Ignacio llegó a su habitación después de haber estado en la sala pensando qué haría con la situación en qué estaba, una cosa tenía clara y era que la pequeña formaría parte de su vida.
Se había dado una ducha y al salir intentó comunicarse con Fermina, le había dejado algunos mensajes, he intentado llamarla, pero la mujer se negó a responder.
A Ignacio no le importó la situación por la que estaba pasando, el estrés que estaba sintiendo, decidió hacerle honor al apodo que le precedía.
Se sentó en la laptop y como si nada estuviera ocurriendo, revisó y adelantó todo el trabajo que tenía pendiente, el cual había sido enviado por su secretaria mediante correo, al finalizar reclinó la silla y pensó un poco más en la situación, después de haber tomado la decisión de hablar una vez más con Fermina, se fue a la cama.
Mientras él intentaba dormir, Salomé, dormía plácidamente al lado de su madre, después de haber sido acostada no se despertó más.
La noche había finalizado dándole paso a un nuevo día, con ello a nuevas esperanzas y situaciones.
Fermina se había levantado, ella no era una mujer que le diera tantas vueltas a sus decisiones, había tomado la decisión de no formar parte de la vida de Ignacio, al que en ese momento estaba considerando era el más hipócrita de los hombres, ella sentía que le había fallado.
Fermina no pretendía cambiar su decisión y lo que pensaba de los niños. Aunque tenía sobrinos y había muchos niños en su familia, ella no era una mujer tolerante a ellos, no los veía en su futuro y no sería la hija de quien decía amar, que cambiara su modo de pensar.
«Te quiero Ignacio, pero me valoro más a mí, respeto la mujer que soy y las decisiones que suelo tomar, pensé que eras igual, pero veo que me he equivocado» pensó la mujer al recibir un hermoso ramo de flores con una tarjeta que había enviado Ignacio.
Violet se había levantado con la pequeña, realizó la rutina habitual, hacerle cambios, prepararla, alimentarla, llevarla con ella a la sala y ponerla en su alfombra y realizar su habitual rutina de ejercicios.
«Esperemos que tu padre haya tenido suerte, me supongo, no será una situación fácil o agradable para su esposa. Su molestia debe ser entendida y tenida en cuenta» pensó en tanto miraba a la pequeña poner la cabeza contra la alfombra y levantar el trasero.
Violet se acercó para evitarle una caída.
«Si tu padre supiera cuántas veces al día, hay que salvarte la vida, seguro pensaría que no querer hijos, tiene sentido»
Violet dejó de lado sus ejercicios y se dispuso a jugar con la pequeña, misma que no dejaba de llamar al padre, vio a Lana salir con algunas cosas y supo que estaba organizando, le dijo que le había dejado el desayuno en la cocina, después de saludarla.
Lana se acercó para saludar a Salomé y continuó en su labor, al igual que ellas, aprovechando el tiempo juntas antes de tener que irse al estudio a cumplir su labor.
Ignacio había corroborado que Fermina había recibido las flores, pero no recibió una llamada de vuelta, decidió antes de ir a la empresa pasar a verla personalmente
Eran un poco más de las 9 de la mañana, Ignacio se dirigía a casa de Fermina, sabía que ese día entraba un poco más tarde.
El semáforo se había detenido, Ignacio alcanzó a ojear una juguetería, recordó que Salomé había quedado encantada con el juguete que le había llevado.
Se bajó del auto, después de estacionarlo caminó al lugar y echó una ojeada, era más que una juguetería, al no tener conocimiento con la situación, se acercó a una asesora.
Le hizo preguntas, se asesoró, en cosas, para una niña pronto a cumplir 2 años, la explicación de la mujer lo había convencido.
Ignacio preguntó si recibían pagos con tarjetas, y al recibir una respuesta afirmativa, decidió hacer la compra.
—Señorita, no me puedo quedar hasta pagar la compra, ¿es posible que ofrezcan algún sistema que me permita hacer el descuento automático del pago?
—Sí, por supuesto señor, con un breve registro, eso es posible, desea dejar una nota.
Él asintió y le dieron en que anotar.
—Muy bien, lo que quiero es que le envíen a esta dirección —Ignacio escribió en un papel la nota y dirección—. Todo lo necesario, ropa, juguetes, accesorios, y todo lo que una niña pronta a dos años pueda necesitar.
La mujer había entendido, Ignacio había dejado dicho, no había límite en gastos, se retiró y subió a su auto, volvió a detenerse un poco más adelante, en una floristería, nuevamente compró flores para Fermina.
En el auto iba pensativo, había recibido llamadas de la oficina y de Simón, las cuales había respondido y explicado que llegaría unos minutos más tarde.
Había logrado enviar todo el trabajo que había adelantado a la secretaria, le había pedido reorganizar su agenda. Al igual que mover la reunión que tenía con los empleados.
Pidió le fuera movida para después de almuerzo, así podría presentar a su hija, Ignacio recibió una foto por parte de Simón, ya estaba colgada en las redes, la fotografía que habían tomado los fans de Violet, supuso que ella no la había visto, suspiró y decidió no darle importancia. Se sabría tarde que temprano y lo mejor era que cuanto antes, sabía que eso podría tener un impacto negativo en su campaña y estaba dispuesto a asumirlo.
Ignacio había llegado a casa de Fermina, fue anunciado y ella le permitió seguir.
—Recibí tus flores, Ignacio, no sé qué haces aquí. Ya dejamos las cosas claras, tú ya tomaste tu decisión, te agradezco las flores. No debiste traer otras, aún no he muerto.
—Es mi manera de disculparme Fermina, sé que tienes razón al estar molesta y si estoy aquí insistiendo, cosa que tú muy bien sabes que no hago, es porque comprendo tu posición, pero necesito que te pongas también en mis zapatos, que me comprendas, no tengo la culpa de lo que está sucediendo, la pequeña tampoco la tiene, sé que puedes entenderlo.