CAPÍTULO 29

-Ya quédate quieta con un carajo, que no puede terminar de maquillarte.

-Pero siento toda la cara grasosa y pegajosa. 

-Pero nada, es un momento especial y tienes que deslumbrar y más si van a ir esas arpías. 

-¿Cuáles arpías? 

-Las típicas niñas populares, que siempre le hacen la vida imposible a todos. pensando que son mejor que uno, pero ahora se van a llevar el chasco de todo. Tu eres hermosa y tienes un buen empleo que ellas nunca van a tener. 

-Te recuerdo que me despidieron 

-Pero ellas no tienen que saber eso, así que entrarás pisando fuerte porque luces espectacular. 

Al quitarse Liz del espejo de cuerpo completo, Eloisa se quedó completamente asombrada. Lucia simplemente hermosa, con ese vestido vino que se adhería a su cuerpo como una segunda piel. 

Empezó a pasar sus manos por los hombros descubiertos que dejaba el escote en forma de corazón, dando un toque de sensualidad a las mangas de encaje. Esa abertura en la pierna era el toque perfecto para que se sintiera lo que jamás pudo llegar a sentir nunca, que pertenecía y tenía el derecho de ir a esa fiesta.  

-No se te olvide dejar tu cabello de lado para que se vea el escote y tu cuello.

-Esta bien, bueno ya me voy que nos veremos a las 4:00 en la entrada.

Tomando profundamente aire, Eloisa descendió lentamente de su automóvil ayudada por el valet parking, que la vio más de la cuenta. 

Llegando a la entrada, espero pacientemente por unos minutos. Transcurrido 15 minutos y ver que no llegaba decidió entrar, no desperdiciaria un vestido de ese tipo. 

Al entrar al salón fue una sorpresa, decorado totalmente de blanco y con una luz tenue que daba un toque mágico, todo de cristal y plata. Con una alfombra roja que amortiguaba el repiqueteo de los tacones, en el centro una pista de baile el cual estaba en esos momentos vacía. 

Empezó a caminar entre las mesas buscando el lugar que le habían asignado y que número de mesa, el 15. Cuando por fin pudo localizarla estaban solo dos lugares vacíos el de ella y el de Manuel. 

No recordaba a ninguno, respirando profundamente, camino más lentamente juntando todo el valor y esperando que llegara en cualquier momento Manuel. El camarero que se encontraba en un costado le ayudó con la silla y una sonrisa que iluminó su rostro, saludo a todos generalmente. 

La noche pasó en un abrir y cerrar de ojos. Divirtiéndose sin parar, bailando y platicando con varios compañeros, algunos personas de éxito en negocios y otros con las familias que deseaban. 

Necesitaba un poco de aire fresco, era muy agradable estar con tantos compañeros pero era necesario descansar. Encontró el lugar idóneo, una pequeña terraza en el cual podían estar aproximadamente 30 personas decoradas con estilos griegos.

Decidió sentarse en una de las mesas más lejanas para poder observar como entraba y salía la gente, unas para tomar aire, otras para fumar y varias para realizar llamadas o revisar sus mensajes. 

Iban a dar la una de la mañana y ningún rastro de Manuel. Durante la noche lo había llamado una docena de veces y un centenar de mensajes, por una parte estaba  tranquila lo dejaba en visto eso indicaba que leía los mensajes pero la duda era él porque no contestaba.

Fue una noche fantástica y era momento de regresar a casa porque sabía que a primera hora estaría Liz queriendo saber todo con lujo de detalle.

Tomando una ducha rápida para poder descansar, se preparó para ir a la cama, revisando por última vez el celular para ver si había mensaje de Manuel y avisarle a Liz, que ya estaba en casa. Mientras conciliaba el sueño decidió revisar Facebook, cuando encontró una foto que la descolocó completamente, sintiendo un enojo como no lo había sentido. 

Ahí estaba Manuel en pleno Bellas Artes, con una chica que no conocía y que según el albun de fotos estuvieron todo el día hasta altas horas de la noche. Sin siquiera tomarse la molestia de mandar un mensaje que no asistiría y dejándola como una reverenda estúpida.