de la pequeña sala de estar, junto a Alicia que jugaba con su muñeca.

Miro su teléfono para revisarlo como cada día con la esperanza de que Augusto respondiera alguno de sus mensajes, esperaba que aún usará el correo que solía usar cuando estaban en la universidad, pero no obtenía respuestas, cuando entró a revisar sus redes sociales vio que tenía un mensaje de alguien, cuando entró a revisarlo, jadeó emocionada.

Era él.

A ella nunca le gustó subir fotos de sus hijos a redes sociales o fotos demasiado personales, lo agradeció entonces, quizás él no le habría respondido.

Augusto Melet.

Emely. Tú perfil no dice mucho, ¿Cómo te ha ido? Déjame saber de ti.

Emely Cadenas

Augusto, bien. Supe que tu padre está optando al senado de nuevo. Yo estoy bien, quisiera poder hablar contigo personalmente.

Esperó con el teléfono en la mano sin moverse, sin ver a su hijo, sin poderle decirle aún que estaba hablando por fin con su padre. Debía de ser cautelosa, reviso su propio perfil y solo había fotos aleatorias de lugares o noticias, solo un par de fotos de ella en el trabajo y nada más.

Augusto Melet.

Espero que votes por él, jaja. Por supuesto, Emely siempre tendré tiempo para ti a pesar de cómo terminaron las cosas. Cuéntame ¿Te casaste?

Emely Cadenas

No, soltera. No voté por ninguno, me temo que soy una mala ciudadana. ¿Podríamos vernos esta semana?

Augusto Melet.

Puedo salvarte, haré cualquier cosa para rescatarle un voto a mi padre. Yo sí me casé, aunque las cosas no han salido como esperaba, no estamos en la mejor situación ¿Si me entiendes?, pero justo esta la campaña de mi padre y pues, evitamos un escándalo.

Emely Cadenas

Lamento saberlo. ¿Qué dices de vernos?

Augusto Melet

*Carita sonriente* claro que sí, puedo hacer espacio para vernos mañana, ¿Te parece? Puedo enviarte un auto a tu casa o a tu trabajo, a dónde tú me digas.

Emely Cadenas

No hace falta, Augusto. Qué pena. Dime tú dónde podemos vernos y yo llego.

Augusto Melet

Nada de eso, mañana a las siete de la noche un auto irá a tu casa por ti, envíame tu dirección por acá, está hecho. Tenemos una cita.

«¿A las 7:00 PM?», se preguntó Emely, pensó también que así no tendría que pedir permiso en su trabajo para ir a verlo. Era de cierto modo, perfecto.

Sintió el pecho oprimido y solo pudo pensar en las palabras que diría, se sintió tranquila por el tono amable que usó él, por un momento se sintió cómo que hablaba con el mismo chico encantador que conoció años atrás, ese que se saltaba horarios de clase para estar con ella y la hizo conocer el mundo de otra forma. Augusto fue su primer novio, con él vivió muchas primeras experiencias, nunca lo odió.

El hecho de que fuera una relación secreta les dio una sensación de complicidad que hacía todo mucho más intenso y emocionante, cuando supo que se casaría ese mismo año con la que ahora era su  esposa, supo que él nunca la quiso y que solo la usaba porque podía, porque ella lo permitió, hizo sus maletas y se fue dejándolo atrás, tenía en sus brazos una criatura que le hizo experimentar el amor como no sabía que existía, y así perdonó a Augusto y se perdonó ella.




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