Palabras Al Viento

CAPÍTULO 22.

Respiro profundamente Eloisa, empezó a contar cómo había conocido y su relación hasta llegar sin interrupciones, al momento que lo había llevado a tomar esa decisión. No pudiendo seguir viéndolo a los ojos, contó el chantaje por el cual estaba pasando en ese momento. Ese vídeo y esas fotos eran el principal motivo por el cual presentaba su renuncia.

Conteniendo la respiración, tomó el valor suficiente para levantar la mirada y ver al señor Villanueva, verla fijamente con sus dedos entrelazados, esperando si todavía tendría que agregar algo más o sopesando todo lo que había relatado Eloísa.

En el silencio tenso que se podría cortar con un cuchillo, se fue incrementando dificultando la respiración. Solamente Eloísa podía ver caminar a Villanueva por su oficina meditando cada una de las palabras que le dijo para finalmente pararse en la ventana observando todo lo que era su empresa. Un ligero carraspeo es lo que rompió ese silencio.

-Me apena mucho tu situación pero no me queda más que aceptar tu renuncia y negarte cualquier carta de recomendación. Eres una excelente trabajadora pero estas decisiones que tomaste perjudicarán plenamente tu carrera laboral.

Conteniendo las lágrimas que estaban deseosas por liberarse, respiro profundo para levantarse lentamente y acercarse al escritorio para dejar sobre él, el folder que contenía la renuncia y una relación de los trabajos que estaban por terminar.

-Muchas gracias por todo y lamentó este inconveniente - Con la poca dignidad que le queda Eloísa caminó hacia la puerta, deteniéndose hasta escuchar la voz formal.

-Solo una pregunta más - Eloísa giró lentamente para verlo a la cara. Sintiendo un muro de formalidad que no habían tenido hasta ahora y el cual le dolió más que otra cosa.

-Si, dígame -

- Si usted eliminó toda forma de contacto con esta persona, ¿cómo logró localizarla?

-Por mi asistente, acabo de ver que mantiene una relación no sé de qué tipo.

-Muchas gracias puede retirarse, tendrá exactamente 2 horas para salir de la empresa. Que tenga buen día.

Esas palabras fueron la estocada final para que lentamente fluyeran sus lágrimas, como un error podía cambiar su vida tanto. No tenía tiempo para lamentarse, sólo le quedaba apurarse porque el tiempo lo tenía en su contra.

Solicitando unas cajas para guardar sus objetos personales, caminaba de un lado a otro recolectando todo, fotos, adornos y uno que otro cuadro que llevó. Su poca ropa que tenía para las emergencias. Hasta que escuchó un alboroto fuera de su oficina, que rompía el silencio en el que se había sumergido.

Grande fue su sorpresa al ver a su asistente escoltada por dos guardias de seguridad y un tercero revisando cada una de las cosas que se llevaba, negándose poder ella misma tomar cada uno de sus objetos. Tomando por última vez el papel de ejecutiva, decidió averiguar qué pasaba.

-Buenas tardes, alguien podría decirme que pasa.

-Buenas tardes Licenciada, no sabría decirle el motivo de esta situación pero son indicaciones del Señor Villanueva que no puede sacar nada que no sea revisado de este escritorio.

-Muy bien, si gustan pueden pasar por las cajas que contienen mis cosas - Mirándose cada uno de los guardias de forma extraña.

El capitán se aclaró la garganta para tomar la palabra - No se de que habla, solamente me dieron la indicación con ella.

Quedando sin palabras Eloisa, solo atino hacer una inclinación de cabeza e ingresar de nuevo para terminar de empacar y ordenar todos los documentos para su entrega.

Con las cajas sobre sus brazos se dirigía a la salida, sintiendo todas las miradas a su paso. La forma en que fue sacada su asistente, porque no había otra forma de describirlo, y ella saliendo a continuación. Era el mayor chisme, que nadie se quería perder.

Eloísa era consciente que ha varias personas no le simpatizaba, por su relación que tenía con los jefes y en sus ojos vió claramente la felicidad por la forma en que salía. Pero también tenía buenos compañeros que se acercaron a ayudarla con las cajas y otras simulando preocupación para enterarse de primera mano de la situación.

Con frases cortas y sencillas sin decir el verdadero motivo y evadiendo responder por la situación de su ex- asistente, les contó que ella renunciaba. Para callar malos comentarios, sabía que surgirán una vez que ella saliera por esas puertas.

Una tristeza la embargó por dejar su trabajo que tanto le gustaba, añorando las convivencias y los cafés de media mañana que ya no tendría. Las charlas con aquellos compañeros que animaban una tarde de arduo trabajo y sobre todo esas risas que no podía evitar si la pasaba estupendamente.

Agradeciendo a sus compañeros que le ayudaron a cargar las cajas y despidiéndose con una promesa que no romperían contacto. Toco levemente la puerta de Recursos Humanos para hacer entrega de las llaves y la credencial de la empresa.

Una vez que terminó todo. Firmar cartas de renuncia, carta de motivos y sobre todo el convenio de confidencialidad de información de la empresa, hacer entrega de cada uno de los documentos y ver como era cortada por la mitad una credencial que le cambió la vida.

Respirando profundo y parpadeando lo más rápido que podía para que no salieran esas lágrimas de dolor, coraje y miles de sentimientos que tenía. Se agacho para tomar las cajas y buscar un taxi o solicitar uno.

Vio unas manos que conocía y a la vez se extrañaba que estuviera ahí, tomo las cajas con suma facilidad, mientras que Eloísa levantaba lentamente el rostro, temiendo que fuera un sueño o que su cerebro le jugará malas pasadas confundiendo ese aroma y esas manos.

Recorrió esas manos fuertes, sus brazos que se marcaban a través de una casaca por traer las cajas, llegando a su pecho cubierto por una polo blanca, sus hombros y su cuello fuerte, hasta llegar a esa sonrisa y esa mirada que le daba la mayor seguridad y confianza que todo saldría bien.




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