Pandora

Capitulo 7

Con suma desesperación, intenté recordar a base de tacto, el camino hacia mi cambiador. Gruñí al impactar mi rodilla con una de las banquetas frente a los casilleros.

Al menos, voy en el camino correcto.

Continué con mi tarea, intentado ser lo más rápida y silenciosa posible y rogaba internamente que la tarea de encontrar mi casillero no se volviera un reto.

—¡¿Estás loca?! —Salté emitiendo un chillido y sosteniendo mi pecho—¡Pudiste haberte caído! —Quise bufar al oír su voz.

Un minuto…

¿Él se había preocupado?

—¡Si te lastimabas, y el profesor Hank lo notaba, ¿A quién crees que culparía?! —De acuerdo, no estaba preocupado por mí, más bien por él—Deja que responda, ¡A mí!

Cubrí mis oídos—¿Podrías dejar de gritar?, Me aturdes.

—Escúchame bien, jamás vuelvas a hacer eso estando bajo mi cargo ¿Has entendido? —Suspiré apoyando mi espalda sobre el material frío de uno de los casilleros.

—Bien... —Ambos quedamos en silencio. Al parecer no se esperaba que aceptara—¿Podrías guiarme hasta mi casillero?

Oí su suspiro. Debió de haber entendido que no tenía ganas de discutir con él, debido a que había bajado unos cuantos niveles el volumen de su voz— ¿El número?

—¿Eh?

—El número de tu casillero.

—Ah, así. Veintiséis.

—Bien…sígueme.

¿Estaba bromeando?

¿Es que acaso no entendió que no puedo ver?

—Eh…—Murmuré moviendo mis pupilas hacia todos lados—Yo…

—Cierto—Dijo repentinamente—Eres una ciega—Murmuró entre labios.

Asentí molesta—Exacto, por lo que puedo oírte muy bien ¿Sabías que los ciegos, tienen sus otros sentidos más desarrollados? —Hablé al sentir como se aproximaba a mí—Somos más sensibles a ellos.

—Qué interesante…muero por oír más—Tragué saliva al sentirlo frente a mí—Toma mi mano—Con desconfianza, extendí mi mano hacia el frente y humedecí mis labios con nerviosismo al sentir la calidez de su mano—Ahora, muévete.

No tardamos mucho en llegar y para mi sorpresa, no lo había hecho tan mal estando sola.

—Gracias…—Murmuré al sentir con las yemas de mis dedos la textura del número.

—Como sea, a tu izquierda he dejado tu bastón—Dijo para empezar a marcharse.

—¡Espera! —Negué al haberme percatado de que por poco grité.

Sus pasos se detuvieron—¿Qué?

Rasqué mi nuca, pensando en qué decir con exactitud. Pero honestamente no tenía idea de porqué lo había detenido. Debería haber dejado que se marchara, pero ya estaba hecho. Asher, estaba esperando el momento en que hablara.

—¿Vas a decir algo o qué? —Elevé mi rostro al escuchar su voz, impregnada de una creciente molestia y aburrimiento.

—Yo…—Apreté mis ojos y decidí preguntar con sinceridad—¿He dicho o he hecho algo que te haya molestado? —Hubo silencio por lo que continué hablando—¿O es por mi discapacidad? —No hubo respuesta—Porque sí es por eso, desafortunadamente no puedo disculparme, porque a pesar de que lo haga, seguiré siendo ciega.

Asher suspiró—No es por tu discapacidad. Solo no soy fan de los nuevos—Explicó— Entiendes que no eres parte de nuestro grupo ¿Verdad? —Presioné mis labios, enfocando mis oídos en él—Nosotros hacemos cosas que estoy seguro, una chica como tú no hace.

Elevé una ceja—¿Romper las reglas?

—No, el hecho de poder ver.

Mi expresión se volvió incrédula—Entonces mentiste al decir que no me odias por mi discapacidad—Sonreí sin humor—Pues déjame decirte, que, así como estoy ahora, veo mejor de lo que tú lo haces… y si te causaba tanta molestia, el verme sentada con Penny, Ben y Dick, solo debías decirlo—Mis dientes chirrearon—No te preocupes. No volverás a verme sentada en tú mesa… en cuanto a las guías, lo siento, no puedo cambiarlo. Ahora ¿Podrías irte? —Apreté mis puños al no oír que dijera nada y solo se alejaba.

Ni yo misma me había despreciado cuando mi mundo se volvió oscuro.

Y no dejaría que un desconocido se tomara la libertad de burlarse, ni hacerme sentir inferior.

No si yo no lo había consentido.

(…)

Mi árbol tenía sus ramas de oro.

Un viento envidioso robó mi tesoro.

Hoy no tiene ramas.

Hoy no tiene sueños.

Mi árbol callado, mi árbol pequeño.

“Antonio García Teijeiro”

—¿Se puede? —Mis dedos se alejaron de los puntos que formaban cada letra de cada oración y me vi obligada a corresponder su visita.

A pesar de que quería estar sola.

Cerré mi cuaderno y lo ubiqué bajo mis piernas—Claro, Nana.

—No has cenado y eso me preocupa. Además, no soy tonta cielo, solo vieja y algo arrugada, pero noté como volviste de tu primer día de colegio.

Suspiré—No ha pasado nada, es solo que…—Hice silencios—No tuve opción, no quedaba más lugar y yo…si hubiese llegado antes, tal vez…

—¿No había lugar para qué?

—Los deportes.

Nana Hailey tomó asiento en mi cama—¡Oh!, ¿Deportes? Eso es fantástico ¿Te ha gustado?

Rasqué mi cuero cabelludo—No estoy segura.

—¿Por qué? —Hice silencio—¿En cuál estás inscripta? —Nuevamente callé sin querer mencionarlo realmente—Pandora.

Y en un susurro, lo desvelé—Natación.

Pasaron alrededor de 15 segundos hasta que pudo hablar—Oh…—Apreté las sábanas sintiéndome incómoda—Eso, bueno… es muy bueno.

—¿Bueno? —Pregunté con el ceño fruncido—No, es malo. Muy malo.

—¿Cómo puede ser eso malo, si tú amas nadar? —Apreté mis puños con molestia—Lo has hecho desde que eras una niña…Pandora, tal vez es momento de que vuelvas. Ya han sido tres años desde que lo dejaste todo.

Negué—¿Querrás decir, desde que lo perdí todo?

Ella suspiró—Eso fue un accidente, nada de lo que pasó ese día fue tú culpa. Tu madre, tu psicóloga y yo te lo hemos dicho.

—Ya no quiero hablar—Me maldije al sentir mi voz a punto de quebrarse.

—Por supuesto que lo hablarás. No puedes seguir con eso aquí dentro…—Su mano acarició mi pecho—Te has negado a todo lo que te hace amar y vivir la vida, solo porque quieres castigarte—Acarició mi cabello con cariño—Si tú quisieras, podrías volver a nadar, a competir y ser la mejor y quien sabe… podrías recuperar la vist…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.