꧁ Adalyn ꧂
—A partir de hoy el señor Giovanni Di Marco, será el encargado de producción, de revisión y aprobación de cada producto que se fabrique en Industrias de textiles Maxwell. Cada departamento se someterá a su autorización, nada será aprobado sin que antes no pase por él, estamos de acuerdo —sentenció.
—¿Cómo? —pregunta uno de los asociados. —no puedes hacer eso, no sin antes ponerlo a debate y llegar a una consenso con los socios —fórmula.
—Sí más no recuerdo mi padre te colocó en el puesto que estás y no hubo reunión ni consenso con nadie.
—Pero ese es otro asunto, además tengo diez por ciento de las acciones.
—Y el señor Di Marco también tiene diez por ciento, señor Di Marco tiene la palabra —le ofresco para que se dirija al personal.
—Muchas gracias señorita Maxwell, seré breve —da un paso adelante. —algunos me conocen otros quizás no, pero quiero que cuenten conmigo para lo que quieran, trabajaremos con un solo fin que es ayudar a crecer la textilería no es así —está claro que este hombre es de pocas palabras.
—Ya anunciado el nuevo cambio; pueden regresar a sus puestos, muchas gracias —giró para regresar a mi oficina. —Creo que no soy la única que no quieren por aquí —digo sabiendo que él me sigue.
—Eso lo sé desde que llegué.
—No nos queda más que demostrar que somos capaces, no es así, bueno lo digo por mí.
—No tienes porque demostrar nada a nadie —me sorprende escucharlo decir esa frase. —Solo haz tu trabajo y ya, algún día se darán cuenta de lo que eres capaz, no tienes por qué complacer a los demás.
—Se oye tan fácil, pero hay muchos que solo esperan que dé un paso en falso para tomar ventaja de ello.
—Es tu pensar, no él mío. Si sigues así no llegarás a ningún lado, te lo aseguro —sonrió.
—Puede que así sea —voy a mi oficina.
—Adalyn tu abuela está en línea de espera.
—¿Qué? Solo ha pasado un día —suelto un suspiro y tomó el teléfono. —Buenos días, abuela —digo al tomar el teléfono.
—¿Dónde estabas?
—Ocupada abuela, tenía una reunión con los colaboradores.
—Bueno no importa, ya hablaste con Giovanni, de la fecha de la boda.
—Abuela por favor déjame salir de unos pendientes que tengo ya después me sentaré con él para escoger la fecha.
—Eso lo tienes que hacer ya hija, no quieres que piensen que te vas a casar porque estás embarazada, qué pensarán de nosotros que no las educamos con principios.
—Sabes qué poco me importa lo que digan abuela.
—A ti no pero a nosotros como tu familia si.
—No vivas de apariencia abuela.
—No vivo de apariencia, yo lo único que no quiero es que mi familia ande de boca en boca y más sabiendo como son las viejas ponzoñosas del club.
—Deberías pensar seriamente en alejarte de esas mujeres.
—Y tú ve pensado la fecha para tu boda —con ello cuelga la llamada.
Seré asediada todos los días hasta que no les dé una fecha de boda.
—Pequeño cacahuate en lo que nos hemos metido —acarició mi panza.
Sacudo mi cabeza y me pongo a trabajar, que haya delegado trabajo no significa que yo me libere. Se suponía que debía viajar a New York, pero ya que los neoyorquinos decidieron venir a comprobar la calidad de las telas, me libré de ese viaje.
Tomó el teléfono y le marcó a Irina.
—Irina ya confirmaste la reunión con los neoyorquinos.
—Sí, mañana a las nueve de la mañana vendrán.
—Llevale una copia a Giovanni, quiero que este presente en la reunión.
—De acuerdo.
Hay mucho que hacer debo volver a revisar las telas, no quisiera encontrarme con una sorpresa.
La puerta es tocada, doy el pase para que entre y ahí está él con su cara amarga.
—¿Por qué debo estar presente en esta reunión? —pregunta.
—Porque así lo quiero —le contestó.
—¿Qué tengo que ver con esto?
—Eres el jefe de producción y debes avalar la calidad.
—Pero no he tenido nada que ver con esa producción.
—No, pero como jefe debes dar tu aprobación, es más vamos a revisar que todo este perfecto para mañana.
—Me parece que estás abusando.
—Necesito tu experiencia Giovanni, sabes las texturas adecuadas, la calidad...
—Sí, sí.
—Te lo diré una sola vez Giovanni, te necesito de mi lado, trabajemos juntos hasta que nuestro convenio termine, ya después puedes hacer lo que te parezca y si deseas seguir ayudándome bienvenido sea —me mira.
—De acuerdo, pero para la próxima avísame con tiempo es lo único que pido.
—No tienes que decirlo —me levanto y de inmediato que lo hago siento que todo me da vuelta.
—¿Estás bien? —asiento. —¿Segura?
—Solo es mareo.
—Ya desayunaste —lo miro.
—Por supuesto que ya lo hice. Vamos a revisar las telas.
—Creo que deberías sentarte y esperar unos minutos.
—No, ya se me pasó —camino hacia la puerta.
Ambos salimos de mi oficina y bajamos al área de producción, vemos las telas después de revisarlas le pido opinión a Giovanni, para ver cuales serían apropiadas para mostrarle a los neoyorquinos. Y justo como lo pensé es mejor mostrarle todo el arsenal y que ellos mismo elijan.