Palabras Al Viento

CAPÍTULO 24

Eloisa sentía un nerviosismo que no entendía, respirando profundo se levantó lentamente mirando primero a Gil, que se encontraba unos pasos por detrás. Que no entendía para nada esa mirada, anticipando algo bueno o malo, pero sobre todo solicitando la ayuda para lo que se avecina, era lo que quería decir y rogando que comprendiera el mensaje. 

 

Gil sabía claramente que ellos tenían que aclarar muchas cosas, no se veía mala persona. Y él era muy bueno para juzgar a primera vista y era necesario aclarar todo lo que había pasado durante esos momentos. 

 

Manuel se regañaba mentalmente por ser tan impulsivo. Cuando se enteró de su despido esa misma tarde, salió como locomotora hacia su departamento. Esperaba encontrarla en un abismo que por supuesto él estaría gustoso de sacarla, llorando a mares o en una depresión. Pero grande fue su sorpresa al no encontrarla de esa forma, se veía tristeza en su rostro pero no en una depresión. 

 

-Gil te presentó a Manuel - Respirando profundamente Eloisa empezó las presentaciones. Lo único que atinaron hacer ambos fue un asentimiento de cabeza. 

-Pues bueno, yo me retiro. Mucho gusto y te quedas en tu casa. Al rato te hablo- Tomando sus cosas Gil, se dirigió hacia la salida. Eloisa lo siguió intentando detenerlo, porque no quería que se fuera. 

 

A lo lejos Manuel estaba curioso por lo que le decía pero principalmente ese “Al rato te hablo”, que pensaba que le haría daño, si fue él quién no la cuido como se debía. Que ya se fuera no se que esperaba y ella que le rogaba si él estaba ahí, su gran amigo Manuel. Mucho despedirse y en qué momento le tomo las manos, para llevarlas a los labios y depositar un besos en los nudillos, como si estuviéramos en épocas pasadas. 

 

Al escuchar que cerraba la puerta, giró para aparentar que estaba muy entretenido con la vista. Pero tardó más de la cuenta en llegar y mientras ellos estaban perdiendo el tiempo él seguía de pie, aparentando una tranquilidad que no sentía. 

 

-Que te trae por aquí. Es una gran sorpresa no te veo en años y ahora tres veces en menos de una semana. 

-¿Me puedo sentar? - comentó Manuel con una sonrisa a esa bienvenida que no tenía nada que ver con la despedida de ese amiguito - Me enteré de lo sucedido y venía animarte. Así que cambiate y vamos a comer, no acepto un no por respuesta. 

 

Después de unos minutos, estaban saliendo hacia el centro de Tlalpan. Pero como antes, ese era el plan de Manuel. Recordarle que él era su apoyo y que tenían tanto en común, sus salidas con muy poco presupuesto pero que eran grandiosas, esas charlas debajo de árboles, caminatas en días lluviosos. Tenía que recordar todo. 

 

Descendieron del Taxi, justo enfrente de la Parroquia de San Agustín de las Cuevas donde se podía apreciar los portales, se encontraban diferentes restaurantes. El jardín que en ese momento se encontraba casi vacío, solo unas cuantas parejas paseando o sentadas disfrutando ese ambiente.  

 

-Muy bien, ¿a dónde quieres ir?

-Estaría bien algo de comer. Así podremos platicar. 

 

Caminaron uno al lado de otro, observando cada rincón de ese ambiente, de esa tranquilidad. Preparándose mentalmente para lo que fuera esa platica que sabía que pronto llegaría. 

 

Decidieron por “El merendero” una cafetería retro, donde se podría encontrar diferentes bebidas, alimentos y buena música donde se podría conversar. Caballerosamente le cedió el paso para que eligiera la mesa de su agrado. En un silencio expectante observaron la carta, pasando desde los postres, bebidas y repitiendo una y otra vez la carta.

 

-¿Lista para pedir?

-Si, quisiera unas enchiladas…

-Verdes con lechuga y fruta para empezar - Manuel terminó la frase, dedicándole una sonrisa de lado que ponía nervioso hasta a la más valiente - Es lo mismo que voy a pedir, pero mejor pedimos unas rojas y compartimos. Claro si lo deseas. 

-Esta bien, compartimos. 

 

Mientras esperaban la orden les llevaron la fruta, viéndose fijamente a los ojos y todo ese tiempo que pasaron separados se borraron en un santiamén. Al llegar los platillos intercambiaron sin palabras las frutas, el se comía el Kiwi, ella la manzana y se daban de comer diferentes trozos de fruta en la boca. Cualquier persona que viera la escena, estaría observando a una pareja joven que se amaba profundamente. Que tenían una sintonía que pocas veces se ve. 

 

La comida transcurrió con pláticas de todo y nada se decían, sabían que esa charla necesitaría más privacidad que no brindaba un lugar con varios comensales que escucharon una charla que no era de las gratificante y de lo cual no se podían sentir orgullosos. 

 

Una vez saldada la cuenta caminaron por las diferentes calles, recorriendo y hablando poco a poco del tema. Temiendo a responder las preguntas que ambos tenían. Respirando profundamente Eloisa tomando el valor que necesitaba para realizar la pregunta que le quemaba la boca. 

 

-¿Para qué querías salir?

-Para ponernos al corriente todos estos años y principalmente porque necesito a mi amiga.

 




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