Palabras Al Viento

CAPÍTULO 20

El sonido del agua corriendo fue lo más tranquilizante y lo necesitaba después de verlo y más en su espacio, una cosa era verlo en un momento vulnerable pero en un lugar público pero otra tenerlo en su casa, en su guarida y principalmente que hacía con Luis ahí.

 

Con cada gota que caía y el vapor que empañaba cada centímetro del baño, pensaba cómo salir de ese atolladero que se había convertido su vida, por solo cinco minutos de su estupidez, porque no había una forma de definirla, ahora por todo lo que lucho estaba en peligro. 

 

Se veía en el espejo y cada vez que lo hacía no veía esa mirada confiada, esa mirada que quería conocer al mundo y sobre todo esa persona que soñaba con un mundo y una realidad que no se acerba a la que veía. Ya no podía hacer nada así que respiro profundo y una vez cambiada decidió enfrentar su primera batalla que tenía.  

 

La escena que tenía delante era de lo más irrisoria, en una cabecera estaba Manuel con una taza de café y con la playera de Luis que le quedaba ajustada en los hombros y que no recordaba que estuviera así, pero ya había pasado mucho tiempo y en otra Luis con su jugo y esa vestimenta informal que le encantaba. Ambas personas tan distintas y para terminar el cuadro sería ideal Gil, para tener a esas personas que tanto la hacían sufrir. 

 

Sorprendida por ese pensamiento y no queriendo ahondar ni ponerle nombre a eso, respiro profundo y obligando a su cerebro que indicara a sus piernas que se movieran, entró a la estancia pasando por detrás de Luis y recorriendo sus hombros.

 

-Buenos días, qué es ese aroma tan delicioso. 

-Un desayuno tardío - Llevando el jugo a los labios y tomando un sorbo contestó Luis, dirigiéndole a Manuel una mirada de que había ganado, porque tenían una comunicación que no era necesaria terminar las frases.

-Creo que ese aroma delicioso es el café que prepare como tanto te gusta -Manuel levantó la taza en dirección a Luis aceptando el reto.

-Que rico, pero prefiero mejor un poco de fruta.

 

Esa fue la única forma de terminar esa disputa que tenían ambos, marcando su territorio y que ya estaba empezando a molestar, miradas entre ellos y esa forma competitiva de quien conocía mejor sus gustos.

 

Se dío cuenta que era fin de semana y que tendría que buscar la forma de deshacerse de ambos pero no tenía el coraje para sacarlo después de todo lo que habían hecho por ella. Seguía barajando las posibilidades y no encontraba la más adecuada.

 

-Abre la puerta que veo sombras y oigo ruido- Jamás pensó que escuchar el ruido de Liz sería como el coro de los querubines.

-Ya voy- Con una sonrisa y presurosa decidió abrir ella y que pudiera entender que necesitaba su desparpajo para decir las cosas. 

 

Abriendo la puerta lo primero que sintió fueron sus brazos rodeándola, sabiendo que necesitaba ese calor y que ni siquiera ella sabía. Lo único que atino a decir es Gracias. 

 

-Necesito comida porque ni te…- Sin previo aviso siguió caminando deteniendo sin terminar la frase. Con una ligera mirada de reojo supo que algo pasaba y que necesitarían privacidad. - Ok, ok. Muy bien chicos necesito que se vayan porque necesito hablar con mi amiga y no se preocupen nosotras limpiamos todo ya que ustedes me imagino hicieron el desayuno. Se los agradezco y hasta la vista. 

 

Tomando del brazo a uno y después al otro sin permitirles a rebatir lo que decía, los saco del departamento y la cereza del pastel fue una dulce sonrisa que embelesaba a todos para cerrarle la puerta en la cara. 

 

Sorprendidos estaban observando la puerta con sus cosas en las manos para que se fueran y sin la oportunidad de poder hablar con Elo, para decirle que regresaría. Pero conociendo a esa mujer no se iría hasta muy entrada la noche. Lo único que pudieron escuchar después de dar algunos pasos fue la carcajada, que se vieron y decidieron que valió la forma en que fueron despechados. 

 

-Mucha testosterona para mi gusto y lo dice una que es una hombriera - Fingiendo un escalofrío se dirigió a la mesa para servirse lo que quedaba del desayuno - Pero se les reconoce que tiene buena pinta todo, así que cuenta en lo que me alimentas, que me lo gané después de espantarlos y que puedas descansar esta noche sin esos ejemplares de machos lomos plateados. 

 

Con un suspiro le contó desde ayer y principalmente lo de la amenaza. Como se puso y que no recordaba nada después de subirse al automóvil y como encontró a cada uno en su casa muy a sus anchas.

 




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