Papá es el jefe

Capítulo 5.

—Sí, si estamos bien Lana, y si el gruñón estuvo aquí, sabes, además de que comprobé que es el padre de Salomé, me he dado cuenta de que no es tan alérgico a los niños, como dice.

—¿Está segura de que es él, señorita Violet?

—Lo estoy, tiene el tatuaje en la espalda, un ave fénix, recuerdo ese rostro y bueno, por alguna razón Salomé lo llamó papá, debiste ver su rostro, claro intentó disimular con una sonrisa, tiene una sexi, por cierto, es muy apuesto —dijo Violet y mordió la manzana que previamente había cogido.

—¡Hmmm! Es un hombre comprometido, por lo que tengo entendido, señorita Violet, en cuanto a que es el padre, me alegro de que la niña Salomé vaya a contar con su figura paterna, ¿cuándo le dirá o ya lo sabe?

—Supongo que no me recuerda, y no te preocupes, leí que está comprometido, para mi mala suerte, no le gustan las jóvenes, con que acepte a Salomé estará bien. ¡En cuanto a decírselo!

Violet suspiró y le recibió de nuevo a Salomé.

—Supongo cuando esta princesa se gane su corazón, hoy dio un paso muy grande, le dijo que le agradaba. Y para ser alérgico es un gran avance, si apenas la vio.

Las chicas se sentaron a chismear.

—Simón, te quiero ver en mi oficina, tengo un asunto del que quiero hablarte —dijo Ignacio al hombre en la línea.

—No estoy en la ciudad, Ignacio, puedes contarme ahora, regresaré el fin de semana a California.

—No estás en la ciudad. No lo sabía, en ese caso prefiero contarte cuando regreses, Simón.

—Como desees Ignacio, ya me contaron tu hazaña con la modelo, tiene una hija, es increíble, ¿qué hiciste con el asunto?

Ignacio sonrió al recordar a la pequeña y su madre.

—En cuanto a eso, he violado mi regla inviolable, resulta que seré niñero por horas.

Simón se echó a reír al escuchar e imaginar a su amigo en aquella situación, Ignacio le contó todo y ambos reían imaginando al hombre en aquella situación.

—Si no me lo cuentas tú, no te lo creería, tu Ignacio O’kelly, siendo niñero, eso tengo que verlo, esto de que ella es la novedad, me suena a algo. ¿Te interesa esa joven, Ignacio?

—No digas tonterías, Simón, sabes perfectamente que estoy con Fermina.

—Ah, vaya, esta vez no dijiste que no te gustan las adolescentes, mi amigo, le llegó la ruptura en paquete doble a tus reglas, a tu tranquilidad.

—No tiene que ser un problema, Simón, créeme, lo hago por la campaña, ella promete ser un éxito, sabes que no me gustan los fracasos.

Ignacio le dijo a su amigo que debía dejarlo, Fermina estaba llamando, se despidieron y él atendió a la mujer.

—Ignacio, hola, llamaba para informarte que debo salir de la ciudad, estaré una semana fuera, es una capacitación importante, a penas me han hecho la invitación.

—Muy bien, ¿necesitas que haga algo por ti?

—No, Ignacio solo llamaba, para informarte que no estaré, me iré en un par de horas.

—De acuerdo, cuídate, buen viaje Fermina.

La mujer se despidió con la misma simpleza.

Ignacio conducía con tranquilidad a la empresa, al llegar se dirigió al área de producción, se acercó a Michael y le informó el nuevo horario y como iría todo con la campaña.

Desde ahí se fue a su oficina, antes de entrar le pidió a Liana reprogramar la sesión fotográfica, informar al área estética y demás encargadas.

Entró finalmente a su oficina, se dispuso a cumplir sus compromisos laborales, en tanto él trabajaba, Violet le contaba a su manager la decisión que había tomado y lo que había descubierto.

Violet le contaba en tanto hacia el almuerzo, Lana cuidaba a Salomé, la pequeña no soltaba el juguete que el hombre le había llevado.

Violet suspiraba al recordar al hombre, deseaba y esperaba que Salomé pudiera conquistar el corazón del troglodita, como había decidido llamarlo.

«Así que madre soltera» pensó Ignacio.

Decidió echar una ojeada a los archivos de Violet.

—Venezolana, 23 años.

Ignacio no fue capaz de seguir leyendo.

«Qué canalla es capaz de abandonar a una mujer con su hijo»

Resopló fastidiado al pensar que el padre de Salomé debía ser un joven, pensó que tal vez uno muy irresponsable.

Al recordar el nombre de la niña pensó en su madre, sonrió de nuevo al recordar que lo había llamado padre, se cuestionaba porque no se había imaginado en esa situación, pero había sentido empatía por la pequeña.

—Así qué voy a cuidarte, espero que resultes ser una buena niña, que no hagas el asunto difícil.

Ignacio intentaba pensar del modo nada piadoso en que se había levantado pensando con respecto a los niños.

Pero le era inevitable negar que la pequeña le había generado una ternura que no se explicaba.

Nuevamente, se dispuso a trabajar, entre llamadas, y tediosos compromisos, había sacado unos minutos de su tiempo para llamar a Fermina, misma que no le respondió, debido a la inducción en la que se encontraba.

Ignacio decidió adelantar trabajo, creando estrategias para su próxima campaña, pensaba en si ofrecerle a Violet ser la imagen de la misma, pero tenía que conocer su trabajo primero, su desempeño.

«Lo mejor es esperar, es muy hermosa, pero debo saber qué tan fácil le será trabajar a mi ritmo con la responsabilidad de su hija, por supuesto no pretendo ser su niñero, esta vez lo hago por ser un asunto de suma importancia, por no tener una mejor opción que ella» pensaba intentando negar que no le molestaba la idea de compartir con la pequeña, como su mencionada reputación de alérgico a los niños, hacía creer.

Las horas habían pasado.

—Lana, puedes ir a descansar, me haré cargo de Salomé, en tanto me hago cargo de unos asuntos.

—¿Esta segura señorita Violet? No tengo nada que hacer, puedo quedarme y cuidarla mientras usted hace lo que tiene pendiente.

—Eres muy linda, muy amable, pero quiero pasar tiempo con ella, además no es gran cosa, solo organizar algunas ideas, programar asuntos para mañana, prepararme mentalmente, además debemos madrugar, la sesión es temprano, ve a descansar, gracias Lana.




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