Palabras Al Viento

CAPÍTULO 4.

Iniciaba un nuevo día y lo primero que vio fue si había algún mensaje, pero no era así. Tomando impulso se levantó de la cama, encendió la radio y como si se burlará de ella la estación estaba su canción, haciendo una acción bastante infantil le saco la lengua a la radio, pensó en cambiar la estación pero para ella era un buen presagio, mientras escogía la ropa que se iba a poner, cantaba con todo el sentimiento la canción. 

 

Sabes que estoy colgando en tus manos

Así que no me dejes caer

Sabes que estoy colgando en tus manos

Te envío poemas de mi puño y letra

Te envío canciones de 4 40…

Decidió ponerse un traje sastre de falda entubada color negro con una blusa color lila, un maquillaje muy ligero y zapatos altos que jamás pensó dominar.. Quería causar una buena impresión en su primer día de trabajo. Viéndose por última vez en el espejo y festejando que el  “bendito maquillaje”, como lo decía ella, disimulaba muy bien sus ojos hinchados de tanto llorar. 

Tomo el bolso y las llaves, respirando profundamente sonriente, “hoy era un nuevo día” ese el mantra desde la preparatoria.

Una vez en la empresa se presentó en Recursos Humanos, esperando el tour de bienvenida. Así como finalizar los trámites reglamentarios, como la credencial de ejecutivo y la huella para los torniquetes. 

Mientras esperaba llegaron más personas que ingresaron como ella, muchos solo saludaban pero uno la observaba fijamente. Esa mirada la ponía un poco nerviosa, cuando vio de reojo que se paraba con la intención de acercarse, por primera vez la fortuna si estuvo de su parte, en ese instante una persona de recursos humanos, nos daba la bienvenida.

“Buenos días a todos. Les daré un tour por el edificio después pasaremos a que se tomen la foto y registren la huella”

Sin más nos mostró los diferentes niveles, así como la cafetería para la comida o en caso de que quisiéramos un café o alguna bebida. A cada paso que daba sentía la mirada en la nuca, así que avanzaba más rápido para no quedar rezagada y estar siempre rodeada sin darle oportunidad de acercarse. 

Se les dividió en dos grupos para agilizar el trámite, unos irían a tomar la foto mientras que otros registraron la huella. Fue en ese momento donde se separaron y pudo respirar tranquilamente.   

Una vez finalizado todos los trámites, la acompañaron a su oficina. Totalmente emocionada la vio y apreció la vista hacia un jardín, siendo que estaba en un segundo nivel. La oficina era pequeña, donde estaba su escritorio de oficina, con una silla bastante cómoda, enfrente dos sillas que hacían juego con la suya de ejecutiva. Al fondo dos archiveros y una cómoda donde se encontraba un servicio de café. 

Diendo las gracias a la chica de RH, la cual ya se le había olvidado su nombre. Corrió a su silla y giró en ella. Una vez pasada la euforia, repaso todos los documentos que encontraba y haciendo una lista de aquellos que no entendía. Hasta que escuchó un llamado a la puerta. 

-Adelante- anunció mientras terminaba de revisar unos papeles.   

-Hola, venía a ponerme a sus ordenes Licenciada - Con una sonrisa ladeada, recargado en el marco de la puerta se encontraba el hombre del cual estaba huyendo, o como decía una retirada estratégica.

-Eloisa, solamente por favor y ¿usted es? - Levantándose lentamente y estirando la mano, agradeciendo que su voz sonara tranquila algo que ella no estaba. 

-Que mala memoria tienes pequeña- decía mientras se acercaba depredadora mente hacia el escritorio.

-¿Perdón?- estupefacta lo miraba.

-Te has puesto más linda, eso no hay duda. Pero que olvidaras a tu amigo de la infancia, eso no tiene perdón y te costará. Que dices un almuerzo, que en realidad será comida. por la hora, porque estoy casi seguro que no has comido nada. ¿Que dices pequeña? - Le hacía la invitación mientras estiraba su mano. 

Fueron solos unos minutos de duda, tomando su bolso que se encontraba en el perchero y dejándolo con la mano estirada. Paso a su lado, dirigiéndose a la puerta.

-Esta bien que sea rapido porque tengo mucho trabajo.- Lo único que pudo escuchar fue una gran carcajada a sus espaldas y unos pasos rápidos que la alcanzaban. 

La cafetería era un lugar bastante agradable, con pisos blancos impolutos, un mostrador de azulejo imitación madera, gabinetes con el mismo tipo de azulejo que hacía juego con el mostrador y sillones acolchados. Mesas blancas y sillas. en una esquina hornos de microondas para el personal que decidía llevar su comida. 




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