Palabras Al Viento

EPÍLOGO

Feliz cumpleaños, para ti. Feliiiiz cumpleaños para ti – Sentada frente a un pastel veía como soplaba Liz las velas recordando como inicio esa pequeña tradición.  

Ordenaba una limonada al mesero para esperar a Liz y Luis. Llegaba de un largo viaje, se perdió por un buen tiempo, cambio números y las personas que realmente estaban cercanas sabrían dónde  estaría.  

Se impresiono del pequeño restaurante, que se encontraba a las afueras de ciudad universitaria, su decoración daba la bienvenida a una comida casera, un ambiente tranquilo y sobre todo la amabilidad de los encargados, esa que muy pocas veces puedes encontrar.  

Las mesas eran de madera de diversos colores, así como las sillas las cuales en el respaldo se podía apreciar diferentes astros como el sol, la luna, estrellas y diferentes figuras de la flora mexicana.  

Aroma a café recién preparado empezó a inundar el ambiente.  

Hasta que vio en el muro el nombre del lugar La casa de las mariposas, recorriendo más  
detenidamente el lugar podría ver las mariposas por todos lados, en las paredes, en el techo y sobre  las plantas que decoraban las diferentes estancias.  

Llamo la atención la mariposa monarca, recordando que en una leyenda las consideraban como las almas de las personas queridas y si les susurrabas tu mensaje se lo aria llegar. Una sonrisa se dibujó en sus labios, pensando que esa idea la consolaba, ya que veía en cada mariposa a su pequeño bebe, que la había perdonado y la visitaba para seguir adelante.  

-Un penique por tus pensamientos – Con una voz animada Luis se sentó frente a ella.  

-Te pasas, como un penique. Sera un pesito – Eloísa le contesto sin borrar la sonrisa y mirándola a los ojos.  

-Pero si digo peso, ya no quedo la frase. Pero antes de que me regañes, te ves fantástica – Luis  estiro su brazo sobre la mesa para tomar sus manos. 

Tomo su mano estirada para tener su cercanía, intercambiando un apretón de manos y viéndose fijamente a los ojos. Mostrando todo el cariño que se tenían. Comunicándose como se hicieron falta, a pesar de que seguían en contacto. No era lo mismo que tenerlo frente a ella, viendo su lenguaje corporal, esa sonrisa que adoraba y ese aroma tan reconfortante.  

-Muy bien veo que me esperaban y ya no sufran que aquí estamos ya los tres. Y tu porque nos hiciste venir aquí.  

-Primero, buenos días estoy muy bien y que bueno que tú también. A pesar de que te he tenido que soportar por mucho tiempo. No me vuelvas a dejar con esta loca – Le dijo Luis mientras veía a Elo y señalaba a Liz, pero se le veía en la mirada que era una broma 

– Te deseo un Feliz cumpleaños.  
Con esa simple frase los meseros se colocaron detrás de ella con sus ollas improvisando una  
orquesta y colocándole un pastel de chocolate, cantando las mañanitas mientras chocaban tapas y golpeaban diferentes ollas con cucharas de madera.  

Con el sonido de las porra Eloísa volvió al presente, veía como se daban un abrazo más cercano de lo que pudo ver antes. Ese tiempo que estuvieron cercas se unieron más que nunca, y ella estaba feliz porque podía tener juntas a las dos personas más importantes.

Luis la miro, extendiendo un brazo para invitarla a unirse al abrazo. Los tres se unieron en un abrazo reconfortante que demostraba todo lo que habían pasado, como habían superado diferentes problemas y sobre todo saber que sin importar lo que sucediera estaban los tres para ella.  

Pasaron una tarde de lo más esplendida, riendo a carcajadas y recordando cada una de las cosas que hacían y todo lo que había pasado en su ausencia, ya habían pasado tres años y seguían recordando cosas. Mientras retomaban el aire para el ataque de risas que habían tenido, recibió Liz un mensaje que no se veía que era algo bueno por su mirada que ponía. 

-Con un demonio, porque la gente tiene que ser tan imbécil. Me tengo que ir. Se llevan mi pastel. Estos idiotas perdieron el video por el que trabaje tanto tiempo. Pero bueno tengo que salvar el día. Nos vemos amores míos.  

Sin más tomo su bolso y salió como ella solamente podía hacerlo. Se miraron y rieron bajo. Pidieron la cuenta tomando el pastel y poniendo todo en la parte trasera del carro de él. 

-Te parece bien ir a dejar todo esto y salir a caminar – Le pregunto Luis a Elo mientras le ponía el cinturón de seguridad y encendía el automóvil.

-Perfecto. Deja el automóvil para poder caminar.  
Escuchando diferente música en un silencio cómodo, en ocasiones cantando las partes que se  sabían. Riendo cuando se equivocaban en la letra y echando la culpa al cantante.  

-Sabes que, pensándolo bien, mejor nos quedamos viendo la tele. Se ve que va a caer una tormenta – Le propuso Elo, mientras veía como aumentaba el viento y caían pequeñas gotas que manchaban el parabrisas.  

Llegaron al departamento que compartía con Liz, habían decidido ya no vivir solas. Ambas necesitan  esa bienvenida en la noche después de un largo día, saber que las esperaban era muy reconfortante.  

Pasaron la tarde viendo la saga del Señor de los anillos, comiendo y riendo, escuchando la tormenta que se desataba afuera. Como pasaba la tarde el frío se intensificaba, y ambos se cubrieron con un edredón. Finalizando la película ella estaba recargada en su hombro, sabía que era su lugar.  

-Qué crees – enderezándose le dijo Elo a Luis – Vi a Manuel. Fue una casualidad bastante rara. Me dijo que me veía genial 

-Y no mentía – Luis la tomo de la mano para empezar a jugar con el pulgar. Avergonzada se colocó  un mecho detrás de la oreja.  

-Pues me dijo que se arrepentía de lo que sucedió y que todo este tiempo ha pensado sobre los hijos. Me presento a su pareja y está embarazada. Se veía tranquilo y eso me alegra. Pero ya no sentí esa emoción de solo verlo, me sorprendí eso no lo voy a negar.  

-Entonces se podría decir que está cerrado ese episodio – Eloisa solo asintió – daremos carpetazo al asunto y yo te quería decir algo – Respiro profundamente - Hay algo que no sabes y no me esperaba,  no se desde hace cuánto me tienes en tus palmas. Hay algo en tu mirada, en tu sonrisa, tus caricias y  
en tus palabras que me llenan de calma y sin saberlo me has robado el alma porque simplemente eres tú, llenas todo de alegría y paz. No sé cómo lo has hecho, pero me has cambiado. Siempre me dices que gracias por estar siempre contigo, pero creo que ambos nos hemos ayudado.  




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