Palabras Al Viento

CAPÍTULO 21.

Cobardemente Eloisa se encerró durante todo el fin de semana. Limpiando, arreglando o con un maratón de Boys Before Flowers, estar en pijama y pensar que fue todos esos sentimientos que volvieron a surgir. Viéndolos en su espacio, pensando que no sentiría nada si lo volvia a ver, pero su corazón era un traicionero. 

 

Volver a revivir todo lo que había pasado, esos momentos que ya no era necesario terminar las frases o preguntar qué es lo que deseaba, sabía como le gustaba el café, un helado, cosas tan sencillas. Pero para ella eran detalles que la fueron enamorando poco a poco. Esa revelación la dejó petrificada frente al espejo, con el cepillo a medio camino de iniciar el escarmenado de su cabello, una práctica que realizaba para tranquilizarse. 

 

Esa noche no pudo dormir, sueños entremezclados de miedo, agitación y en ocasiones pánico. Que la sobresaltaron haciendo que girara en su cama, despertando muy temprano y teniendo tiempo de sobra para arreglarse e iniciar un nuevo día. Con el propósito que no pensaría más en él. Manuel. Porque ya no más, si él podía desaparecer por tanto tiempo y pensar que estaría a su disposición estaba muy equivocado, ella ya no era como antes.

 

Con ese nuevo propósito y a paso firme entró a la oficina, saludando con una sonrisa y deseando un gran inicio de semana. El escritorio de su asistente estaba desocupado, pero no era de extrañar  ya que llegó sumamente temprano. Necesitaba aclarar como Ernesto consiguió su número. 

 

Ya casi era la hora de entrada y su asistente no llegaba. Toma la decisión de esperarla y platicar en la terraza que era un lugar tranquilo y privado a pesar que estuviera a la vista de todos. Camino por el pasillo principal y vio por unos de los ventanales que daba a la calle, algo que jamás pensó que sucedería. Estaba su asistente con Ernesto de una forma muy personal y que pudo distinguir las mismas acciones que tenía con ella y más pudo atar esos cabos que la ponían en peligro y por más que hacia Ernesto siempre estaba un paso adelante. 

 

Camino de un lugar a otro en su oficina, sopesando las medidas que tendría que realizar una sería enfrentarla, otra seguir hasta ver donde llegaban pero después de tanto pensar se decidió por hablar con el Señor Villanueva, aceptando las consecuencias. Respiro profundo y redactó su renuncia. Sin especificar el motivo verdadero y buscando las palabras correctas que utilizaría para explicar el motivo de su renuncia.

 

Respirando profundamente salió de su oficina sin poder evitar dirigirle una mirada a su asistente, que si hubieran sido dagas estaría completamente herida. Parándose enfrente de su escritorio y con voz templada se dirigió a ella, disfrutando del sobresalto que dio al escuchar su saludo.  

-Buenos días, Señorita Gaona, le recuerdo que su entrada es a las 8:00 y no a las 8:30. Espero que sea la única vez que tengamos este…- Eloisa realizó una pequeña pausa para poder verla a los ojos, porque desde que la vio saliendo de su oficina, nunca le dirigió la mirada - ¿percance?

-Perdón Licenciada, no volverá a pasar - Solamente unos instantes pudo mantener la mirada para volverla a bajar. En ella se podía leer la culpa y sobre todo el miedo.

 

Dando media vuelta, camino temblorosa hacia su propio juicio que no sabría el resultado, si sería bueno o malo. Esa puerta siempre estaba abierta y jamás imaginó que tendría que ir a renunciar, pero era lo menos que se merecía después de todo el apoyo que estaba recibiendo. 

 

-Se puede pasar- Parada tímidamente en el marco de la puerta de cristal. Esperando la invitación.

-Claro que si, ya sabes que siempre estará abierta la puerta - Dirigiendo esas palabras mientras se acercaba para escoltarla a los sillones que se encontraban a un costado de la puerta - Qué necesitas.

-Me apena tener que venir a molestarlo por esto, pero tengo que informarle sobre una situación que se vería involucrada la empresa, es por ello que le presento mi renuncia - Sin bajar la mira Eloisa dijo todo sin ninguna interrupción.

-Muy bien, pero creo que yo soy el que decide que afecta o no a mi empresa. Necesito saber todo. - Sin previo aviso Villanueva se dirigió a la puerta porque presentía que esto era grave.

 

Eloisa se sentía que estaba en el patíbulo, esperando la condena. A cada paso que daba y se acerca Villanueva, sudaban sus manos, ese temblor de piernas que intentó disimular cruzándose por los tobillos.

 

-Te escucho, así que empieza.

 




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