Padres inesperados

Capítulo 11

Emely terminó de guardar la ropa de los niños y se acercó Damián a toda prisa, ella le sonrió mientras estiraba una mano para acariciar su cabello.

—El papá de Alicia está aquí —dijo y la miró expectante.

—¿Quieres que te lo presente? Lo conociste cuando eras muy pequeño, no debes recordarlo, él te atendió una vez que te caíste, justo el día que cumpliste el año.

Damián sonrió.

—¿En serio?

—Sí. Fue muy bueno contigo.

Emely dejó lo que hacía y lo tomó de la mano cuando oyó la puerta, ya Alicia estaba sentada en el sofá de la sala con un vestido blanco y una cinta en el cabello, insistió en vestirse así para recibir a su padre. Emely la besó en los cabello y le sonrió con ternura.

—Te ves muy bella, hija.

La niña sonrió.

Damián abrió la puerta.

—Hola, soy Damián —se presentó.

Mirko sonrió con amplitud al verlo.

—¡Como has crecido! No te habría reconocido nunca en la calle, te atendí cuando eras pequeño, y también pasamos tiempo juntos con tu mamá. Estoy encantando de verte de nuevo —le dijo emocionado, Damián sonrió y le tendió la mano, Mirko se la recibió y lo jaló hacia él para darle un abrazo. Lo soltó y le mostro dos bolsas.

—¿Y eso?

—Para Alicia y para ti, estaba tan emocionado la vez pasada que no les traje nada, son una par de suéteres de los felinos, Alicia me contó que son fanáticos.

Damián arrugó el gesto.

—Yo, ella no sabe nada de béisbol.

Mirko rio, Alicia ya se impacientaba y está de pie junto a ellos, su padre la alzó en brazos y la besó en la mejilla, luego la hizo girar en sus brazos.

—¿Dónde estabas la vez pasada, Damián?

—Clases, me dan clases de matemáticas aparte.

Emely se acercó.

—Es muy bueno en matemáticas, va muy avanzado y está un programa con chicos más grandes —dijo orgullosa, Mirko la miró serio y desvió la mirada sin saldarla siquiera.

«Lo entiendo», pensó ella y abrazó a su hijo.

—Papá, mi mamá hizo pastica, ¿quieres? ¿Comes con nosotros? —preguntó Alicia.

Mirko se agachó para estar a su altura.

—Oh, pequeña, no. No te preocupes, solo quería pasar a dejar esto, debo ir a la clínica, vendré pronto para que pasemos tiempo juntos.

La niña bajó el rostro y apretó los labios.

—No he comido, te esperé.

—Oh, Alicia —respondió Mirko con expresión de angustia.

—Debe trabajar, Ali, vendrá luego, comeremos nosotros como siempre.

La niña se cruzó de brazos con expresión molesta aun cuando afirmo en dirección de su madre.

Mirko se incorporó y vio a los ojos a Emely.

—Puedo comer con mi hija, puedo hacerlo. Será rápido, debo irme, pero puedo quedarme a comer.

—No tienes que hacerlo…

—Quiero hacerlo. No perderé más tiempo con mi hija, ya hay un tiempo que no puedo recuperar gracias a ti —dijo con expresión tensa.

Emely pasó saliva y desvió la mirada hacia Damián, le sonrió a su hijo que examinaba con interés los suéteres que le llevó Mirko.

—Damián, ayúdame a poner la mesa —dijo en voz baja. El niño dejó todo y corrió hacia la cocina.

Emely sirvió los platos bajo un ambiente tenso mientras Mirko escuchaba atento a Alicia y Damián la ayudaba a poner la mesa. Le sobrevino un ataque de tos y prefirió ir a su habitación, le pidió a Damián que continuara, Mirko la miró con curiosidad.

Cuando regresó al comedor ya todo estaba servido, Damián ponía una botella de agua y Mirko servía el último plato. Se sentó en la mesa y le dijo gracias a Damián mientras apretaba su mano.

—Disculpa lo poco.

—Está bien —dijo Mirko.

Era un plato de pasta larga con carne molida en salsa de tomate, preparada en casa.

—Está rica mi pastica, me gusta, papá, es mi favorita —dijo Alicia haciéndolo sonreír, Emely se sintió emocionada, como había predicho su hija estaba fascinada por Mirko y él era cariñoso y atento con ella.

—¿Sí? ¿Te gusta mucho?

—Sí, pastica —dijo la niña chupando las tiras de pasta.

Él rio mirándola de forma fija, sus ojos brillaban, estaba emocionado y conmovido. Emely se arrepintió de haber sido tan cobarde y de haber dejado pasar el tiempo, Alicia era buena para él y él para ella.

—¿Cuándo traes a mi hermanito? —preguntó Alicia.

Mirko miró enseguida a Emely que solo se limitó a alzar un hombro.

—Pues, cuando quieras, pronto. Debo explicarle, se va a emocionar de conocerte.

Alicia brincó en su silla. Emely notó como Damián se puso serio, acarició su mano y le sonrió, su hijo le devolvió la sonrisa, Mirko también notó el cambio en la expresión de Damián.




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