Papá es el jefe

Capítulo 10.

—Tiene razón, es usted el que la vive, el que sabe si le gusta o no —respondió Violet y volvió a jugar con su pequeña.

Ignacio continuaba conduciendo, tratando de ignorar a las mujercitas como decidió llamar al par que tenía claro habían llegado a sacudir su vida cuál huracán. Trataba de concentrarse e ignorar a la mujer enseñando vocabulario a la pequeña acostada aún en sus piernas.

Suspiró y decidió conducir, echando una ojeada de vez en cuando.

A Violet le había llamado mucho la atención Ignacio, pero había decidido mantener una relación laboral y amistosa por su hija, era un hombre comprometido y respetaba eso.

—Hemos llegado —dijo finalmente Ignacio, al tiempo que bajó para abrir la puerta del auto.

Violet pudo observar como llegó Lana y acompañantes.

Ordenó a los hombres podían retirarse, Lana subió las cosas de Salomé y era seguido por ellos, Salomé parecía tener sueño.

Ignacio la llevó con él, seguía a las mujeres.

—Iré a mi habitación, si me necesita no dude en llamar, los dejo solos —dijo Lana y se despidió de Salomé.

Se había quedados solos, Ignacio miraba a Violet en la cocina, se acercó para saber qué hacía.

Ella hacía un puré para la pequeña.

—Es asmática, también soy asmático —reveló.

—Lo intuí, no heredó muchas cosas de mi familia o mías.

Ignacio sonrió casi que orgulloso.

—Lamento que hasta lo malo lo haya heredado de mí, ¿Violet quiere hablar de esa noche o nos saltamos el episodio hasta lo que debe ser en adelante?

—Es mejor saltarlo, no quiero que le vaya a dar algo al recordarlo, era más joven entonces.

—Bien, me parece perfecto, Violet mi relación es sólida, es lo que siempre quise encontrar, Fermina es una mujer maravillosa; sin embargo, esto la tiene histérica, supongo que es entendible, no queríamos hijos, compartimos muchas cosas, tenemos mucho en común, planeamos cada paso a dar en nuestras vidas y rela…

Violet escupió la manzana que comía, le causó gracia imaginar que eso incluía la intimidad.

—¿Qué es tan gracioso Violet?

Ella mintió diciendo que había recordado algo, Ignacio frunció el ceño y recibió el alimento para la pequeña.

—¿Cómo le doy esto?

—Me gusta que ella intente comer, aunque lo que hace es jugar, logra comer algo, después le doy si veo que es necesario, pero si quiere intentar, se sienta, la pone a ella en su silla, y procede a darle de comer, lo escucharé y prestaré atención.

—Muy bien, ayúdeme con eso, por favor, póngale en la silla y me indica que sigue… como le iba mencionando, Salomé no solo será un escándalo por lo que he dicho de los niños y jóvenes, todo esté tiempo, quedaré muy mal, aunque me importa poco, lo que me temo es la reacción de Fermina, no estamos casados, pero es la mujer ideal, lo que intento decir es que si se llega a dar el caso, espero que sea honesta al respecto.

—Tiene mucha suerte su mujer, vea que siendo quién es, pensar tanto en ella, en como puede afectarle, en fin, no se preocupe, si quiere que diga algo en específico, lo diré.

—No hay mucho que explicar, no lo recordamos, ella regresa hoy en la noche —dijo y con cuidado puso una cucharadita en la boca de Salomé—. Lo que me gustaría que quede claro es que mi pensar sigue siendo el mismo por las jóvenes, que entre usted y yo, no hay nada, solo Salomé.

—Claro Ignacio, así será…

Violet mordió la manzana con molestia, no le importaba tener algo con él, pero no comprendía el porqué le disgustaba su edad.

—¿Lo violó una joven o lo robó? —inquirió Violet poniéndose de pies.

—No es gracioso, no es nada de eso, simplemente no me agradan, sus pensamientos tan infantes, sus ideas tan erróneas de la vida, lo fácil que quieren todo, en fin, son chicas sin sentido por la vida.

Violet frunció el ceño, pensó que el hombre era realmente egocéntrico, pero no pretendía discutir, con quien no parecía haber tenido juventud.

—Bien, esperemos que no le moleste cuando Salomé llegue a esa edad. Lana… Lana podrías hacer el favor —gritó Violet—. Lana se quedará con usted, iré a ducharme rápidamente para finalizar con esta molesta conversación.

Lana salió, Violet se disculpó y explicó, Ignacio continuó dándole el alimento a Salomé bajo la supervisión de Lana.

Violet se duchaba imposible de creer que existiera una persona que de verdad le disgustara la juventud.

Ignacio había terminado de alimentar a Salomé, Lana se la llevó a hacerle un cambio de pamper y ducharla.

Ignacio miró su móvil y en el, la hora, le hacía falta dos horas para regresar y realizar la reunión. Empezó a observar el lugar, había muchas fotos de Salomé y algunas de Violet.

—¿Dónde está Salomé? —preguntó Violet.

Ignacio se giró, pretendía responder y al verla en aquella corta ropa deportiva tragó grueso, no disimuló para nada el modo en que sus ojos recorrieron la esbelta figura de Violet.

—Supongo que se la llevó Lana, ya que parece que su análisis a mi persona, tomará unos minutos, no sé si esperar…

—Ah, lo siento, no es lo que cree, solo me preguntaba cómo tuvo a Salomé, no hay señales de ello.

—Cosas de la naturaleza supongo, bien que tal si hablamos del asunto, ¿que más quiere decirme al respecto? —inquirió Violet demostrando desinterés.

Ella se dirigió a la cocina e Ignacio no pudo disimular el impulso de mirarla, apretó la mandíbula al ver el atuendo que usaba.

—Si fuera mi mujer no se vestiría de ese modo, no lo permitiría —murmuró.

—Lo escuché Ignacio, ser su mujer no sería una posibilidad, tendría que envejecer para estar a la altura de sus gustos, y si fuera el caso, no permitiría que me dijera que usar, es ropa deportiva, no crea que intento llamar su atención, soy demasiado directa, usted es un hombre apuesto, mi tipo definitivamente, pero hay demasiados hombres solteros que también lo son, así que no se preocupe, de todos modos, ¿de que más quisiera hablar?




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