Papá es el jefe

Capítulo 17.

Salomé se quedó mirándola con tanta ternura que incluso Violet se quedó sorprendida, no comprendía, el apego que al hombre le estaba ablandando el corazón de una manera exagerada.

Violet había pedido al guardaespaldas y chofer sentarse en la mesa del lado y ordenar.

—Ven princesa, te daré yo la comida —extendió Violet los brazos al recibir las órdenes.

Salomé no sé negó, pareció estar disfrutando el puré que le daba su madre, en tanto Ignacio, quien disfrutaba de su almuerzo, le hacía mimos, causando la risa de las mujeres.

Era malo con el asunto de expresar cariño; sin embargo, lo estaba intentando.

Habían pasado un poco más de media hora, Ignacio y Violet había finalmente dejado en orden todo con respecto a Salomé.

Ambos irían a cumplir sus labores y antes de finalizar el día, irían a tramitar el asunto del apellido.

Ignacio pretendía retirarse para cancelar la cuenta, Salomé extendió los brazos, Violet lo permitió, puesto que debían irse.

Al salir Lana se despidió, Violet se ofreció a llevarla, ella se negó, aceptó le pagara el taxi tras la insistencia de la misma.

—Muy bien princesa, tenemos que irnos, tu padre tiene cosas que hacer y tú y yo tenemos que recoger a Mariska —extendió Violet los brazos.

Salomé la miró, sonrió y se recostó mimada al pecho de Ignacio.

Orgulloso la miraba, no solo era su copia, parecía haber desarrollado preferencia por él.

—Lo siento princesa, pero esta vez no cederemos a este capricho, no puedes acostumbrarte a esto, harás muy complicado el asunto —Violet se acercó y la recibió provocando que esta hiciera pucheros, buscando llorar.

Ignacio se acercó, se agobió un poco, empezó hacerle cariños, ella seguía extendiendo los brazos.

—Ignacio váyase por favor, ella estará bien.

—Pero, no quiero que le dé un ataque asmático, puedo quedarme, aplazar mis compromisos.

Violet lo miró asombrada.

—No hace falta, creo que no solo Salomé está desarrollando este apego, pero no se le puede acostumbrar así.

Ignacio se acercó, le dejó un beso en una de sus manitos.

—Te veo en unas horas, pequeña, pórtate bien.

Salomé al ver al hombre irse hizo de nuevo pucheros buscando llorar, Violet logró calmarla, seguidas por el guardaespaldas y chofer subieron al auto.

Ignacio había ido a la empresa en donde sus empleados lo esperaban, ya conociendo los motivos de la reunión.

Violet sentó a Salomé en sus piernas, para poder tener una conversación.

—No solo te pareces a él, no heredaste nada mío, ahora hasta haces berrinches por él, no los haces cuando te dejo con Lana… ¿Si sabes qué mami fue quien te llevó 9 meses en el vientre, verdad?

Salomé se reía, Violet derretida de amor, la llenó de besos, provocando esas risitas que la hacían olvidar que la pequeña, a días de conocerlo, ya mostraba preferencias por su padre.

—Papá, apa, papá—empezó aplaudir.

—Mamá, amor debes decir mamá.

—Pa… pa… Papá…

—Ay, qué rebelde, seguro que le darás mucho que hacer a tu “papá

Salomé empezó a jugar con los accesorios colgantes de la blusa de Violet, misma que decidió llamar a Mariska.

No respondió y supuso que ya debía haber llegado al aeropuerto.

Al dejar la llamada y volver con su pequeña, Violet la observó, recordó que en un poco más de dos meses, cumplía sus dos años.

—Como vas creciendo tan rápido, princesa, recuerdo como si fuera ayer que te tuve en mis brazos por primera vez —la paró en su pierna y besó su frente.

La sentó y organizó el cabello rubio. Sonrió al pensar en el comportamiento de Ignacio.

En tanto Violet se dirigía al aeropuerto, Ignacio lidiaba con los murmuros de sus empleados después de haberles revelado el motivo de la reunión.

Muchos protestaron por lo injusto que el hombre había sido anteriormente con permisos y asuntos relacionados con sus niños; sin embargo, Ignacio por primera vez ante sus empleados agachó el rostro y se disculpó.

Al regresar a su oficina, para disponerse a trabajar, se dio cuenta de las notas de Lana en cuanto a los espacios a adecuar.

Ignacio estuvo de acuerdo con algunos, otros los descartó, decidió haría en el área de descanso un espacio para niños.

Pensando que de ese modo no solo se beneficiaría Salomé, compensaría a sus empleados.

Ignacio había continuado su trabajo. En casa, Fermina desde las redes husmeaba la vida de Violet, no solo le molestaba lo aparentemente exitosa que era en el mundo del modelaje, se daba cuenta de que su belleza y juventud, por más que Ignacio dijera le molestaba, eran un punto desfavorable para ella.

La mujer había tratado de mantener la calma, no darle importancia, pero no lograba conseguirlo, se sintió tentada, su orgullo herido no le dejó ver más allá de considerar a Violet una descarada cazafortunas.

—Pero mira que hermosa y cuánto ha crecido la princesa —extendió Mariska los brazos.

Salomé se negó a ir con la mujer que la conocía desde su quinto mes de nacimiento.

Violet suspiró.

—Chica, te digo que incluso a mí que soy la madre me rechaza en ocasiones, claro esto desde que se adueñó del padre.

—Ya lo veo —le sujetó las mejillas—. Mira que preciosa que estás, realmente si se parece al hombre este, tú no pusiste mucho, eh.

—Es lo que parece, ¿qué tal estuvo el viaje, Mariska?

—Sin novedades, he venido para verlas y concretar con un grupo de chicas a ver si doy con el nuevo talento. ¿No te preocupa esto, verdad?

—No, en realidad no, no seré modelo toda la vida, apenas la princesa tenga dos años, pretendo estudiar economía y finanzas.

Abordaron el auto y pidieron al chofer llevarlas a casa de Violet.

—¿Qué pasó con tu deseo, diseño y moda?

—Lo haré, un poco más adelante, ya me organizaré, lo importante ahora es proteger y saber administrar el patrimonio de mi princesa.

—Tiene un padre millonario, no deberías preocuparte tanto Violet, como ha ido el asunto con tu familia, ¿crees que logren perdonarte ahora que sabes quién es el padre?




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